Este es el país de Alí Babá y los Cuatro Mil Ladrones
No son la política ni la economía los temas que más me gustan, entre otras cosas por la posibilidad de enfangarse en alguno de los muchos lodazales que hoy siembran nuestro territorio patrio, Pero señoras y señores, esto ya es demasiado, esto ya sobrepasa cualquier medida. Y, cómo no, el mayor latrocinio de este país se ha producido donde había pasta a raudales, es decir, en las antiguas Cajas de Ahorro, hoy reconvertidas en bancos, tras un saneamiento general a cargo del Estado que ha intentado sanear las infinitas letrinas en que se convirtieron dichas instituciones, cuya base y finalidad desde su creación fueron fundamentalmente sociales y benéficas.
Y sí que lo fueron. Sociales para la sociedad de los corruptos, y benéficas para sus fiestas, viajes, lujos, joyas, mansiones, drogas, automóviles de alta gama y comilonas dignas de Heliogábalo.
No dispongo de espacio suficiente en esta breve sección para citar por su nombre a todos los puercos que hozaron en estas piaras. A quien le interese, que eche un vistazo al artículo publicado en El País titulado “Los Villanos de Oro de las Cajas”. Pero resulta sencillamente increíble saber que, según datos del Banco de España, el dinero que el Estado ha proporcionado a las entidades bancarias asciende a 61.495 millones de euros, siendo Bankia, Nova Caixa Galicia y CatalunyaCaixa las más beneficiadas. Esta calderilla debe de representar algo así como el 5% de nuestro Producto Interior Bruto.
Ah, pero no hay que preocuparse, que todo este dinero lo devolverán. Bueno, algún siglo de estos. Por ahora las entidades solo han retornado 2.666 millones de euros, el 4,3 % de las ayudas que les fueron concedidas desde mayo de 2009. A este paso, calculen…
Bueeeno, que nadie se lleve las manos a la cabeza, que el desaguisado aún se extiende a más áreas. Dignos de mención por su cuantía, tropezamos con los casos ERE y cursos de formación en Andalucía. Más de 3.200 millones de euros evaporados como en la chistera del mejor ilusionista. Y no es tanto si recordamos a alguien que en su momento llamaron en Cataluña “El Muy Honorable”, que como esforzado pajarito supo llevar al nido de su prole unos 3.300 millones de euros.
¿Hay más? Sí, por supuesto que hay más. Y eso de lo que se sabe, que seguramente es sólo una puntita mínima del iceberg financiero de este país.
Por ejemplo, los sacos de billetes que debieron de circular en aquellos años de la burbuja inmobiliaria. No podemos ni imaginar cuantos probos funcionarios y colaboradores se pringaron en miles de comisiones ilegales y otros trapicheos. Pero un estudio realizado por la Universidad de La Laguna afirmaba que de 2000 a 2010, se destaparon casos de corrupción urbanística en 676 municipios, con Andalucía y la Comunidad Valenciana a la cabeza de fraudes relacionados con el ladrillo. Y como guinda final, sepamos que en España hay abiertos 1.661 casos de corrupción política, financiera e inmobiliaria en 798 juzgados. Lamentablemente, de toda esta banda de ladrones sólo hay 23 Alí Babás en la cárcel. ¡Anda, ni siquiera 40!
¿Cómo que guinda final, si esto no tiene visos de acabar? Y lo más triste, si alguien tuviera la santa paciencia de examinar todos estos casos uno por uno, tendría que admitir que prácticamente todos los estamentos sociales han participado en mayor o menor medida en este expolio generalizado. Partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, ONGs, asociaciones profesionales, religiosas, académicas… Un verdadero virus mortífero y contagioso, un verdadero cáncer que si no logramos extirpar debilitará y matará a nuestra sociedad. Menos lujo, menos famosos y menos glamour y más arrimar el hombro.
Y me voy a permitir una generalización seguramente injusta como todas. No me importa si esta gentuza implicada ha vulnerado la ley o no. Porque si no la vulneraron, entonces los indignos son unos legisladores que permiten que el campeón de los millonarios fuera quien ejerció como director general durante nueve meses de Novacaixagalicia, (que luego necesitó 3.600 millones en ayudas públicas), y que se fue tan contento a su casita con 18,5 millones de euros como premio a su brillante gestión, desglosados en 7,7 millones de jubilación anticipada, 3,9 millones por la indemnización y 6,9 millones por el plan de pensiones. Pues si actuó legalmente, como tal parece, que manden a la mierda esa tal legalidad, y luego hablamos.
En los días actuales, muchas voces han depositado sus esperanzas en un cambio radical liderado por las nuevas fuerzas políticas emergentes. Puede ser, no hay nada imposible. Pero basándose en experiencias anteriores, nos tememos que la única diferencia entre los de antes y los recién llegados es que estos últimos traen los bolsillos vacíos. Como decía la propaganda del alcalde de una pequeña ciudad en las elecciones locales: “Votadnos a nosotros, que por lo menos ya tenemos los bolsillos llenos”.
Poseso.
Abelardo Hernández