La poca vergüenza política de Beatriz Pérez Abraham no tiene parangón: Su demostración de soberbia, grosería y falta de respeto en la Comisión de Informativa de Cuentas fue escandalosa
De la concejala Beatriz Pérez Abraham ya se puede esperar poco. Chica del millón de euros cobrado en el Ayuntamiento de Pozuelo tras 15 años en el momio, sabe que su tiempo acabó hace mucho tiempo.
Ahora, como la alcaldesa Quislant, solo anda preocupada por el futuro de su diputado marido. Si su marido cae, que caerá, porque la mayoría de los viejos peperos han caducado, lo suyo huele a cadáver político. Ella vale poco, aunque ahora decir eso no sea políticamente correcto. Nunca valió mucho. Pero ahora, sin apoyo, no la va a salvar ni la Consolación bendita.
Y como Juana Beatriz está acabada y pasota y ya solo tiene la preocupación de la pasta, me cuentan que el espectáculo que dio ayer en la Comisión Informativa Especial de Cuentas 2017 fue bochornoso. Solo le interesaba mirar el debate de la Moción de Censura en el Congreso en una tablet y escuchar qué decían con auriculares. Allí era donde se jugaba los garbanzos. Una cara más dura que los adoquines de la Plaza del Padre Vallet. Ni contestaba a las preguntas de la Oposición sobre su área de Gobierno.
Más o menos lo que hizo en año pasado junto a la Infantita pero más descarado…
¿Se acuerdan del año pasado…?
Pues lo mismo. Ella miraba la tablet y Almudena Ruiz Escudero miraba el teléfono. Como el año pasado. Un escandalazo. Todo les importa un carajo.
Los tres Grupos de la Oposición preguntando sobre su concejalía y Juana Beatriz ni levantaba la cabeza. Una falta de respeto brutal. Ni levantaba la cabeza, insisto, para mirar al concejal de la Oposición que le preguntaba. Solo una vez dijo “supongo”, a una pregunta de Bascuñana, y volvió a la tablet.
Y la Infantita con el teléfono.
Hasta los técnicos que estaban en la Comisión han alucinado. Incluso, Cerrillo.
Una poca vergüenza política de la tal Beatriz Pérez Abraham que no tiene parangón. Nunca debió ser concejala de Pozuelo. Su soberbia la consume.
¿Y qué se puede hacer ante esto?
Simplemente, pedir su dimisión. A ella, como a la mayoría de los concejales del Gobierno ya solo les preocupa qué pasará en unos meses y han cerrado el kiosco. Poco se puede hacer ya… Pediré su dimisión.
Apunto, por apuntar, la posibilidad de que la alcaldesa le abriese expediente y, al menos, le multase con algo de dinero… Juana solo entiende ese tipo de castigo…
Pero cuando lo he comentado en la redacción, creo que aún se están riendo… Alguno, incluso, ha enfermado de la risa…
Al parecer, la alcaldesa es igual que ella…
Vaya tropa. Seguiremos informando…
La Piraña del Meaques