En el tercer aniversario del asesinato de Diana Quer, su padre recuerda su muerte y pide justicia para que los depredadores reincidentes tengan Prisión Permanente Revisable

El empresario Juan Carlos Quer, padre de Diana, la joven pozuelera asesinada el 22 de agosto de 2016, crimen que sentará en el banquillo desde el próximo 29 de octubre a José Enrique Abuín Gey, alias el Chicle, que también se enfrentará a agresión sexual y detención ilegal, ha apelado al «legado» dejado por su hija mayor: mantener intacta la prisión permanente revisable.
En el tercer aniversario de su trágica muerte, envía por medio de un comunicado a la adolescente madrileña, que había estrenado la mayoría de edad, «besos al cielo», de su madre, Diana como ella, de su hermana pequeña Valeria y de él mismo, así como «de millones de españoles de bien» y le hace saber que su recuerdo permanecerá siempre vivo en esos corazones.
Y esa memoria es precisamente en la que se apoya para hacer constar que la herencia de Diana es «evitar que se derogue la pena de prisión permanente revisable» al ser, añade, una ley que salvará vidas de personas inocentes por impedir «la puesta en libertad de asesinos violadores reincidentes en tanto éstos sigan constituyendo un peligro para la vida y la integridad sexual de nuestras hijas e hijos».
Recuerda al respecto en la nota que el pasado 21 de marzo depositó en el Congreso de los Diputados 3,2 millones de firmas ciudadanas para evitar la derogación de esa ley y agrega que el presidente del Gobierno en funciones, el socialista Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que «afirman defender y proteger los derechos de la mujer frente a la violencia», intuye que también frente a la más «extrema y cruel»; siguen «ignorando y desoyendo esta legítima petición ciudadana».
A su juicio, deberán rectificar, pues, explicita, «la prisión permanente revisable no es una pena inhumana, inhumanos son esos asesinos que arrebatan de un modo tan salvaje y brutal la vida de niños y jóvenes inocentes e indefensos».
Aparte pide no confundir el concepto, dado que «no es una pena a cadena perpetua, perpetua solo lo es la pena que sufrimos las familias de las víctimas».
Así menciona al Chicle y subraya que esa noche, en la que se celebraba la romería del Carme dos Pincheiros, a la que Diana había ido, él «salió de caza» y «su presa fue Diana, pero podría haber sido cualquier otra joven».
Rememora que este hombre retuvo a su hija cuando ella regresaba a casa caminando precisamente tras disfrutar de las fiestas en ese tranquilo pueblo de la costa gallega y que la introdujo en el maletero de su vehículo hasta conducirla a una nave «siniestra», una antigua fábrica de gaseosas de la vecina localidad de Rianxo, «donde la violó y asesinó, ocultando su cuerpo en un pozo».
Lamenta Juan Carlos Quer que el único sospechoso, padre de una menor, se refiera a la víctima como «la chica de Madrid» -«con esta frialdad la denomina el asesino que le quitó la vida» en sus declaraciones- y apunta que su hija era «para este psicópata solo un objeto de placer, de usar y tirar».
El Chicle, prosigue, fue detenido «500 días después tras su intento fallido de cazar a otra joven el 25 de diciembre de 2017, ‘la chica de Boiro’, a la que dos ciudadanos ejemplares salvaron milagrosamente la vida», un caso que ya fue juzgado el pasado abril y que se saldó con una condena de cinco años y un mes de prisión al ser considerado culpable de un delito de detención ilegal consumado y de otro de agresión sexual en grado de tentativa.
Y destaca Quer que tras su arresto, «este depredador reincidente», como se refiere a Abuín Gey, remitió una carta a sus padres en la que se jactó de que en siete años estaría de nuevo en la calle.
«Se excedió -afirma Quer-; su defensa letrada solicita para él una pena de prisión de tan solo 2 años y 6 meses por homicidio imprudente».
De esa misiva también argumenta que «les interpelaba (a sus progenitores) para que vendiesen sus entrevistas en televisión a diez mil euros».
Así las cosas, concluye Juan Carlos Quer: «Este es el grado de afectación y arrepentimiento que muestra este ser inhumano tras arrebatar la vida a una niña inocente. ‘La chica de Madrid’ no era un objeto, era una persona, una mujer joven que apenas contaba 18 años y que amaba la vida. Se llamaba Diana Quer».