Ayer tuve un sueño: Almudena Ruiz Escudero dimitía de su cargo de Concejal del Ayto. de Pozuelo por haber disfrutado de una vivienda municipal mientras era Concejal en 2007
Ayer tuve un sueño. Tras leer El Correo de Pozuelo soñé que Almudena Ruiz Escudero dimitía de su cargo de Concejal de Educación y Juventud. La razón: haber disfrutado hace una década de una vivienda municipal mientras era Concejal de Promoción Económica del Ayuntamiento de Pozuelo.
No sé si pasará de ser un sueño a una realidad, pero motivos hay para ello porque a este desliz antiético, que no ilegal, hay que añadir otro de parecido calado: haberse beneficiado hace un año, en su tercera legislatura como concejal, de las ayudas a la natalidad que reparte porque sí nuestro ayuntamiento.
Y es que, esta diplomada en Magisterio que no ha trabajado en otra cosa distinta de las diversas concejalías por las que ha pasado como titular, tiene distorsionada la ética política vista desde el criterio moral de la servicialidad. Estos deslices que para todos son antiéticos, para ella no son un modo inmoral de aprovecharse del poder que le otorga su cargo institucional. Aún así, lo ha ocultado y eso ya es un indicio de que, quizá, sí es conocedora de la inmoralidad de sus hechos y por tanto, merece purgar su culpa con la dimisión.
Era Weber quien decía que “en todo sistema de gobierno hay quienes viven de la política y quienes viven para la política”. Los primeros se introducen en la vida pública y anhelan los cargos políticos como medios para acrecentar sus arcas particulares, mientras que los segundos se entregan a la vida política como servidores de una causa y ven el acceso al poder como un medio para servir a la ciudadanía.
Éste último no es el caso de nuestra Concejal y si mi sueño de anoche se hace realidad sería un triunfo de la moralidad frente a la inmoralidad, que buena falta hace para la vida pública de nuestra ciudad y para la regeneración del Partido Popular de Pozuelo, quien se ha olvidado del Principio de Servicialidad que todo gobernante debe cumplir.
El Soñador de Pozuelo