¿La crisis de Gobierno que planea la alcaldesa Quislant es para activar el Gobierno o para ponerse ella a salvo de previsibles problemas tras el 20D?

He leído y seguido con atención los últimos rumores que se han publicado en esta página en la que se detalla la situación municipal que se respira en los pasillos del Ayuntamiento. Tras cinco meses de ¿gobierno? Municipal, corren ya rumores de crisis de gobierno, golpes de timón y conspiraciones varias entre Aguirristas y Cifuentistas, entre los partidarios de Adrados y de Quislant, entre los recién llegados y los veteranos supervivientes de Sepúlveda.
De aquellos polvos vinieron estos lodos.
Partimos de la base que la alcaldesa accidental, como la llama Sira, no tenía apoyo entre sus compañeros de lista. Adrados gobernaba con mano de hierro a su equipo municipal y nadie rechistaba lo más mínimo. Ascendió a Quislant desde el puesto 11 a llegar a ser su brazo ejecutor. Si Adrados gritaba, ella gritaba más. Actuaba como un altavoz de las instrucciones de la olvidable. No había día que no hubiesen broncas a diestro y siniestro tanto a concejales y funcionarios como a su personal de confianza. Particularmente, fue sonora la tormenta que desencadenó la dimisión de la Gerente de Urbanismo de aquel entonces, por cierto, la misma que ahora está en el equipo de Podemos en el Ayuntamiento de Madrid. Era el tándem perfecto, muy a pesar de sus compañeros de filas.
Con la marcha de Adrados, apenas 24 horas antes de la constitución del Pleno, se desató la guerra. Según la Ley Electoral, el candidato tiene que ser el siguiente de la lista que concurre a las elecciones. Y he aquí que Pérez Quislant se encuentra como candidata a alcaldesa. La reacción no se hace esperar y se produce el particular motín en las filas populares. Las lanzas ya estaban en alto en Génova entre Aguirre y Cifuentes por lo que se traslada esa particular batalla de risk a la Plaza Mayor. Aguirre apuntala a la número dos a cambio de amor eterno. Queda investida como Alcaldesa por mandato superior, pero las heridas no están ni muchísimo menos cerradas.
Pese a rodearse de una auténtica guardia de corps en la Alcaldía y realizar una campaña tan rebuscada como empalagosa para dar una imagen de amabilidad y cercanía que a pocos convence, se encuentra con un equipo que no la apoya políticamente y que cada uno va a lo suyo, inmerso en sus peleas intestinas esperando, al menos, hasta las elecciones generales del mes de diciembre.
La sensación de desgobierno es total y absoluta. La imagen de la comisión de Hacienda en la que, al parecer, nadie quería presidir fue deplorable. Los celos con la Gerencia de Urbanismo y la Concejalía del ramo es patente por la falta de competencias municipales. Otras Concejalías se desentienden bien por desidia, bien por ausencia de reconocimiento de liderazgo. Y aún quedan más de tres años y medio de legislatura. Ahí es nada.
La alcaldesa sabe que el tiempo juega en su contra. Un más que probable cambio en la estructura del PP de Madrid hacia posiciones más “marianistas”, en la persona de Cifuentes, la dejaría sin el apoyo expreso de la organización, lo que produciría una fractura total en el Ayuntamiento.
Por todo ello, los rumores de crisis de gobierno toman credibilidad con el fin de blindarse ante injerencias internas y externas. Pero ¿cómo sería dicha crisis? Ni siquiera es seguro que las nuevas incorporaciones de Móstoles y de Tetuán seguirían en el bando Aguirrista. Los concejales que repitieron ya se posicionaron al no aceptarla mayoritariamente como sucesora de Adrados. ¿Acaso habría un pacto entre las distintas facciones? ¿O quizá se forzase una dimisión encubierta mediante el nombramiento de un cargo en la Comunidad incompatible con la Alcaldía?
Sea lo que sea saldremos de dudas en poco tiempo. No me aventuro a dar ningún pronóstico. Pero se admiten apuestas.
J. Garcis