El pin parental es solo un eufemismo de un grave problema: Una Ley LGTB que va más allá de lo que nunca debió ir por el afán de adoctrinamiento de la izquierda y la imagen guay de C’s
Ya sólo el nombre: pin parental, es como para hacérselo mirar. No sé a quién se le ha ocurrido pero queridos políticos y políticas os voy a decir dos cosas: el nombre es muy ridículo y además la gente no se entera
Hagan una prueba, salgan a la calle y pidan que se lo expliquen ya verán como nadie sabe a ciencia cierta cómo funciona o funcionaría el célebre pin.
Verán, el pin parental no es ni más ni menos que hacer objeción de conciencia en determinadas materias que la izquierda recalcitrante, con la inestimable ayuda de Ciudadanos (esto no lo olviden nunca), ha logrado incluir en las actividades complementarias de los programas educativos escolares.
El problema es que la objeción de conciencia, que está contemplada en el ordenamiento jurídico, no parece que pueda ajustarse a este supuesto y por eso VOX ha inventado otro nombre para decir lo mismo.
Rocío Monasterio, que es igual de astuta que cargante, ha conseguido poner el dichoso pin en el epicentro del debate educativo y de paso sacar los colores al PP.
Porque verán, ante la petición de Monasterio de aplicar el pin parental en Madrid, la presidenta Ayuso ha respondido que no es necesario porque en los colegios madrileños se informa a los padres de cualquier actividad educativa complementaria y ellos pueden decidir si su hijo asiste a ella o no.
O sea, en román paladino, que según la presidenta en la Comunidad de Madrid ya se viene aplicando el pin o veto que reclama VOX.
Me temo que esto no es del todo cierto porque habría que determinar si las actividades complementarias son como las extraescolares, es decir, si son voluntarias o por el contrario forman parte del currículo educativo, y eso tendrá que decirlo un juez.
Pero el problema es que nadie quiere abordar el verdadero debate.
El problema es una Ley LGTB que va mucho más allá de lo que nunca debió ir.
El problema es que la izquierda, como siempre a lo largo de su historia, ha buscado el adoctrinamiento desde la infancia.
El problema es que una ministra dice que “los hijos no pertenecen a los padres”.
El problema es nombrar directora general del Instituto de la Mujer a una persona que considera que la heterosexualidad es una aberración.
Y el problema son los políticos irresponsables y anaranjadamente irrelevantes que les mola mucho ser modernos y progres porque les da una imagen súperguay.
El verdadero debate está en si tiene sentido que se hable de sexualidad y de identidad LGTB en horario escolar. En si es lo mismo que un policía vaya a un colegio a explicar cuál es su trabajo diario o que vaya Irene Montero a hablar del heteropatriarcado opresor.
Sras. Ayuso y Monasterio, si quieren debatir sobre esto háganlo, pero dejen de hablar para la galería, cuenten las cosas como son y no pongan nombres estúpidos a cosas importantes.
Dracarys