Segunda Crónica del Pleno de Pozuelo en el que la alcaldesa Quislant impuso su mayoría absoluta pero sufrió la mayor derrota política de su corta carrera

El desarrollo del Pleno del Ayuntamiento de Pozuelo fue un auténtico desastre para la alcaldesa Susana Pérez Quislant. Para su carrera política. Es cierto que impuso su mayoría absoluta que es, desgraciadamente, lo único que tiene en su gestión de esta villa, pero no solo de mayorías absolutas vive la política y ayer, en el Pleno, se demostró.
Quislant, posiblemente, le dirá a los suyos o a los pocos suyos que le queden, que ganó el Pleno porque tiró por el suelo las mociones de la Oposición, aprobó las de su Gobierno y sacó adelante la reforma del Reglamento Orgánico del Pleno (ROP). Posiblemente. Pero ella sabe, y lo sabe bien, que no fue así. Y lo saben también los miembros de su Gobierno aunque algunos puedan decir lo contrario por lo mucho que se juegan. La política clientelar es así.
La de ayer fue una derrota política tan importante que, probablemente, tenga un antes y un después. Primero, porque puso de manifiesto la debilidad del Gobierno de Pozuelo y, segundo, porque evidenció una importante lección de humildad para una alcaldesa que se cree la reina del mambo y debería hacérselo mirar. Ayer, se la vio tan desorientada que hasta perdió su estatus de Señorita Rottenmeier o, mejor, de ama de llaves de Rebeca. Sí, porque la señorita Rottenmeier no tenía dobleces y el ama de llaves de Rebeca, sí.
Y hay que insistir en que la derrota fue suya. Exclusivamente, suya. No perdió el Gobierno. Perdió la alcaldesa Quislant porque está demostrado que esta alcaldesa tiene anulados a todos sus concejales. A todos. Insisto, a todos. Incluso, a Eduardo Oria, ese concejal tan poco fotogénico al que está obligando a figurar en sus fotos. No hay más que ver su cara. Eduardo se deja porque no tiene más remedio. Sería duro volver a Tetuán de la Victorias.
Reconozco que no estoy haciendo una crónica como anuncié en el titular. Mis viejos maestros me lo reprocharían pero creo que, hoy, es más importante hacer análisis político. Y creo que es más importante porque, como dije ayer en la primera crónica, la Oposición está variando claramente sus objetivos. Ya no critica tanto al Gobierno de Pozuelo. Ahora va directamente a culpar a la alcaldesa y eso es altamente significativo.
Lo dijeron los portavoces de la Oposición en la reforma del ROP. Pablo Perpiña la culpó políticamente; Ángel Bascuñana la culpó técnicamente y Miguel A. Berzal la culpó administrativamente. Parecía una guerra de guerrillas perfectamente coordinada en la que cada uno hacía el papel de El Empecinado, El Cura Merino o Espoz y Mina.
Después, el ataque fue de cada uno en particular. Berzal la culpó en la moción relacionada con el escándalo del Valle de las Cañas porque Ulecia se diluyó como un azucarillo en una taza de café y no era adversario.
Y la culpó Bascuñana en la moción sobre la necesidad de tener en Pozuelo de Alarcón un Plan Director de Cooperación al Desarrollo porque Beatriz Pérez Abraham ya no es nadie. Nada. Su rollo blandibú está agotado y tampoco era adversario.
Y la culpó Perpiñá en la moción sobre participación, rendición de cuentas y control político al Gobierno porque Félix Alba vive del “Y tú más” y ese argumento ya está gastado. Hablamos de Pozuelo, Félix, no de Madrid.
Después en las preguntas orales pasó igual. A destacar, el baño que le pegó Adolfo Moreno al ‘pobre’ Félix fue de campeonato. A Alba solo se le oyó decir “Tierra, trágame”.
En fin, que Susana Pérez Quislant sufrió una derrota política en toda regla. Una derrota política que debería hacerla reflexionar.
La alcaldesa estaba tan derrotada que, incluso, se le coló una vecina y le contó su gran problema. Algo impensable. Y eso también debería hacerla reflexionar porque esa contribuyente quería decírselo en público. Podría haber ido a esos desayunos blanditos y más falsetes que un euro de chocolate que organiza la señora Quislant pero prefirió decírselo a la cara. Y eso fue duro. Sobre todo porque había sido votante del PP pero ya este PP pozuelero no la representa.
Es casi seguro que la intervención de esta mujer no lo recogerá el acta del Pleno. Ni siquiera se grabó. Pero ha abierto una brecha que será difícil de cerrar. La participación ciudadana, alcaldesa, esa participación de los que pagan la falla, sí que debería ser contemplada en una reforma del ROP y no esa chuminada caprichosa y restrictiva de derechos que ha querido hacer.
Váyase, señora Quislant. Váyase. Lo suyo, como experiencia, ha terminado.
El Capitán Possuelo