El Gobierno ha convertido la Operación Asfalto en ‘Pesadilla en Pozuelo’s Streets’
(01-10-14) No sé qué ha podido pasar para que la cacareada Operación Asfalto, gracias al superávit por supuesto, se convierta en una pesadilla. Auténtica pesadilla. Por donde ha ido asfaltando ha ido produciendo congoja entre los vecinos a causa de la incertidumbre que provocaba. La última está siendo la pesadilla en la Avenida de Leopoldo Calvo Sotelo. ‘Pesadilla en Leopoldo Calvo Sotelo Street’. Paradojas del destino.
No sé si esta operación, vendida como grandiosa por parte del Gobierno, allá por finales de Julio, está siendo un desastre porque se montó deprisa y corriendo (en Pozuelo se hace todo así) para arreglar más de 15 kilómetros de vías, aprovechando el periodo estival y tener un menor impacto en la vida diaria de los vecinos o, sencillamente, está siendo un desatino porque está afectada por los ‘poyaques’, esa maldición que entra en cada casa cuando se hacen obras. A todos nos ha pasado.
‘Poyaque están ustedes aquí, podían pintar la cocina y arreglar el marco de la ventana de la niña que se ha debido desencajar y le entra frío’. Quien diga que no lo haya hecho alguna vez es que vive de alquilado o la pareja se encarga de esas cosas. En Pozuelo, la fracasada Operación Asfalto bien podría haber sido de debida a algo así. ‘Poyaque están ustedes en esta calle podían darle una pasada a un trocito de la calle de al lado que está tan mal…’
El caso es que lo que iba a durar un mes ya lleva dos, ha empezado el tercero y, como dicen en Castilla, ‘lo que te rondaré, morena’.
¿Qué ha pasado, Andrés Calvo Sotelo, para que la Operación Asfalto se haya convertido en una pesadilla para los vecinos de Pozuelo?
Entiendo que, como el Gobierno de Pozuelo no prepara nada con tiempo y todo se hace a salto de mata, los directivos de la empresa contratada para asfaltar les hayan metido un gol por toda la escuadra. Vieron pasta fresca porque este Gobierno lo vendió como una acción consecuente con el superávit y aquellos pensaron ésta es la nuestra: por un millón y medio de euros hacemos el pino, si quieren. Por ese dinero, asfaltaban 15 calles o 23. O 37. Las que hiciese falta. Y en un mes les daba tiempo a todo. Inocente pobre amigo, que cantaba Juan Gabriel.
Decía la nota de prensa: El Gobierno del Ayuntamiento informará, con 48 horas de antelación, a los vecinos de las calles en las que se realizarán estas mejoras a través de carteles informativos en los portales y buzones.
Y, al principio, todo era estupendo. Era. Pero el tiempo pasaba y aquello avanzaba demasiado lentamente. Y las máquinas se metieron en Septiembre. Y la gente volvió. Y empezaron los colegios. Y empezó el caos. Y la Operación Asfalto se convirtió en una pesadilla para los vecinos. Vecinos que no podían aparcar en su calle no ya 48 horas sino 72… Y, al paso que va la Avenida de Calvo Sotelo, la pesadilla puede durar 96 horas o en 120. Normal. Es la vieja teoría del caos. Empieza por pequeños desajustes y termina rompiendo todos los comportamientos. Ahora los vecinos de Pozuelo prefieren que no asfalten su calle. Que no, que no… que por aquí no vengan…
Lo peor de todo es que el Gobierno de Pozuelo nunca pide disculpas. Nunca da explicaciones. Nunca justifica racionalmente las cosas. No sale nunca a la calle a escuchar las quejas de los vecinos. El Gobierno de Pozuelo es un marmolillo. Le da igual todo. Y este desastre lo demuestra.
De hecho, sigue en sus trece, declarando que “Las obras se han llevado a cabo a muy buen ritmo, respetando y cumpliendo los plazos previstos y evitando molestias importantes en colegios, vías y ejes principales del municipio”. Todo Pozuelo sabe que no es así. Pero, ¿la soberbia, se dice? de este Gobierno empieza a no tener parangón.
A la señora alcaldesa se le ha debido olvidar que ‘los dioses, cuando quieren confundir a los hombres, los hacen soberbios’. No lo digo yo. Se decía en la Grecia Clásica.
Si serán ¿se dice soberbios? que ni siquiera están cambiando el color de las zonas de aparcamiento regulado, aprovechando el nuevo firme de las calles, para cumplir con la ley. Siguen pintándolas de verde aunque esté prohibido.
Todo un dislate.