Demasiado bello para ser cierto

(16-03-15) Hace años conocí a un gran periodista catalán llamado Pepe Rodríguez experto en el tema de las sectas, y más concretamente las catalogadas como “destructivas”. Y recuerdo especialmente una advertencia que lanzaba al público transcribiendo una admonición lanzada allá por los años 70 por un tal Jeanne Mills, ex miembro de la secta “Templo del Pueblo”.
“Cuando te reúnas con las personas más amigables que hayas conocido, y te presenten al más amoroso grupo de gente que jamás hayas encontrado, y descubras que el líder es la persona más inspirada, cuidadosa, compasiva y comprensiva que hasta ahora has conocido … y todo esto suene demasiado bueno para ser cierto, ¡es probablemente demasiado bueno para ser cierto! No renuncies a tu educación, tus esperanzas y tus ambiciones para seguir un arco iris.”
No tenemos más remedio que darle la razón a Mills cuando averiguamos que el tal Reverendo Jones, organizador de la secta, en 1978 logró convencer a casi mil de sus adeptos para que se autoinmolaran. Aunque según afirmó el tipo “esto no es un suicidio, sino un acto revolucionario”.
Necesitaríamos un psicólogo que no tenemos, o un sociólogo con el que tampoco contamos, y/o mucho más espacio del que disponemos para que nos ilustraran hasta qué punto se parecen las estrategias usadas por un publicista, un líder político o religioso o un hipnotizador para comernos el tarro y vendernos su burro tuerto. ¿Te parece increíble que se pueda convencer a una persona hipnotizada para que se ponga a cuatro patas y ladre como un perro? ¡Una minucia en comparación con lo que puede lograr un verdadero líder revolucionario!.
Todos ellos parten de un punto común: Primero hacerse con la simpatía del oyente: “Qué persona tan maja, ¿no? ¡Qué bien habla!” Una vez consiguen captar nuestra atención, el siguiente paso es adormecer nuestra capacidad lógica de razonar y atacarnos por el lado emocional “Oh, qué cosas tan hermosas y tan ciertas dice… Las mismas que diría yo si tuviera esa capacidad de expresarme”. Después te cuentan que cada día son más sus seguidores. Suspiras con alivio. “Bueno, si tanta gente está a su lado, no todos van estar equivocados”.
Así que ese piquito de oro ya te tiene (y a otros muchos) más que medio conquistado. Ya lo decía Adolfo Hitler: “Yo sé que los partidarios conquistados por medio de la palabra escrita son menos que los conquistados merced a la palabra hablada y que el triunfo de todos los grandes movimientos habidos en el mundo ha sido obra de grandes oradores y no de grandes escritores”.
Y ya ves. A menudo ese Arco Iris tan rebosante de idealismo conduce directamente hacia un candente Infierno. Incluso los más bellos. O precisamente los más bellos. El Cristianismo, a la Inquisición. El Comunismo al Gulag. La Revolución Francesa a la guillotina. Ay, ay, si es que los extremos se tocan…
Lo asombroso es que el mundo ha logrado sobrevivir no gracias a sus salvadores, sino a PESAR DE ELLOS. Por favor, recordad a Bélgica. Desde las elecciones de junio del 2010 hasta diciembre de 2012, el país estuvo sin gobierno. Durante todo este tiempo bajó el paro, disminuyó el déficit público y se elevó el importe del salario mínimo.
Queridos salvapatrias: Cuando sintáis muchas, pero muchas ganas de redimirnos, librarnos de los malvados y construirnos un paraíso en la Tierra, respirad profundamente, contad hasta cien y ya veréis como se os pasan las ganas. Y si no, emulad las hazañas del Puñetero Tío Mateo, primer deportista que consiguió dar la vuelta al mundo con el culo a rastras. No falla.
Abelardo Hernández