La cutrez del PP en el Gobierno de Pozuelo reflejada en todo su esplendor en el barrio de la Estación: Viva la España de los años 50 del siglo pasado, claro
El estado natural de un político en ejercicio y con mando, no es otro que el de, ensoñado en su magisterio, ver todo desde una nube de cristal en el que todo pinta positivo y las encuestas lo mantienen en su poltrona. Como quiera que a su alrededor solo hay pelotas y advenedizos dispuestos a todo por seguir próximos a la vara de mando y pillar si es posible en la caída, nunca recibirán respuestas a sus demandas que le aproximen a la realidad ciudadana, porque el siguiente de la lista, solo responderá lo que su jefe quiere oír. Y es que el frío, fuera de la cabaña, cuando la nieve nos rodea hace prudente, la más torpe de la manada.
A fuerza de vocear sobre las promesas cumplidas y los barrios, digo cascos, mejorados nuestra querida Quislant nos toma por imbéciles a los ciudadanos y, como ella, no conoce la ciudad que “dirige” por obra y gracia de una huida a la Asamblea, está convencida que todo Pozuelo es una “Finca” llena de glamour y desenfreno, de limpieza y business center. Y venga puestos de trabajo y mano de obra cualificada.
Y se pusieron manos a la obra y, lo primero que hicieron fue colocar al de Nuevas Generaciones, puesto duro el de concejal, sin duda alguna… madrugones diarios, responsabilidad personal, sacrificio extremo y al final de mes, además, tener que cobrar… ¡Ay David, valió la pena esperar y hacerte un hueco con los noveles!
Por una dimisión dos colocados, diría Quislant, está fácil lo del empleo, lo tendré que llevar por los barrios y… así fue.
Prometió inversiones y puestos de trabajo y al pensar en La Estación, espejo de cualquier persona que acceda a nuestra villa a través del ferrocarril, fundamentalmente, su compromiso se orienta en una sola dirección, cosa que preocupa a los vecinos, cuál es el de la suciedad ética y estética y es que en los escasos cincuenta metros que hay desde la Pza. de la Estación hasta la Pza. del Gobernador cualquiera de las aceras que abordes te inundarán en un ambiente mugriento y cochambroso más propio de la inmundicia que del ejemplo que tanto les gusta presumir a nuestra cohorte Municipal de las bondades de nuestra villa.
No ayuda mucho, como pueden ver en la imagen, la “exposición comercial de cestas navideñas” que bajo la iniciativa de la ACPC, entiendo que con el consentimiento de nuestros ediles municipales, trasladan un aspecto más propio de la España de los cincuenta que de los Smartphone actuales. Eso sí, sorprendidos, todos los que por allí pasaban, incluso con riesgo de atropello por ANONADAMIENTO, al ver la ubicación elegida y la imagen presentada.
Me pregunto qué hacen los Sres Ulecia y Calvo-Sotelo, el uno por el casco y el otro por el comercio con nuestro barrio y cómo pueden cobrar todos los meses con deterioro tal. Ya no les pido que atraigan nada, pero al menos que no nos quiten. Lo que sí tenemos claro los vecinos es que creen en el azar y no diré que es cosa mala el mismo, pero las dos casas de apuestas en cincuenta metros, ¿no será tentar mucho a la suerte?
A. Nogueiro