Yolanda Estrada, en su video blog, hace una gran defensa de la Constitución Española contra todos aquellos que creen que hay que reformarla por considerarla antigua. (También versión escrita)
(Versión escrita para los que no puedan oírla, especialmente en el Ayuntamiento de Pozuelo)
Ayer celebramos el 39 aniversario de nuestra Carta Magna. Nuestra Norma Suprema. Nuestra Constitución. Y quizá sea uno de esos aniversarios que no deberíamos olvidar y que los demócratas deberíamos mantener vivo en nuestra memoria.
Muchos analizan la Constitución. La nuestra. Como un problema que hay que solventar. Otros como un impedimento para alcanzar objetivos rupturistas. Algunos, pocos, desde una óptica de postureo usando palabras vacías como “actualización” o “reforma” sin aclarar qué quieren reformar o qué quieren actualizar y cuál es la propuesta que nos ponen encima de la mesa a los españoles. Y, amigos, muchos otros acatamos, defendemos y respetamos este conjunto de normas suprema porque gracias a ella. La Constitución de 1978. Los españoles llevamos 39 años viviendo en armonía. Con Libertad. En un Estado de Derecho, Social y Democrático.
Soy constitucionalista. Me gusta el marco de convivencia que la Constitución nos asegura. Creo en el poder de nuestra Constitución porque la soberanía nace del pueblo. De todos nosotros. Fue refrendada por la inmensa mayoría de españoles. Muchos apelamos a la primera Constitución esencialmente española. La de 1812. De Cádiz. La Pepa. Como el inicio de una nueva etapa en la historia española. Aunque su vigencia fue muy corta. Con ella, posteriormente, se abolió el absolutismo. Desde Cádiz los constituyentes y luego los españoles reconocieron la soberanía en el pueblo y la separación de poderes. Dos pilares del liberalismo que fue recuperado en el 78.
El objetivo en el 1812, el trienio liberal o en el 78 ha sido conseguir una convivencia en armonía. Reconocer que el poder reside en la ciudadanía. Y apostar por la democracia.
Amigos. El seis de diciembre de 1978 se aprobó una nueva etapa política. Se rompió con una etapa anterior y se consensuó entre todas las fuerzas políticas este marco normativo. Libertad de expresión, pluralismo político, Libertad de información. Soberanía nacional. Unidad. Sometimiento de todos a la ley. Principio de igualdad. Valores y principios que vertebran las constituciones más antiguas del mundo. Como la estadounidense. Con más de dos siglos de vigencia. Y nadie la cuestiona.
Es cierto que en España se reconoció un hecho histórico, territorial. Y se debatió muchísimo sobre las autonomías. Pero, desde mi punto de vista, el error no ha estado ni está en la redacción. Si no, en la ejecución, el desarrollo. El abuso. Y hoy estamos siendo testigos de cómo la incompetencia de algún presidente del gobierno que permitió un Estatuto que intentaba vulnerar la unidad de España en su extenso articulado. Inició la peor crisis social en la historia de España en Cataluña.
Y no ha quedado más remedio. El gobierno actual ha tenido que usar el artículo 155de la CE para devolver la legalidad a un territorio español y todos estamos viviendo el esperpento de los separatistas y rupturistas catalanes entre cárceles, fugas y una historia manipulada e inventada desde hace 20 años.
Algunos, como siempre, buscan culpables fuera de los presuntos delincuentes. Algunos siempre quieren “facturar”, aunque sea a costa de una fractura social. Pero, la realidad. La triste realidad. Es que quienes están pagando esta locura y esperpéntica situación somos todos los españoles. También, los catalanes.
No culpemos a la Constitución de la falta de ética de unos pocos. A la inmoralidad e ilegalidad en su actuación de aquellos que prefieren restar y dividir, en vez de sumar. No nos subamos al carro de aquellos que con demagogia pura quieren tergiversar nuestra realidad social. Y no aceptemos que nuestra Constitución es vieja. Papel mojado. O un conjunto de normas que debe ser cuestionado. Sin más.
No es vieja. Pero aunque lo fuera. Una Constitución vieja no significa que sea mala. La democracia es muy vieja. Y no creo que se cuestione si es buena o mala. ¿O sí? Seamos serios. Nuestra Constitución es de las más jóvenes del Mundo democrático. Ahora bien. Si pretendemos imitar supuestas democracias y procesos constituyentes como el de Venezuela. Por supuesto que es mala. Nuestra Constitución es garantista. Es garantía de libertad, de pluralidad, de respeto y de igualdad. Y eso en Venezuela y regímenes similares no existe.
¿Papel mojado? La defensa de nuestra Constitución la hacemos los demócratas usando los medios que nos ofrece un Tribunal específico para su defensa. Para que no sea papel mojado. Además, el gobierno aprobó hace un año, con gran crítica de muchos partidos políticos, que las sentencias del Tribunal Constitucional sean ejecutivas. Es decir, que no se queden en papel mojado. Obviamente lo que quieren decir quienes alegan esta justificación contra la Constitución, es que a ellos les gustaría que fuera papel mojado. Pero no lo es. Y no lo será.
Y sobre si debemos o no cuestionar lo recogido en el articulado de nuestra Carta Magna. Todo lo que se justifique y se proponga una alternativa que no viole o limite nuestros derechos y libertades, deberá ser estudiado. Claro que sí. Pero cuestionar la eficacia de los 169 artículos porque si. Sin ofrecer alternativas. Me parece. Cuanto menos irresponsable.
Debemos sentirnos orgullosos por la Constitución que tenemos. 39años de paz, armonía, convivencia y reconciliación. Motivos más que suficientes para seguir defendiendo juntos los valores que encierra el espíritu del 78. No usemos ese espíritu para darnos unos a otros. Me repugnan los partidos políticos que hacen eso. Porque, amigos, los constituyentes, cada uno con su ideología, no utilizaron la Constitución para machacarse. La utilizaron para unirse. Para ceder. Para progresar. Y pensando en los españoles. Por eso la inmensa mayoría en 1978 dijo SI a nuestra Carta Magna.
Y que dure muchos años más.
Gracias.
Yolanda Estrada