Crónica del día electoral en Pozuelo y cómo dos jóvenes desconocidos y una afiliada anónima del PP me convencieron de que debía votar a Mariano Rajoy
La noche electoral Luis, mi marido, disfrutó como un “enano”. Nunca le había visto así. Os aseguro que hasta yo me puse nerviosa. Como siempre, las dichosas encuestas. A las ocho, esos resultados que nos hicieron temblar a muchos. A las nueve, todo empezó a aclararse. Y yo me pregunto, ¿para qué sirven las encuestas?
Me di cuenta que las encuestas iban a fallar en el colegio cuando fuimos a votar. Había miedo a que ganase esa panda de indocumentados que llevaban el colgante de Pablo Iglesias. Asustaniños. Luisito, al verlos, me cogió de la mano con miedo: “Mamá…¿quiénes son esos?”, me preguntó. Yo le tranquilicé y le dije que era gente que estaba trabajando. Que eran personas normales, pero que se vestían de forma rara. Por cierto, que había mucho extranjero acreditado del partido de Pablo Iglesias. Luisito, en cualquier caso, no me soltó la mano.
Un chaval de apenas 20 años estaba a mi lado con la papeleta del Senado. Su hermano había puesto las cruces a los candidatos de VOX. El iba a hacer lo mismo. Pero miró a los de Pablo Iglesias y yo esperé a ver qué pasaba. La reacción fue inmediata. El chico le dijo a su hermano que creía que estaban tirando su voto, “…Mira qué pintas tienen. Estos vienen a que les regalemos todos una casa y un sueldo. Y nuestros padres, trabajando como negros. Yo no voy a votar a VOX, lo siento”. El joven cambió sus papeletas y votó al PP.
Fui testigo de ese momento. Y me sentí orgullosa de los hijos que estamos educando. No sé nada de él. Pero tenía pinta de pillo. Probablemente, da más de un disgusto en su casa. Seguro que le pone la cabeza a su madre como un bombo.
Seguramente, en casa, le dijeron: hay que votar a VOX. Pero este chico vio algo en los de Podemos y cambió su papeleta. Y su hermano hizo lo mismo.
Lo más importante de esta anécdota es que no sentí odio en aquellos jóvenes. Ni miedo. Todo lo contrario. Transmitían respeto por sus padres. Y, por extensión, por todos nosotros.
Imaginaos la escena. Luis en la cola de su mesa. Yo con las papeletas en la mano y aún con duda. Iba a entrar en la cabina. Mi hijo apretándome la mano. Afiliados del PP de Pozuelo en el colegio electoral. Y pensé en el esfuerzo de esta gente a pesar de lo que tienen encima en mi pueblo.
Pero allí estaban. Con buena cara. Una afiliada ayudando a una señora que había tropezado y casi caído. Miré a aquella afiliada. La miré a los ojos. Sonreí. Me di cuenta que es una de las pocas que quedan en el PP de Pozuelo. La reconocí por esas fotos que cuelgan en las redes sociales. Aquella mujer no chupa del sueldo público pozuelero, pero allí estaba, defendiendo sus siglas. Me quedé con esa imagen. Esa mujer.
Ya no necesitaba entrar en la cabina con mis papeletas. Cogí la del PP. Hice las cruces a los candidatos del Senado del PP sin esconderme de nada ni nadie. No me tapé la nariz. No lo hice.
Voté convencida. Voté pensando en mis hijos. Voté pensando en España. Voté pensando en Mariano Rajoy y Cristina Cifuentes. Voté esperanzada. Aquellas personas anónimas me habían convencido.
Me tembló el pulso cuando el presidente de la mesa dijo “vota”. Estaba participando en una decisión crucial para todos los españoles. Mi pensamiento fue positivo. Quise obviar todo lo que pienso de las dos peores dirigentes del PP de Pozuelo. Quise no pensar en lo malo. Quise ver la imagen de dos jóvenes y de esa afiliada que merecen un respeto. Mi respeto. Quise hacer todo eso y lo hice. Voté por el Partido Popular. Y sentí un gran alivio.
Os voy a reconocer que me lo pensé mucho. Hasta discutí con Luis. Dude. E, incluso, pensé en votar en blanco. Pero al final reconozco que me convencía. Aquella gente me había convencido de Mariano Rajoy necesitaba otra oportunidad. Me da seguridad. Me gusta su templanza. Y creo que en este ambiente de odio que han agitado algunos, necesitamos tranquilidad y moderación.
A la salida María y otro afiliado más del PP estaban en la puerta. “Tenéis que renovar Pozuelo”, les dije. Es prioritario. Viendo los resultados me reafirmo en mis palabras. El PP en mi pueblo tendría que haber arrasado. Sin duda. Pero con el nivel local del PP aquí, es imposible.
Es cierto que han sacado un buen resultado. Pero también es cierto que ese resultado se debe a un sentimiento generalizado de pánico por la entrada en escena de PODEMOS. Que no lo olvide nadie. Y también es cierto que Ciudadanos ha conseguido unos 10.000 votos. Casi nada. O cambian el PP de Pozuelo o cambiamos de gobierno local los pozueleros.
Os dejo este dato. Municipales de 2015. 20.063 votos al PP. Generales de 2015, 25.006. Generales 2016, 27.518 PP.
A buen entendedor, pocas palabras bastan. Y yo me quedo con la mirada de esa afiliada del PP. Con su mirada y mi sonrisa.
Sira Q.