Pedro Sánchez rompe el PSOE y nos conduce irremediablemente a unas terceras elecciones
Pedro Sánchez ha roto al PSOE . Quizás este sería mi titular de hoy por lo acontecido ayer. Pero no, lo importante para mí es que Sánchez nos conduce irremediablemente a unas terceras elecciones . Lo demás, no me ha sorprendido y sinceramente, me importa muy poco. Pero es noticia, sin duda.
A Sánchez no le preocupa España, ni los españoles . Tampoco su partido. No, amigos. Le preocupa él, solo él. Que le cuestionen los suyos después de obtener, una vez más, los peores resultados electorales de la historia de su partido. Y escudarse en sus militantes. ¡Qué poca clase política! Un país pendiente por si el socialista deja de estar enfadado con los suyos y el mundo. Si dimite, por fin, tras esa cascada de dimisiones socialistas. Pero él se resiste. Es un espectáculo dantesco. Y ha decidido quemar su último cartucho político. Porque, espero y deseo, que sea su último cartucho. Aunque, a costa de todos nosotros.
La decisión de Sánchez sobre sus batallitas internas. Ese pataleo. Ese no aceptar los resultados electorales. Todo eso no nos interesa . Lo que nos importa es el bloqueo al que nos ha tenido sometidos y nos sigue sometiendo a todos. Los españoles vamos a pagar muy caro su irresponsabilidad. ¿Cuánto? 6.100 millones de euros por no tener presupuestos y “¿130?” millones por el coste de una nueva campaña electoral ¿Os parece aceptable? A mi sinceramente no. Y, por lo que veo, muchos socialistas piensan como yo. 6.230 MILLONES DE EUROS que deberían ser destinados a mantener nuestro Estado del Bienestar, que podrían ser motivo para bajar impuestos. Dinero que podría destinarse para inversión, para políticas sociales. Todo ese dinero, gracias a PEDRO SÁNCHEZ, va a ir a otras cosas. Por su dichosa imagen. Por su incapacidad.
Pero, recordemos todos, Pedro Sánchez lideraba un cambio en política. ¿Esa nueva política? Aún suena en mis oídos las palabras de Albert Rivera diciendo que Pedro es de fiar. Aún recuerdo la imagen de los dos “jóvenes, pero viejos políticos” firmando un Gobierno conjunto para que Pedro Sánchez fuera Presidente. ¡Vaya panorama! Pero esto es lo que tenemos. Esta nueva política que muchos aplaudían.
La reflexión de hoy es evidente. Evidente y necesaria. ¿Cuántas formas hay de hacer política? ¿Qué tipo de políticos tenemos en la actualidad? Yo, amigos, diferencio, sin duda, dos formas.
Una, la de aquellos políticos que actúan desde la lealtad a los ciudadanos, primando el interés general sobre el personal. Aquellos que tienen un proyecto claro y transparente. Los que defienden una convivencia pacífica, unos valores y unos principios. Son responsables frente a los suyos y los demás. En definitiva, aquellos que suman derechos, restan desigualdades, hacen crecer un país y generan confianza internacional.
Y luego hay otra forma. Esa que gira en torno al ego de un personaje. A su imagen. Son esos políticos que suelen tomar decisiones irresponsables porque su propio narcisismo les impide mirar y pensar en los demás. Valoran sólo a los que le aplauden y no le cuestionan. Los demás son malos. Generan miedo, desconfianza. Aplican sin contemplación alguna la máxima de Maquiavelo “el fin justifica los medios”. Y para mi esta forma de hacer política es, simple y llanamente, corrupción. Sin más. Corrupción de la que no se habla. Pero que existe. Que no está tipificada en el Código Penal. Pero que debería estarlo. Corrupción por la que no se exige castigo ni pena. Pero que todos deberíamos denunciarla y castigarla. Porque quien pervierte la naturaleza y la finalidad de la política solo por su afán personal, es un corrupto . Sin más. Quizás la antesala del que luego, cuando toca la caja, roba. Pero un corrupto de la política. Sin duda alguna.
Y sin ninguna duda afirmo también que estas dos maneras de hacer política no tienen nada que ver con colores, lenguas y territorios . Esta distinción no se basa en siglas o en logos. Se basa en las personas. Y estoy segura que todos podemos percibir esas grandes diferencias, aunque no comulguemos con los proyectos políticos que representan. Y esas diferencias, debería obligarnos a reflexionar sobre cada político. Hagámoslo. ¿no os parece?
Elijamos entre los políticos que miran hacia delante o aquellos que miran hacia abajo, hacia su ombligo. O peor aún, se miran en un espejo y ven una imagen irreal de ellos mismos. Reflexionemos y que no nos dé miedo a decir que otro político contrario a tu proyecto es bueno. Y de la misma manera aceptar que algunos de los tuyos son perjudiciales. E igualmente opinar sobre aquellos que corrompen la política o sobre quien se está cargando un país por su ego, incapacidad, narcisismo y deslealtad a todos.
Si amigos, hay que distinguir y elegir. Cuando un político es leal a los ciudadanos, se aparta de sus propios intereses. O los de su partido. A veces de su propio electorado. A veces paga caro tomar decisiones para todos, en vez de para los suyos. Y a veces es duramente criticado por ello. Pero, a la larga, los españoles comprobamos que sus decisiones son justas, aunque no las compartamos y, finalmente, comprobamos que llevaba razón.
Este tipo de políticos defienden nuestra convivencia y las normas que sustentan nuestro Estado de Derecho . A veces, incluso, enfrentándose a lo que se está condenando “mediáticamente” o frente a los mensajes que están utilizando algunos emergentes, nuevos y viejos políticos “inquisidores”. No buscan arrancar aplausos fáciles, ni buscan titulares. Hacen política con sentido común. Y se equivocan. Y piden perdón. Y no dan lecciones morales a nadie. Y piensan en las personas y lo que necesitan.
¡Ay amigos! Por el contrario y al otro lado. Están los políticos que nunca se equivocan. Los pluscuamperfectos. Aquellos que siempre tienen el titular en la boca y la frase para arrancar el aplauso fácil que hace que su ego se eleve al infinito. Pecan de prepotencia y de soberbia. Y cuanto más les oímos hablar, más acertamos en calificarles como tal. Pero aquí están. Y vienen a quedarse. Al precio que sea. Al coste que sea. Aunque lo paguemos tú y yo. Da igual.
Esta segunda manera de hacer política que nos lleva a tener “stars” en política, en vez de gestores o legisladores. Hablan inglés perfectamente, pero han necesitado miles de horas en retórica española, cuando no de historia o geografía nacional. Van muy bien vestidos. Se abrazan entre ellos. Y se fían los unos de los otros. Pero todos cambian sus principios y valores según indiquen las encuestas. O no las cambian. O no dialogan porque se han radicalizado. Postureo. Apariencia. Egocentrismo. Narcisismo. Opacidad. Sectarismo. Pero suenan bien…
Y así llegamos a Pedro Sánchez, amigos . Y lo digo con tristeza. Su fin está cerca. Es la caída de quién se arrogo el título del líder del cambio en España. Un cambio lleno de odio, de sectarismo, de incapacidad, de mentiras, de titulares, de falta de experiencia. Un cambio lleno de ambiciones personales, egocentrismo. Narcisismo, soberbia. Prepotencia. Un cambio lleno de humo. Eso es Pedro Sánchez. Humo. Pero un humo que nos está asfixiando a todos.
Pero Pedro Sánchez no anduvo solo. Tuvo cómplices. Los sigue teniendo. Espero que todos recapacitemos, tomemos nota y no olvidemos. Nos queda mucho que ver.
Gracias.
Yolanda Estrada