La Velocidad, el Tocino, la Contaminación y Madrid. Un artículo de Alfredo Sola

Estos días anda la cosa revuelta a cuenta de una limitación de velocidad en Madrid, que anda más irrespirable que de costumbre, que ya es decir.
Hay que hacer malabares para encontrar información entre todo el ruido que producen tantos millones de españoles a los que, independientemente de lo apropiado de la medida, de repente les limitan en algo. Este país, que no mueve un dedo cuando desaparecen mil millones de euros de su dinero y seguidamente los políticos empiezan a palear tierra encima, se indigna en cuanto les hacen ir veinte kilómetros por hora más despacio, o (santocielobendito) les hacen ir en tren. No sé si tenemos remedio.
En fin. A lo técnico, que es lo mío. Para entender la eficacia de la medida de reducción de velocidad, es menester comparar cuántos contaminantes emite el coche medio madrileño a 70 km/h y cuántos a 90 km/h, a lo largo de toda la ruta que hace, ya que independientemente de su velocidad, va a hacer los mismos kilómetros. En el caso que nos ocupa, centrémonos en los óxidos de nitrógeno, que son las simpáticas moléculas que han hecho saltar la alarma, y los planes de más de uno, por los aires.
Según un estudio de la Universidad de California de 2001 [1], la diferencia entre 70 y 90 km/h es de 0,5 g/L (gramos de NOx por litro de combustible quemado). En promedio, la emisión ronda los 3 gramos por litro. Es decir, estamos emitiendo cerca de un 20% menos de NOx. Me apresuro a señalar que el estudio que así lo afirma utilizó mediciones reales del aire en un túnel, no “teóricas” de esas que últimamente andan tan discutidas.
Otro estudio, europeo, del año 2000 [2], citado por Ecomovilidad, refrenda estas cifras.
Los coches actuales, con trampas y todo, tienden a emitir menos NOx que hace 15 años; pero la diferencia por velocidad tiene raíces profundas, y no ha cambiado gran cosa.
La pregunta interesante, en realidad, es otra. Vamos a reducir un 20% las emisiones de NOx en la M-30 y aledaños. ¿Es suficiente?
No. Claro que no.
Primero, porque en hora punta, con docenas de miles de coches atascando todas las arterias, no vamos a reducir ni un gramo. Van a seguir yendo más despacio que una bicicleta, y además son un porcentaje grande de los desplazamientos totales.
Segundo, porque por el centro de Madrid, donde se concentra la polución, se circula a 50 km/h, no a 90.
La pregunta es: ¿Realmente el magro ahorro en emisiones de NOx merece el trastorno?
En realidad, no. Pero el limitar la velocidad tiene un efecto sutil. Ayuda a llevar a la conciencia de los conductores la existencia de un problema extraordinario, y la idea de que son necesarios ajustes para lidiar con él. Y eso vale bastante más que la magra reducción de emisiones entre 70 y 90 km/h, solo conseguible fuera de horas punta y solo en la periferia.
Declarada ya la guerra a los vehículos diesel por contaminantes, y no muy a la zaga a los vehículos de gasolina… Yo voy a subirme en mi coche eléctrico, que ya es hora de ir a casa. Curiosamente, hoy se aparcaba con especial facilidad en Madrid.
Alfredo Sola