Quislant con problemas: Su torticera maniobra política para colocar a Enrique Ruiz al frente del PP de Pozuelo se le vuelve en contra al producir animadversión en los afiliados
Ayer fue Santiago. Santiago el Mayor. El matamoros. Antiguamente, era fiesta en España. Cuando aquello del patrón. Ya, nada. Los políticos lo bajaron a segunda división y ya solo es fiesta en Galicia y en Pozuelo de Alarcón. De Galicia puedo hablar poco ya que no estuve atento a los telediarios. Pero de Pozuelo lo sé casi todo. Al menos del Ayuntamiento. Sé, entre otras cosas, que Santiago fue fiesta mayor en el Ayuntamiento. Ayer, allí nadie le pegó un palo al agua. Aguas, por cierto, muy revueltas.
El caso es que si, anteayer, Susana Pérez Quislant se sentía ganadora de la crisis abierta en el PP de Pozuelo, gracias a su torticera maniobra política de amenazar con presentar su candidatura a la presidencia de la Agrupación pepera, ayer, el viento cambió. Vino de abajo, que se decía también antes, vino de las bases y la artimaña empezó a verse de otra manera y a hacer aguas. Ayer ya Quislant no ganaba de carrerilla. Y Enrique, menos.
Ayer, el Ayuntamiento de Pozuelo era una falla y todo el mundo daba su opinión, en encendido debate, sobre la oscura maniobra política de Quislant que nadie entendía y que había llevado al PP Regional a decidir que Enrique Ruiz era el candidato oficial a esa presidencia de la Agrupación.
Pero según avanzaba la mañana, los antiguos afiliados del PP empezaron a ganar el debate. ¿Enrique Ruiz? Y comenzó a ocurrir lo que el antiguo candidato del PADE no quería que pasara (Enrique Ruiz nunca quiso entrar en un debate político porque sabía que le recordarían aquella torpeza, aunque a él le viniese de perlas).
Y mientras los antiguos afiliados le hacían ‘trajes’ a Enrique, se defendía apasionadamente la candidatura de Félix Alba. Un candidato que, como decíamos ayer, era el único que se pensaba podía hacer frente a la lóbrega maniobra de Quislant. O, mejor, de su tenebrosa mentira política al intoxicar con su presentación, pese a tenerlo prohibido, y después retirarse para dar paso a Enrique. Echó un órdago y el PP Regional se rajó.
Susana conoce bien al PP, ese partido con pañales desde su fundación y que no quiere nunca líos. Si Quislant retira su candidatura, que se obligue a aceptar a Enrique. Y digo obliga porque Enrique no quería. Enrique no quiere saber nada de Pozuelo. Y a las pruebas me remito. Ha sido un montón de tiempo Secretario de la Agrupación y está por ver que abriese la boca en alguna convocatoria.
¿Qué había pasado para que se cambiaran las circunstancias? ¿Qué pasó para que Quislant y Enrique ya no fueran tan favoritos pese a su victoria en Madrid?
Nada tan fácil como despreciar a Félix Alba. Y no solo despreciar a Alba, sino machacarlo. A la propia Quislant se le llenaba la boca llamándole traidor. Félix es un traidor. Y Pablo Gil, también. Y varios concejales más a los que ya les llegará su turno… Susana parecía ebria de éxito… Era la vencedora. El que no esté conmigo estará contra mí. ¿Con quién estás tú? Tú, sí…
La cosa era tan pueril que Susana hacía casi las típicas preguntas de ¿a quién quieres más, a papá o a mamá?
El éxito de Enrique sería su éxito. Sin ella no era nada. Ay, Enrique, piénsatelo. En menudo laberinto te has metido.
Y esta actitud absurda y altanera de Quislant corría por los pasillos del Consistorio y causaba desconcierto en todos sus trabajadores. Y la gente se cabreaba. El cabreo llegaba, incluso, a los que apoyaron al principio a Susana. No entendían nada.
Y las petulantes palabras de la alcaldesa llegaban al propio Félix Alba. Y Alba dudaba. Alba siempre duda. Y su gente le animaba. Incluso, movía ficha y llamaba a los peperos del Pueblo, y a los líderes de las asociaciones, y a la gente (su gente) del centro para que apoyasen a Félix. Hay que conseguir que Alba se presente. Llamad a vuestros amigos. Corred la voz. Si Félix le iba a ganar a Quislant, le ganará a Ruiz. Alba es de los nuestros. Félix es la mejor transición hasta que el PP Regional se entere de qué va el PP de Pozuelo.
Pero Alba es el Hamlet de Pozuelo: “¡Ser, o no ser, es la cuestión! ¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas?”. Ay, Félix…
Aún no sabe qué hacer.
Pero esta vez su prudencia le servirá de poco. Quislant ya no le quiere. Dentro de nada, como mucho, tras las fiestas para que no la abucheen, le quitará la Tenencia de Alcaldía y la portavocía del Grupo. Quislant quiere hacer cambios en el Gobierno y Félix está sentenciado.
Levántate y anda, matasanos, apura tu dignidad y preséntate. O únete a Yolanda Estrada. Le ganareis a Susana, a Enrique y a Garrido. Incluso, puede que Taboada, ya se haya recuperado de sus problemas políticos, se ponga en su sitio y ponga orden en Pozuelo.
Tumbar esta maniobra política sería una operación inenarrable.
Porque has de saber que, aunque Enrique tenga los avales y la lista de Quislant, perderá… Ni siquiera esos que los han avalado los van a votar.. El voto es secreto.
Seguiremos informando…
El Capitán Possuelo