¡Basta de niños ahogados en piscinas!
En fechas anteriores hemos tenido ocasión de ver, a través de diversos medios de comunicación, a un hombre flotando en una piscina en la cual se aseguraba que no te puedes hundir, ni, por consiguiente, ahogarte. El hombre, llamado Antonio Ibáñez de Alba, de 60 años de edad, es un notable caso de la tradicional inventiva española en su grado máximo, pues aunque éste es su último trabajo, ha registrado más de 300 patentes sobre sistemas y máquinas tan diversas que parece imposible que un solo cerebro humano pueda dar tanto de sí.
Según su propia confesión, ideó esta agua “insumergible” para “acabar con la principal causa de muerte accidental de niños en el mundo”. Una estimación que seguramente no está muy lejos de la realidad, porque parece que este verano se han ahogado más de 330 personas en nuestro país. El secreto de su agua -que a diferencia de otros sistemas no contiene sal- es el añadido de diversas sustancias, desde luego no tóxicas, que aumentan la densidad del líquido elemento hasta el punto de sostener a flote a cualquier persona, sepa nadar o no. Parece que el inventor está en tratos con diversas empresas para que este tipo de piscinas se generalicen y prácticamente, acaben con las muertes por ahogamiento.
Antonio, que nació en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera, y adquirió formación de ingeniería en Barcelona y EEUU, trabaja ahora en un dispositivo que se pondría en la nuca de los chicos y chicas que se van a zambullir y que detectaría si estos permanecen mucho tiempo sumergidos, comunicando una señal de alarma a los móviles paternos para alertarles de que algo grave puede estar pasando. A Antonio le parece una aberración que en esta época en las que nuestros smartphones nos avisan cosas tan triviales como la llegada de un nuevo mensaje, no nos adviertan del peligro que puedan estar afrontando nuestros niños. “Es un sinsentido tecnológico y un anacronismo macabro que hoy en día podamos configurar la alarma de nuestra casa desde el teléfono móvil y sin embargo no haya una aplicación o un dispositivo que nos permita tener a los niños controlados en la piscina mientras los adultos estamos haciendo otras cosas”. Razón no le falta.
Pero aquí no acaba ni mucho menos la lista de inventos que debemos al prodigioso cerebro de este hombre. “Este inventor incansable” -nos cuenta el diario ABC- “ha trabajado para la NASA desarrollando un reactor magnético, creado árboles apaga fuegos, diseñado un modelo de autopistas submarinas, zapatillas inteligentes, un sistema de identificación mediante reconocimiento óptico de huellas digitales, y un parche de aplicación de insulina para diabéticos”. A todo lo cual debemos añadir un nuevo diseño de de túneles para evitar la acción destructiva de la arena en ese tren de alta velocidad que en Arabia Saudita unirá la Medina y La Meca y, por supuesto, sus famosas palmeras artificiales.
Las tales palmeras, capaces de absorber la humedad del aire, merecen un punto y aparte. Según cuenta el mismo Ibáñez de Alba, allá por los años 80 del pasado siglo, “El entonces presidente de Libia (Muamar El Gadafi) me llamó, me puso sobre la mesa mil millones de dólares de los de entonces y me encargó instalarlas en una zona. Colocamos 50.000 palmeras y entre ellas fuimos plantando árboles frutales. En un año se redujo en la zona la temperatura máxima cerca de diez grados y conseguimos que la humedad, hasta entonces del 0%, pasara a ser de entre el 25 y el 30% mientras veíamos crecer los naranjos”. Lamentablemente, en pleno desarrollo del proyecto, comenzaron los bombardeos norteamericanos sobre suelo libio, y Antonio tuvo que salir del país a toda prisa. De todos modos, recibe el Primer premio Internacional en Bruselas, otorgado por esa investigación denominada “Palmeras artificiales para zonas desérticas”.
Aunque nuestro buen gaditano sea un genio, es imposible que cualquier ser humano carezca de algún punto negro. Para mí, el de Ibáñez de Alba es una afirmación tajante que ha enunciado varias veces: “Hay evidencias muy grandes -dice- de que el hombre no ha puesto aún un pie en la luna”. Lo malo es que no nos cuenta ni demuestra ninguna de dichas evidencias. Pero lo de la falsedad de las expediciones lunares ya es historia vieja. Más aún, porque según otra rama de los conspiranoicos, a la Luna no solamente llegaron los Apolo XI a XVII, sino que se llevaron a cabo otras misiones más secretas, incluso hasta la Apolo XX que dicen encontró sobre Selene una nave alienígena de 3 km de longitud abandonada hace miles o millones de años. Eso les pasaba por no pagar el seguro a tiempo…
Pero bueno, loado sea en cualquier caso este Edison español y reciba la gratitud de todos nosotros en nombre de las no-víctimas de ahogamientos que todos los veranos ya no azotarán nuestras vacaciones. Con eso bastará.
Abelardo Hernández