El asfalto de las calles no cubre el abandono social de Pozuelo: Los vecinos de esta villa siguen esperando explicaciones de la alcaldesa Susana Pérez Quislant y la concejala Beatriz Pérez Abraham
Mientras toda España sigue anonadada tras las explicaciones de la excelsa Calvo, vista la experiencia, imagina uno, que adquirieron del profesor Tierno y su máxima: “las promesas electorales, son para no cumplirlas”, en las que el significado de rebelión, muta y cambia de sentido en función de ser o no presidente y así lo dicho por “Cum Fraude”, realmente significaba sedición, aquí en nuestro Pozuelo de cada día, no podemos sorprendernos de las mismas, pues tenemos a Susana Pérez Quislant y tenemos a Beatriz Pérez Abraham, que aunque no hay ningún parentesco entre ellas, se parecen en su desidia política.
Tras un verano pasado por alquitrán, fruto siempre de elecciones a la vista, solo nos faltó descubrir encima de una de esas “máquinas” el pilotaje intrépido y seguro de nuestra alcaldesa por accidental..
Es lo que tiene la foto en el bautizo, comunión, boda o entierro que, al acapararlo todo, verdad Susana, alguna causa pendiente queda o algún estropicio por mejorar.
En nuestro diario caminamos hacia los dos meses y medio y seguimos sin ver los pasajes caribeños que muestren a los vecinos de Benigno Granizo que la primera ciudadana de todos en uso de su conciencia y defensa de los suyos -en este caso familia- tomó el vuelo y se dejó llevar, porque tras “destituir” a tanto concejal y a tanto responsable de gabinete era impensable retomar el pulso político sin desconectar y una explosión inoportuna, no iba a ser causante de su necesario alivio estival, máxime cuando la misma solo había producido lesiones físicas menores, las psíquicas, como el alma… solo son de cada uno y allá que se arreglen, pensaría Susana avanzando a la escalinata del trasatlántico aéreo.
Pero ya se sabe, a todo hay quien gane y de hecho su colega en el Ayuntamiento, la que es capaz de asustar no sé, si por la mirada, por el cargo que ostenta, por su desconocimiento de la empatía o, incluso dicen algunos, por su casamiento… vayan ustedes a saber. Me refiero, no puede ser otra que Doña Beatríz. Siempre hay alguien que nos supera y aunque pareciese imposible se puede pasar de lo malo a lo peor y seguir “peorando”.
Nuestra concejala de Servicios Sociales, ni está ni se la espera y además de obviar la explosión de Benigno Granizo, hizo mutis por el foro en el incendio que un mes después aconteció en Francisco Salvador.
Tengo que reconocer que coherencia tiene: ni se preocupa por unos, ni se acuerda de los otros. Y a pesar del enfado de Ángel Glez. Bascuñana solicitando su dimisión, en esta ocasión, amigo Ángel, la incompetencia y la desatención a los vecinos implicados guarda todo el sentido de la única concejalía del Ayto. que goza de cartel indicador (tendría que añadir: concejalía en excedencia pero cobrando) cuando se accede por la Avda. del Cerro de los Gamos a la Pza. de la Constitución, y lo guarda porque muestra su incompetencia y aversión social a todos los afectados, al menos, a todos los que se ubican en el ámbito concreto de La Estación.
Personalmente, considero que no debería dimitir, ni ser cesada, como pide Ángel en su columna del Vida del mes de octubre, tiene que seguir de ejemplo de lo que no se debe hacer y de cómo no puede comportarse un empleado público, máxime cuando su cometido principal es dar cobertura y amparo a los que lo han perdido todo y solo pueden encontrar un pequeño alivio en el apoyo de las personas que deberían servir de consuelo en unos momentos en los que nos encontramos desnudos y desvalidos.
Tiene que seguir hasta que corrija sus acciones para sus convecinos y una vez pagada su deuda y sufrida la penitencia, por supuesto, marcharse y no volver “nunca máis”, eso sí, con Susana de la mano.
La letra de una canción de Doña Mª Dolores Pradera, prudentemente adaptada para la ocasión, invitaría mejor que mis líneas a tal situación: “Váyanse agarraditas las dos, cojiditas de la mano…”, Pozuelo, sin duda, no las echará de menos.
A. Nogueiro