No es no y siempre acaba en si (tragedia en Ferraz)
El eterno problema de las discusiones es cuando en el empeño de tener la razón, uno no es capaz de ceder en nada. Ese empecinamiento que, según la ocasión, nos empuja a un lado o al otro del juicio, suele significar cuando nos referimos al ámbito político: estar al sol que más calienta o, lo que es lo mismo, ¡cuidado que fuera de la dirección se pasa mucho frío!
En estos días de gloria política para los que no sean de las huestes socialistas, cualquiera que sea la orientación dentro de las mismas, estamos contemplando con cierto rubor y mucho descaro, que la política solo sirve para mandar, aunque siempre se la disfrace de trabajar para el ciudadano, pero cuando ponen en peligro el status del mando…, la defensa siempre es coincidente: el colectivo me ha elegido – militancia – y solo él me podrá retirar.
Idéntica situación resulta al revés y con el mismo libro de estilo se dan soluciones cuando han sido los barones, incluso a través de una “gestora”, los que han provocado el nombramiento, pero la falta de cohesión y coincidencia con los mismos provoca la revocación, tan democrática, de un: “lo piden los afiliados” que, por supuesto, en estos casos siempre están por encima de los próceres del partido.
Lo realmente interesante es que son las mismas personas las que, en ambos casos, manejan las adversidades en el caso de los perdedores y los días de gloria cuando las elecciones se tornan en crecimiento y, al igual que en el resto de las formaciones políticas, esa doble personalidad la sobrellevan con igual entereza y con una cordura digna de encomio, frente al ciudadano que no acierta a entender tal grado de locura.
Quién le iba a decir a Pedro Sánchez que la persona más importante en la sede de su partido, fuese la de Seguridad y que estar dentro o fuera solo iba a significar: tener o no la llave de la puerta. Como es rocoso y fajador les costó arrancarlo de allí, claro que él lo hacía defendiendo los intereses del más alto nivel, incluyendo a la derecha, rancia y ajada, que tritura los propósitos de la gran clase trabajadora frente, incluso, a sus propios colegas, ya aducidos por la fiebre azul.
Solo un perdedor, finalmente, ha salido de esta partida y no es otro que el conjunto de los ciudadanos, únicos paganinis de toda la fiesta, con la condena añadida de que todo ha sido por y para nosotros. Si nos evitamos unas nuevas elecciones, contrariamente a lo que les gustaría a PP y PODEMOS, igualmente nuestros excelsos diputados habrán disfrutado de un año sabático, con buen sueldo lo que supondrá la constatación de esta tomadura de pelo, tan bien representada en las funciones que estos días nos han ofrecido desde la calle Ferraz, epicentro del sostenella y no enmendalla hasta que la cuerda no dio para más y convirtió el No, tantas veces repetido, en un rotundo Si y…de vuelta al hogar, pero con su escaño. Congratuló al partido el saber, eso sí, que se fue pidiendo unidad, tras los golpes habidos y las fracturas abiertas. No sé si, el hercúleo líder ido, es consciente de las heridas que nunca dejan de supurar…por insignificantes que parezcan.
Nos volverá a tocar caminar con una papeleta próxima al bolsillo, implorando cordura a todos y confiando que, por una vez, las decisiones sean pensando en el contribuyente que les paga y tiene que aguantarlos. Si no, ya saben qué nos espera: entre peladilla y copo de nieve, buscar tiempo para votar nuevamente.
¡Menudo negocio el de las papeletas! Siempre gana.
A. Nogueiro