La dignidad de ser concejal de Pozuelo lo exige: Pablo G. Perpiná debe presentar su dimisión antes del Pleno extraordinario del miércoles por participar en una pelea callejera
El 31 de agosto de 2015, El Correo de Pozuelo denunciaba que el concejal Pablo G. Perpiná había estado implicado en una pelea en un bar de Islantilla, en la provincia de Huelva, a mediados de ese mismo mes. Pelea en la que le había roto la nariz a una persona en defensa de su revolución política. Y unos días después, a mediados de septiembre, más o menos de esta misma manera, titulé una columna en esta misma sección.
Y dije entonces que no estaba bien que un concejal de Pozuelo de Alarcón interviniese en riñas tabernarias. Su dignidad como concejal había quedado por los suelos y, por lo tanto, la de todos los pozueleros. Y esto era así aunque Pablo Gómez Perpiná hubiese intervenido en su propia defensa. Los hechos eran los que eran y dos no riñen si uno no quiere. Y un concejal de Pozuelo debe mantenerse al margen de esas acciones que manchan su decoro. Y si lo hace, debería asumir su error dimitiendo.
Y concretaba que, en el primer Pleno del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón y delante de todos los representantes políticos de los vecinos, la dignidad de ser concejal de esta ciudad exigía que Pablo Gómez Perpiñá pidiese disculpas a todos por haber intervenido en una pelea impropia y presentase su dimisión.
Y no sólo lo exigía la dignidad que representa sino que también lo exigía la coherencia con los principios regeneradores de la política que él, especialmente, defiende.
No pasó nada. Al parecer, el concejal de Somos Pozuelo, al hacerse público su acto barriobajero fue corriendo a explicárselo a los portavoces de la oposición y a la propia alcaldesa y pelillos a la mar. A mí se me acusó de no sé cuantas cosas y que todo lo tape una capa de la operación asfalto.
Ahora, el diario “El Mundo” vuelve sobre aquella noticia y dice que Pablo Gómez Perpiná está siendo investigado por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Ayamonte (Huelva) por un presunto delito de lesiones, según le confirmaron fuentes judiciales ya que el concejal de Somos Pozuelo ha tenido que declarar ante un juzgado de Pozuelo por aquellos hechos lamentables.
Según el atestado realizado por la Guardia Civil, al que también ha tenido acceso El Mundo, el 16 de agosto de 2015, entre las 6.00 y las 8.00 horas, el denunciante que, curiosamente, también es vecino de Pozuelo, vio “como cinco personas desconocidas tenían acorralado” a un amigo “y le estaban agrediendo” en las inmediaciones de una discoteca.
“El denunciante, sigue contando, se acerca e intenta ayudar a su amigo y logra sacarlo”, pero “en ese momento, es inmovilizado por la espalda por dos o tres personas, y una cuarta lo cogió por los pelos y le golpeó la cabeza con la acera”. El denunciante manifestó a la Guardia Civil que uno de los agresores era Pablo Gómez Perpiñá.
Lógicamente, Pablo se ha defendido ante el juez, reconociendo que intervino en la pelea, pero dando su versión. La ley lo permite. No entraré a comentar eso. No lo hice entonces ni lo haré ahora. No soy juez y respeto la presunción de inocencia, algo a lo que estamos tan poco acostumbrados en esta ciudad. Allá cada uno. Ya dirá el juez lo que tenga que decir.
Yo solo digo, como dije entonces, (ahora con más argumentos) que el concejal de Somos Pozuelo Pablo Gómez Perpiñá debe dimitir. Reconoce que participó en aquella pelea y eso es causa más que de sobra para que dimita. Es indigno que un concejal del Excelentísimo Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón participe en una pelea tabernaria. Y más aún, por motivaciones políticas como ya contamos hace tiempo.
Y, además de por dignidad propia, esa dimisión se la debe exigir Ciudadanos, el PSOE o la propia alcaldesa Quislant. Es política. Es dignificación de la política. Al margen, por supuesto, de la calificación que los jueces hagan de los hechos.
Y debe dimitir antes del Debate de política general del Municipio del Pleno Extraordinario del próximo miércoles…
Y lo debe hacer porque todo lo que diga desde el estrado, en ese Pleno Extraordinario, no tendrá ningún valor político porque carecerá, curiosamente, de la dignidad que tanto él como su partido político dicen haber venido a regenerar.
El Capitán Possuelo