Una Convención perfecta para que el PP gane las elecciones generales dentro de un año

(26-01-15) La Convención Nacional del PP fue perfecta para lo que quería Rajoy. El presidente quería una Convención para su mayor gloria y la tuvo. Creo, incluso, que la intervención de Aznar fue perfecta para ello. Rajoy necesitaba un contrapunto para ser creíble y el ex presidente del Gobierno se lo dio. Necesitaba que alguien le dijese que había cosas que estaban mal y, como Mariano no podía permitirle a nadie que lo hiciese delante de los líderes del partido, eligió a José María Aznar. ¿Quién mejor que el Presidente de Honor del partido para decir que las cosas no van tan bien como parece?
Jugada perfecta. Con el discurso de Aznar, además, Mariano conseguía una referencia clara para que la mayoría de los líderes pudieran contradecirle. El PP de Aznar es pasado. El PP de Rajoy es el futuro.
Todo salió perfecto para ganar las elecciones generales de dentro de un año. Las que, de verdad, le interesan a Rajoy. A las que se presentará, sin duda, y quiere ganarlas de nuevo. Y para eso, lo importante es prepararse para luchar contra Podemos. A poder con Podemos.
La pregunta tonta, por tanto, es: ¿Servirá esta Convención para que el PP gane las elecciones autonómicas y municipales?
Y ahí, la respuesta plantea serias dudas. Creo que todas las dudas del mundo. Pienso que Mariano Rajoy ya tiene amortizadas las próximas elecciones autonómicas y municipales. Ha echado sus cuentas y las da por perdidas. No les hizo caso y se le fueron de las manos. Ya no tienen remedio. Ahora hay que ir a por las generales.
Por eso, la Convención estaba planteada para levantar la moral de líderes, afiliados, simpatizantes y ciudadanos de derecha en general que también ven cerca la derrota en las municipales y autonómicas. El guión era perfecto, la puesta en escena perfecta, los discursos exactos y el mensaje idóneo… Hasta los aplausos fueron perfectos. Pero todo a un año vista. No se habló de ganar la cercanía. Sólo en clave nacional. A tres meses vista, nada. Paso palabra. Había que subir la moral y, si algo queda y servía para las autonómicas y municipales, miel sobre hojuelas.
Y la gente aplaudía. A veces, sin motivo. Solo por aplaudir. Sólo por llamar la atención. Todos eran líderes. Líderes y cargos. Y esas personas, en la mayoría de los casos, tienen el aplauso fácil a tres meses de las elecciones y las listas por hacer. Pero su cabeza estaba en hoy.
Era curioso observar, ayer, cómo todos buscaban gestos en los ojos de Rajoy. En sus manos. En sus guiños. En sus movimientos. En los saludos. Ciertamente, llamaba la atención y producía una cierta tristeza. Pero Rajoy era mármol frío. Como el de las tumbas.
Y, en medio, rumores. Y, en medio, gatos en la barriga.
En la cabeza de todos los que representaban al PP de Madrid estaban los nombres de los candidatos. Pero no había ni un solo gesto.
Por eso, hoy, cuando se haya pasado la resaca de euforia y hayan visto que la Convención estuvo muy bien pero que el problema sigue estando en la calle, los aplausos se habrán vuelto llantos y se habrán deprimido. Y es que, como decía el sargento de la comisaria a sus patrulleros en cada episodio de ‘Canción triste de Hill Street’, “Cuídense ahí fuera”.
Y fuera de las paredes del recinto de la Convención la cosa, a corto plazo, está chunga. Y no será fácil convencer a esos afiliados de a pie, simpatizantes y gente de derechas en general que el PP es la pera limonera.
Se les puede convencer, es cierto, pero se necesita tiempo para ello y no hay tiempo.
Si será cierto que a Rajoy tiene amortizadas estas elecciones cercanas que todo sigue quedando para febrero. Ignacio González decía en todo de broma: “la ventaja es que febrero tiene 28 días”.
Hubo quien dijo que lo mismo el propio Rajoy tiene pensado presentarse a todas.
Reír para no llorar.
Qué buena Convención hubiera sido si se hubiese celebrado en Septiembre.