La Oposición sigue sin entender que su labor no es complementar la del Gobierno, sino fiscalizarla y criticarla argumentalmente. Un artículo de Juan Pozuelo

Ayer me entretuve un rato viendo el Pleno del Ayuntamiento a través de la web de El Correo de Pozuelo. Lo vi estupendamente ,Capitán, sin necesidad de rebuscar en la web del Ayuntamiento dónde esconden la conexión, porque entrar en esa web es como meterse en un laberinto: sabes cuando entras, pero no sabes cuando sales si de lo que se trata es de encontrar algo.
Con una mayoría absoluta como la que tiene el Partido Popular en Pozuelo, uno puede llegar a entender cómo funcionan las dictaduras: saco adelante lo que me da la gana vía Junta de Gobierno Local, presento lo que quiero en el Pleno sabiendo que voy a ganar, apruebo lo que me place de la pobre oposición y rechazo todo lo demás. Así de sencillo.
De todo esto que acabo de decir, esta vez me voy a quedar con la oposición. Empezaré diciendo que, de los tres portavoces, el que lo tiene más claro es, sin duda, Pablo Perpiñá. Antes le hacía sombra el defenestrado Berzal, pero ahora Moreno, con sus formas de personaje de Blancanieves (hay que ver cómo se frota las manos mientras habla), no le llega ni a los tobillos. De Bascu solo se puede hablar de corrección y educación, pero nada más.
Sobre las propuestas presentadas por cada grupo, me da la impresión de que ninguno ha entendido que la labor de oposición no es complementar la del gobierno, sino fiscalizarla y criticarla argumentalmente.
El fin no es sacar adelante mociones que luego el Gobierno cumplirá o no en función de sus intereses, sino utilizar mociones rechazadas por el grupo municipal que sustenta al gobierno para poner de manifiesto sus incongruencias, insensibilidades hacia los vecinos y falta de proyecto político para la ciudad. Todo esto no les entra en la cabeza a los del PSOE y Ciudadanos en grado sumo, ni tampoco a los de Somos Pozuelo, en menor grado.
La primera moción, la del PSOE, que proponía un plan de control de la contaminación atmosférica, está fuera de lugar en un municipio con extensas zonas verdes. El vecino no pide eso, por tanto, no hay incongruencia en rechazar la propuesta.
La segunda moción era de Ciudadanos, que proponía otro plan contra la contaminación acústica. Esto sí lo piden los vecinos porque hay muchas zonas con elevados volúmenes de ruido, así que el gobierno no tiene inconveniente en aprobarla haciéndola suya, porque eso complementa su labor y, por tanto, evita insensibilidades hacia los vecinos.
Y por último, la moción de Somos Pozuelo proponía la modificación de la Ley Integral contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid. Un tocho de tres páginas instando a no sé cuántas instituciones, modificar la Ley. Aunque es la más compleja de las tres es, sin embargo, la que pone más de manifiesto la incongruencia del gobierno municipal por mejorar la seguridad de las mujeres amenazadas por violencia machista.
La diferencia entre Gobierno y Oposición de Pozuelo es claramente el tiempo que lleva cada parte ejerciendo su labor en el Consistorio. Aquí se pone de manifiesto lo que decía mi sargento en la Mili: “la experiencia es un grado”. Eso le sobra al Gobierno municipal, mientras que a la Oposición lo que le sobra es bisoñez.
Juan Pozuelo