Lo que está ocurriendo en la Avenida de Carlos III de Pozuelo no tiene nombre pero si culpables: El Ayuntamiento de la Villa y unos concejales pasotas. Un artículo de una indignada Juana Pozuelo
Soy vecina de Pozuelo desde hace más de 25 años y jamás he sufrido el atropello que hoy he sentido en mi paseo matutino. Ese que tengo que hacer desde hace seis años por prescripción médica. Como sé que no soy la única que tiene que caminar una hora diaria, quiero denunciar lo que hoy me ha sucedido.
Todas las mañanas diseño mi itinerario. Así hago más divertido mi obligado paseo. Hoy me tocaba bajar por la calle del Cerro de Valdecahonde. Llegaría a Aravaca. Avenida del Talgo. Calle de la Golondrina. Y giraría a la izquierda en la calle del Arroyo de Pozuelo. Con la idea de subir la Avenida de Carlos III. Y ahí cometí mi gran error.
¿Cómo se me ocurrió pensar en subir por una calle pública a la vuelta de mi casa, sin preguntar a Dragados o a quien se esté beneficiando de tal caos de obra privada en esa Avenida de Carlos III?
La calle estaba cortada. Literalmente cortada para los peatones. Mi marido se quejó este verano, en septiembre, por los cortes de esta vía que une dos puntos muy concurridos de Pozuelo.
Llamó al ayuntamiento. Unos que si era Obras. Otro que sí Urbanismo. Que se estaban portando demasiado bien con estos promotores. El cabreo de un vecino impotente y con políticos que no tienen capacidad de respuesta ni de reacción. Claro. Nos enteramos que la mitad viven fuera de Pozuelo. Vergonzoso.
Pero lo de hoy ha sido el acabose. Me dice el operario de Dragados que vuelva por Aravaca. O que vaya a la estación. Que no tengo otra forma de llegar a la Avenida de Europa. Ya no tengo edad para que se burlen de mi.
¿Nos pueden limitar nuestra movilidad de de persona y de vecina de esta manera?
No volví por Aravaca porque no puedo subir la cuesta del Cerro. Volver sobre mis propios pasos era imposible. Me enfadé y opté por irme a la estación. Calle Manises y luego Juan Díaz Mula. Hasta la calle Plutón. Así pude llegar, veinte minutos después, a la Avenida de Europa.
Llegué a casa y pensé en las barbaridades que se hacen a costa de los vecinos. Este ayuntamiento tiene que cambiar. Llamé a mi marido. Me dijo que ni se me ocurriera llamar a nadie ya que perdería el tiempo. Y llevaba razón. Por ese decidí escribir al Capitán Possuelo. Al menos, para denunciar estas situaciones vejatorias para alguien de mi edad y que pueda servir para que no se repitan. Y también para que sepamos los vecinos qué tipo de gobierno municipal tenemos en Pozuelo.
Juana Pozuelo