Mis cafés apócrifos con gente de Pozuelo: Hoy, con Paloma Tejero, la mujer que creyó que Pozuelo era una balsa de aceite y que tenía agarraderas con la alcaldesa pero nada fue cierto

Y por fin conseguí su teléfono. Ha sido uno de los objetivos de mis cafés apócrifos. Quería conocerla en persona. Me atrae su historia. Quería resolver dudas mirándola a los ojos. Preguntándole sin miedo. Esperando una respuesta sincera.
Ella es esa joven de la “vieja política”. Bueno, ya no tan joven. Pero que toda su vida ha girado en torno a la política.
Y marque su teléfono. “Hola, soy Sira?¿Qué tal? “¿Eres Sira de verdad?”
Su voz parecía sería. Cortante. Silencio durante unos segundos. Pero al final, aceptó mi invitación a café. De primeras me ha gustado que no pidiera permiso a nadie o que no lo consultará con nadie. Como hizo Pablo Gil. Un punto para ella. No me puso ninguna condición. Salvo que fuera puntual porque quería volver pronto a casa Vive fuera de Pozuelo. Por supuesto.
Así que aquella tarde, deje a mis hijos con Luis en la piscina y salí corriendo hacia la Cruz Blanca. ¡Vaya, voy en chanclas! Me di cuenta subiendo ya por Luis Bejar. Espero que no sea del clan de Beatriz Pérez Abraham y me lo eche en cara. Y seguí subiendo la calle. Y a la hora en punto, entraba yo por la puerta. Y ahí estaba ella. Sentada.
Paloma Tejero. Absolutamente, impecable. Miraba a la puerta y creo que no pensó que fuera yo. No me hizo ni caso. Creo que esperaba a otra persona. Y nuestras miradas se cruzaron y entonces me di cuenta que estaba fuera de juego. “¿Sorprendida?”, le pregunté. Y ella respondió, “sinceramente sí. Encantada de conocerte, Sira”.
Y así empezó nuestro café. Luego entendí que se han barajado tantas identidades sobre mí que ella estaba convencida que iba a conocerme. Le expliqué que yo no la conocía de nada y ella a mí tampoco. Por eso me apetecía verla en persona. Y antes que a otros muchos.
Mi prima Paqui me preguntó una vez si el orden que he seguido con todos mis compañeros de café era real. Le respondí que no. A Paloma Tejero la vi antes que a otros. Aunque mis notitas sobre otros se hayan publicado ya. Pero ella me hizo pensar.
Nunca entenderé cómo una mujer como ella aceptó venir a Pozuelo de la mano del Miguel. El marido de Susana Pérez Quislant. Cómo aceptó entrar en un municipio como forastera en vez de pelear en la candidatura de su partido en su pueblo. Y nunca entenderé cómo se deja manipular por alguien que no piensa en el PP, solo en ella. En sus intereses. Y traga quina.
Así que empecé por el principio. ¿Por qué, Paloma?
Y ella me confesó que la situación era difícil para ella en Móstoles. Que tuvo siempre el apoyo de Esteban Parro, pero nunca el de Daniel Ortiz. Y se dejó embaucar por Miguel Ángel que trabajaba allí. Y bajando la voz me dijo, “él sabía que Susana sería Alcaldesa antes de las elecciones y en su cuota de las listas de Pozuelo me metió a mi”. Ella aceptó. No tenía que luchar. Iba en una lista ganadora. Y tenía buena relación con la futura alcaldesa. “¿Por qué rechazarlo?”, me dijo en un tono altivo.
En parte la concejala de Urbanismo lleva razón. No tenía ningún motivo para decir que no. Ni siquiera ético o moral. Total Paloma Adrados, Esperanza Aguirre y Susana Pérez Quislant estaba a engañando a todos los vecinos de Pozuelo y a los afiliados del PP de aquí. ¿Por qué iba a rechazar ella ser concejala aquí?
Pero a medida que fuimos entrando en el barro, el tono altivo de su voz fue bajando. Como fueron bajando, me cuentan, en la Casa Consistorial. De un tiempo a esta parte, sus formas han ido dulcificándose con el tiempo y, también, por caer ya en desgracia.
Me quiso convencer de que en El Correo somos muy injustos con ella. Y cuando le pregunté por ARPO o por el problema del SER. Ella se calló. Y me dijo. “Es todo muy complicado, Sira. Más de lo que os podéis imaginar”.
Y empezó a hablar. Y no solo con las palabras. Una a veces habla también con los gestos. La mirada. El tono. Y esta mujer se vino abajo en menos de 20 minutos.
La vida municipal que ella esperaba en Pozuelo, no es lo que está siendo. Se ha refugiado en algunos funcionarios para tirar para adelante. Intenta evitar mojarse. No quiere líos con nadie. Quiso imitar a Susana en el principio de sus tiempos. Así se lo exigían. Pero quien se lo exigió luego cambió con ella y empezó a ser el objetivo de críticas públicas y de situaciones embarazosas.
¿El PP de Pozuelo? A ella le da exactamente igual. Quiere irse. Aguanta por el sueldo. Pero se quiere marchar y más aún, intuí, si las cosas no cambian. Y si cambian, también querrá irse porque será insoportable “aguantar” a la Alcaldesa.
Ella se considera una mandada. Y Pozuelo ni le preocupa ni le ocupa, salvo lo justo para justificar que cobra de nuestros impuestos. De todas formas me dijo algo que ya había escuchado: A pesar de lo que pase en el PP de Pozuelo, quien va a ser el candidato en las próximas elecciones municipales es Enrique. Gane o pierda. Eso lo sabemos todos. Es el objetivo de unos pocos con poder y es su gran objetivo. Así que ella, por si acaso, se lleva bien con Almudena.
Esa relación me extrañó porque Paloma tiene una excelente formación, y desconozco su experiencia. Pero no entendí su defensa a ultranza de Almudena.Tejero calló y sonrió. “No me metas en líos, Sira”. Y cambió de tema.
Fue muy educada. Se mojó poco. Pero, sin darse cuenta me dio más información de la que yo esperaba. Cuando le pregunté por Lourdes Macian, su cara sé transformó. Y ella me preguntó a mí, ¿que sabes tú de Lourdes? Y yo sonreí. Demasiadas cosas que no os dejan en buen lugar ni a ti ni a la Alcaldesa. Ella rápidamente me dijo que no tuvo nada que ver. Que esa decisión no la tomó ella.
Tejero está asustada. Teme hasta hablar bien de sus compañeros. O mal, si lo piensa. Teme que le suene el móvil y sea ella. Teme que en Génova le digan que tiene que apoyar una candidatura u otra en la agrupación de Pozuelo. Teme enfrentarse a determinadas personas. Y, lo peor, teme formar parte de un gobierno que va a hacer perder al PP la mayoría absoluta en las próximas elecciones municipales.
Paloma Tejero es una superviviente. Pero está preparada. Formada. Es lista. Y sabrá mover sus hilos. Pero tiene que perder el miedo. Tiene que hablar y contar. Y tiene un deber inexcusable con Pozuelo, ser leal a los vecinos que pagamos nuestros impuestos aquí.
Le dije a Tobby que la siesta me sentó de maravilla. Tobby me miraba extrañado. Movía el rabo. Y se subió al sofá. Mientras le acariciaba, pensé en la concejala rubia. Y me vinieron otros nombres a la cabeza. Muchas que ya no están. Huyeron de Pozuelo.
¿Será verdad que ella está buscando acomodo fuera? Si es cierto, no me extrañaría nada. Y la aplaudiría. Así, al menos, un pozuelero entraría como concejal del PP.
Por cierto, las chanclas no le llamaron la atención. Otro punto más para ella.
Sira Q.