‘Ne me quitte pas’, en versión de Jacques Brel. El mítico tema que Brel tanto odió porque le recordaba permanentemente su cobardía
En 1955, Jacques Brel hace una gira con un grupo de cantantes cómicas que se llamaban ‘Las niñas de papá’, Les filles à papa, que parodiaban los éxitos de otros cantantes como Aznavour, Brassens, Nino Ferrer, etc. y que estaba formado por Perrete Souplex (la actriz fetiche de Xavier Dolan) Françoise Dorin (escritora y autora de letras como ‘Qué triste Venecia’ de Charles Aznavour) y Suzanne Gabriello. Fue con esta última con la que Brel tendría un affaire que duraría cinco años y a la que dedicaría la canción ‘Ne me quitte pas’.
Suzanne era una mujer sensual, liberada e inteligente.
Zizou como todos la conocían, fue la responsable de la puesta en escena de Brel en el Olimpia de París que sería el punto de inflexión en la carrera del cantante belga. Todo bien, un amor apasionado, prohibido, loco, entre giras, encuentros y desencuentros, mentiras y reconciliaciones en la triunfante intelectualidad del París de los últimos años 50.
El problema llegó cuando ella se quedó embarazada. Jacques Brel que era católico hasta la médula y realizaba frecuentes conciertos para asociaciones religiosas, lo que hacía que Georges Brassens le llamara el abate Brel, no quería separarse de su mujer.
Casi como un cobarde de novela, Jacques intenta por todos los medios evitar a la joven, se esconde bajo las piedras con tal de no encontrarse con Suzanne y cuando se produce el encuentro se niega a reconocer la paternidad del niño.
En fin, historia clásica, que no podía sino terminar con el completo desprecio por parte de Zizou y la desesperación del cantante que, en un intento patético de evitar la ruptura, escribió esta canción.
En 1959 graba un disco con dos canciones dedicadas a Suzanne a la que ya hacía unos meses que había perdido definitivamente: ‘Ne me quitte pas’ y ‘Je t’aime’.
Edith Piaf, que haría suya la canción, hablaba pestes de Jacques Brel porque conocía de primera mano la historia que había generado la canción y comprendía cómo la pretendida humillación que recoge la canción no escondía sino un intento machista de manipulación, pero entendía también que era precisamente esa humillación masculina la que hacía que la canción fuese un éxito total entre las mujeres.
Brel siempre odió la canción porque la consideraba una catarsis de su propia cobardía y su éxito, y las numerosísimas versiones que tuvo, fue su penitencia por el dolor causado a Zizou.
Y es que, posiblemente, “Ne me quitte pas” sea la canción más versionada de la música moderna, aunque ha sido cantada bajo los títulos “If you go away”, “Don’t leave me”, “Bitte, geh nicht fort”, “Lasko prokleta”, “Non andare via”, “Não me deixes mais”, “Se Você Partir”, “Laat me niet alleen”, “Al tilchi mikan”, “Ne ostavljaj me”, “No me dejes”, “No em deixis mai”, entre otras.
Más de 120 versiones distintas. La lista es inacabable.