El Tte. Coronel Palanca y los 200 de Saigón
(21-01-15) Entre las andanzas de españoles por esos mundos de Dios, hay varias muy desconocidas por numerosísimos españoles. Una de ellas fue la campaña de Indochina, con la intervención Hispano- Francesa en Conchinchina.
Hacia mediados del siglo XIX, en España reinaba Dª Isabel II y la poca política exterior que se hacía estaba muy mediatizada por el Segundo Imperio Francés.
En aquellos tiempos, la presencia francesa en Asia era ya muy importante, especialmente en China, mientras que, a excepción de Filipinas, España no tenía intereses en la zona.
Desde mediados del siglo XVII, misioneros españoles estaban en aquellos territorios, próximos a Filipinas, conocidos en España como Conchinchina. (De esa época viene el dicho popular que se dice cuando una cosa esta muy lejos: “está en la Conchinchina”)
La labor de estos misioneros era escasa debido a la indiferencia de la población indígena, por lo que las conversiones eran exiguas.
El 10 de julio de 1857 esta situación cambió con el asesinato, en el reino de Annam (futuro Vietnam), de varios católicos entre los que estaba el obispo español de Platea D. José María Díaz Sanjurjo. Ello provocó una reacción airada tanto en España como en Francia.
El emperador Napoleón III, que consideraba a Francia la protectora de las misiones católicas en Asia, propuso a España una acción conjunta de castigo para exigir a las autoridades del Reino de Annam garantías suficientes para sus nacionales en ese país.
Como Francia no poseía bases en la zona, necesitaba a España como aliado fundamental.
España, por su parte, estaba instalada en la zona desde hacía cientos de años. Disponía de bases solidas y tenía un ejército muy experimentado, constituido por indígenas tagalos con oficiales españoles que llevaban muchos años de aclimatación en la zona. Algunos, incluso, habían nacido en las Filipinas.
La participación marítima española fue escasa, de hecho solo participó un buque español, ‘Elcano’, que posteriormente fue sustituido por el ‘Jorge Juan’ que tenía mayor potencia de fuego.
El contingente español estaba formado por unos 1.650 soldados procedentes del regimiento de infantería de línea Fernando VII, de una compañía de cazadores del Regimiento del Rey nº 1, de otra del Regimiento de la Reina nº 2, de tres secciones de artillería y de servicios.
Este cuerpo expedicionario español estaba mandado por coronel Bernardo Ruíz de Lanzarote, el teniente coronel Carlos Palanca Gutiérrez y, como comandante de estado mayor, Miguel Primo de Rivera.
El objetivo era desembarcar en la bahía de Turana (Da Nang de ingrato recuerdo para los norteamericanos un siglo más tarde) como punto idóneo para atacar Hué, la capital.
El clima, la selva, las condiciones de salubridad, las fiebres y las disenterías diezmaron al ejército, especialmente, a las tropas francesas. Las españolas, más aclimatadas, soportaron mejor estas condiciones.
Los problemas que tenía combatir en las circunstancias indicadas hicieron ver a los mandos franceses que atacar al capital, muy bien fortificada además, no tendría éxito, por lo que se abandonó el asalto a Hué.
Se cambió por Saigón, ciudad más populosa y rica, cuya caída podría ejercer fuerte presión sobre la autoridades del reino.
Saigón fue asaltada el 17 de febrero de 1859, sobresaliendo los españoles cuyas tropas iban en vanguardia. En la toma de la pagoda se destacó, especialmente, un capitán llamado Ignacio Fernández.
Tras la toma de la plaza, el reparto del cuantioso botín obtenido perjudicó de forma evidente a los españoles lo que originó una protesta de su jefe el coronel Ruiz de Lanzarote.
Pero los franceses consideraron a las tropas españoles como auxiliares en el reparto y le restaron protagonismo en las acciones de guerra. Su intención era clara: querían apoderarse del territorio para ellos solos y no deseaban que nadie alegara meritos a la hora del reparto
A la vista de la situación, el Tte. Coronel Palanca regresó a Madrid, vía Manila, para informar a las autoridades de lo que estaba ocurriendo en aquellas lejanas tierras, dejando al Coronel Ruiz de Lanzarote sólo al mando de las tropas en Annam.
Mientras que llegó a España, los soldados españoles estuvieron luchando un año en la selva de Conchinchina y con un olvido casi absoluto del Gobierno español y de la opinión pública española. Tanto unos como otros estaban más interesados en las campañas de Marruecos y de Cuba que en aquella que transcurría en la lejana Conchinchina.
Entretanto, los franceses cambiaron de Comandante y el nuevo Jefe ordenó la retirada de las tropas españolas, salvo las acantonadas en Saigón, sin previa consulta con el Gobierno español. Los españoles se retiraron a Manila a las ordenes de su Coronel Ruiz de Lanzarote, dejando en Saigón 223 soldados y cuatro oficiales que defendían la ciudadela junto a otros 800 franceses.
Carlos Palanca, tras informar al Gobierno español, volvió a Saigón, en 1860, como comandante del contingente español en Saigón y plenipotenciario de Su Majestad. A su llegada, encontró una situación dramática: no se reponían las bajas de soldados ni se envían suministros ni dinero desde Manila ni desde ningún sitio.
El Gobierno de España había hecho oídos sordos a las advertencias de Palanca para hacer a España dueña de un inmenso territorio en Indochina como estaba haciendo Francia y, de hecho, había abandonado a aquellos españoles.
El resultado fue una retirada vergonzosa de de Saigón de Palanca y de sus hombres después de cinco años de sacrificio. Y lo peor fue que el gobierno español de la época silenció esta vergüenza nacional ante la opinión pública.
Pero Palanca no se arredró y, con sus doscientos hombres siguió combatiendo como tropas de choque y colaboró en el ataque a Ki-Hoa, donde tuvo un 30% de bajas y en todos los combates encarnizados que se produjeron.
Un año después, con poco más de 100 soldados, participó en los combates deLong-Lap, Vinh-Luong y Long-Dinh.
El 5 de junio de 1862, se firmó la paz entre Francia y el Reino de Annam por la que este Reino cedió la zona ocupada a Francia y permitió la libertad religiosa. España se dio por satisfecha con la libertad religiosa y renunció a cualquier pretensión territorial.
España no había sacado nada de la campaña, las tropas regresaron a Filipinas vestidas de harapos, con armas francesas o cogidas al enemigo, con sandalias y ropas vietnamitas.
En Manila fueron recibidos como héroes, mientras la historia oficial española los olvidaba.
El Teniente Coronel Palanca sufrió profundamente la frustración al ver como su patria se desentendía del esfuerzo de sus soldados.
Se llamaba Carlos Palanca Gutiérrez. Había nacido en Valencia, el 24 de mayo de 1819 y murió en Madrid el 16 de septiembre de 1876.
José Colmenar
Para saber más:
- En tierra extraña. De Miguel del Rey y Carlos Canales
- La guerra de indochina. Alejandro Sintes
- La guerra de la Conchinchina . Juan Perucho
- Internet