En el centenario de Marcelino Camacho, un recuerdo al convento de los Oblatos de Pozuelo de Alarcón, donde se reunía CCOO y empezó el proceso 1.001. Un artículo de Juan Pozuelo
Se cumple, en estos días, el centenario del nacimiento del líder sindical Marcelino Camacho al que la izquierda española le está dedicando un merecido homenaje. Su historia fue ejemplar en la transición española y yo desde aquí también quiero aportar mi granito de arena, toda vez la importancia que tuvo la villa de Pozuelo de Alarcón en su vida y en la vida de Comisiones Obreras porque fue aquí, en el convento de los Oblatos de la Estación de Pozuelo donde fue detenido junto a otros compañeros, que después protagonizaron el mediático Proceso 1.001.
Pero el Proceso 1.001 es una historia ya muy contada. Solo decir que el juicio comenzó el 20 de noviembre de 1973 en el Tribunal de Orden Público. Durante el mismo, ETA asesinó al presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco. Todos fueron condenados a penas que sumaron 162 años de cárcel, por defender a los derechos y libertades en este país. Luego, el Supremo redujo las penas y, finalmente, el Rey Juan Carlos los indultó.
Yo lo que quiero es recordar la parte de esa historia que sucedió en Pozuelo de Alarcón, en el barrio de la Estación y en el convento de los Padres Oblatos, en cuyo lugar Marcelino Camacho fue detenido junto a la cúpula de Comisiones Obreras. Un lugar, curiosamente, donde los milicianos pozueleros sacaron, en 1936, hacia el martirio a 22 frailes que terminaron fusilados en Aravaca o en Paracuellos del Jarama.
Pero ya la España de 1972 era otra y los nuevos frailes oblatos de Pozuelo ya habían perdonado aquella tragedia y, el 24 de junio de ese año, se reunió, entre los muros del convento, la dirección de las clandestinas, ilegales y rojísimas Comisiones Obreras, nacidas contra Franco en las minas de Asturias, que habían logrado infiltrarse en los Sindicatos Verticales y copaban los enlaces del ramo del Metal. Sindicato del que era alma un trabajador de la Perkins cuyo nombre encarnaba, simbólicamente, la lucha por las libertades: Marcelino Camacho.
Pozuelo de Alarcón era entonces sólo una pequeña localidad de la periferia madrileña que, en aquellas fechas de junio del 72, se aprestaba a recibir a los primeros veraneantes procedentes de Madrid. Allí acostumbraban pasar los meses estivales familias que poseían o alquilaban casitas o chalés de la zona.
En el convento de los oblatos se celebraban algunos ejercicios espirituales como los que dirigía el sacerdote jesuita Carlos Giner, director de la revista progresista Mundo Social. El jesuita le había pedido días atrás a Marcelino Camacho un artículo sobre el sindicalismo, cuyas actividades estaban a la sazón fuertemente perseguidas por la policía política del régimen franquista. De aquella relación salió la posibilidad de aquella reunión que sería histórica.
En la reunión estuvieron Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Miguel Ángel Zamora Antón, Pedro Santiesteban, Eduardo Saborido, Francisco García Salve, Luis Fernández, Francisco Acosta, Juan Muñiz Zapico y Fernando Soto Martín.
El objetivo central de aquella reunión en Pozuelo de Alarcón era debatir un documento sobre unidad sindical cuyo borrador había redactado Nicolás Sartorius. Era un documento bastante largo, sobre la unidad del movimiento obrero ante las condiciones de la dictadura, y la necesidad de que no se dividiera el mundo del trabajo, de que el movimiento de Comisiones fuera independiente de los partidos políticos y no fuera la correa de transmisión de nadie.
Sin embargo, los sindicalistas procedentes de Barcelona habían detectado ya seguimientos policiales, que se encargaron de comunicar velozmente a los enlaces que habían acudido a recogerles, para llevarles hasta Pozuelo de Alarcón.
Marcelino Camacho, Nicolas Sartorius y Paco el Cura llevaban desde tiempo atrás sospechando de ello.
Tras las nuevas alertas, Camacho decidió suspender la reunión, pese a que buena parte de sus asistentes ya se hallaba dentro del recinto conventual.
Una pequeña discusión sobre un problema logístico presupuestario retuvo a los reunidos en el centro religioso y, cuando ya se aprestaban a salir, Camacho y Sartorius fueron abordados en una escalera por policías de paisano. Y con ellos fueron detenidos todos los demás.
Juan Pozuelo