Diario apócrifo de los concejales del Gobierno de Pozuelo (1×1) en el momento más complicado de su vida política ya que todos pueden pasar directamente al paro. Y eso es duro: Hoy, Luis Pérez
“Querido Diario:
Te escribo con sentimientos encontrados: hastío, alegría, pena y liberación. Creo que esta será la última vez que te escriba y por eso quiero dejarte claro todo lo que pienso. Bueno, casi todo, que hay cosas que siempre es mejor guardar en el fondo de la memoria.
Algunas conversaciones, algunos datos, algunas realidades, muchos desmanes… quien sabe, el futuro está ahí y si hay algo que yo tengo y ellos no, es tiempo.
Siento liberación porque no le debo nada a esta señora. Creo que le hice un favor el día que le dije que no quería delegaciones. Pero en realidad lo hice porque no quería que me vinculasen con ella. ¿Te imaginas? Ahora estaría como todos estos, perdiendo los papeles por ir en la lista, en vez de estar tranquilo y pensando en mi futuro fuera de la política o, al menos, de esta política.
Cada vez que pienso en la reacción de Susana cuando se enteró de que quería ser concejal raso, con aquello de “¿pero sabes que entonces no vas a cobrar?”. Claro, a ella le preocupa la pasta. A mi ser coherente. Estamos en planos distintos.
Pero siento pena, querido diario. He dado muchos años a la política municipal, a mi pueblo. Y he tenido que ver y aguantar cómo poco a poco se iban los buenos y se quedaban los otros. No negaré que he tenido momentos muy buenos, duros, pero muy buenos. Mis jefes me reconocían el trabajo y además lo que hacíamos servía para algo, era bueno para Pozuelo. Me he sentido muy realizado.
Pero la verdad es que desde que Paloma, por la que raramente siento un cariño que no podría explicar, se marchó y nos dejó a Susana…
¡Qué distinto hubiese sido todo con otro número dos!
Pero no tiene sentido ya pensar en eso. Ahora han nombrado a Susana candidata y veo que el PP en Pozuelo se va a hundir. Y me da pena. Pero bueno, quizás esto sea la catarsis que necesita el PP para renovarse de verdad.
Los últimos años fueron duros. Confinado en un despacho sin luz natural mientas veía desfilar uno tras otro a varios jefes de gabinete y a gente que venía a ocupar puestos para llevárselo muerto.
Ya sé, apreciado diario, que quieres que te hable de mi época de concejal, pero en esa casa hay más gente. Gente que en algunos casos también han venido de fuera, gente que nos han colado, y otros también (los menos) que quieren trabajar de verdad por Pozuelo. Y de aquellas tierras, estos lodos.
También hay muchos de estos que verán cómo les mueven la silla dentro de poco. Algunos han tenido el buen tino de irse ya. El ambiente está peor a cada momento.
La verdad es que como asesor de Eduardo no trabajé mucho. Es difícil hacer algo con quien no quiere hacer nada. Y además lo único que le preocupaba era estar a bien con Susana. Eso y la depuradora. Y claro, empecé a sentir el hastío y a mirar al futuro. La educación siempre me gustó y decidí hacer el Máster para ser profesor de secundaria y formación profesional.
Creo que ahí está mi futuro más inmediato, en la educación.
Y ya para terminar me pusieron de jefe a Ulecia. No entiendo la fijación del Viejo con él. A mí me cae bien, al menos es de Pozuelo. Otra cosa es que acierte con lo que hace, pero al menos trabaja.
Pero yo ya estaba en otra cosa y por eso decidí irme, al paro, con una mano delante y otra detrás. Susana ni me recibió para decirme adiós. Estaría muy ocupada con el lío del partido, de ver a quien apoyaba o a quien contaba un chisme para ganarse la confianza de unos y otros. Mejor así.
Pero el destino quiso que una desgracia (Querido Manu, ¿Qué hubieses escrito tú aquí? Siempre te recordaré con mucho cariño, tú lo sabes) me llamase de nuevo al Ayuntamiento. No te lo negaré, diario, siempre quise ser concejal, pero no así, no así.
Era mi deber ocupar el puesto, y quise con ello y con mi renuncia a una cartera hacer todo lo posible por Pozuelo. Dar un toque de atención para que se sepa que no todo vale. No todos somos iguales. No todos nos movemos por el vil metal. Pero parece que mi mensaje de renuncia no ha calado, ni en mis compañeros ni en el Partido. No pretendía que llegara a influir en Susana, eso hubiese sido un milagro.
Y aquí nos encontramos. Susana no me tiene en cuenta. Ella manda ahora y se siente fuerte. Y sigue jugando a estar bien con todos los que le interesa. Es el momento de salir fuera. Hace frio, pero al menos puedo elegir con qué quiero calentarme.
Querido diario, este es el fin de mi carrera política, al menos de momento, y en este partido. Hasta siempre”.
Luis (bay, bay, froilan)