Presidentes del Consejo de Ministros durante el reinado de Alfonso XII: Antonio Cánovas del Castillo
La Restauración Borbónica es la etapa política de la historia de España que abarca desde el Golpe de Estado del general Martínez Campos en Sagunto, en 1874, hasta el 14 de abril de 1931 día de la proclamación de la Segunda República Española.
Es el período de tiempo durante el cual los Borbones españoles recuperan el Trono de España, después del Sexenio Democrático, hasta su pérdida con la proclamación de la II República.
Durante la Restauración se acabó con el conflicto dinástico con los carlistas, se perdieron los restos del imperio ultramarino español en América y Asia, España entró en el avispero norteafricano, surgieron los movimientos sociales, el país se incorporó a la revolución industrial y surgieron los movimientos nacionalistas en el País Vasco, Cataluña y Galicia.
La Restauración fue un período caracterizado por la estabilidad institucional y la creación del estado liberal basado en cuatro pilares: Rey, Cortes, Constitución de 1876 y alternancia pacífica entre los dos partidos constitucionales, el partido conservador de Cánovas y el partido liberal de Sagasta. El sistema político fue oligárquico y centralista. La Iglesia detentó con gran poder económico, ideológico y social al declarase España como un Estado católico.
Solo escribiremos lo ocurrido en dos períodos de la Restauración: el reinado de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina de Habsburgo- Lorena, terminamos con la proclamación de mayoría de edad del Rey Alfonso XIII el 17 de mayo de 1902.
El reinado de Alfonso XII comenzó el 29 de diciembre de 1874 con el pronunciamiento en Sagunto del General Martínez Campos. El Presidente del Poder Ejecutivo, general Serrano, y el Presidente del Consejo de Ministros, Práxedes Mateo Sagasta, no hicieron nada para impedirlo. El Gobierno se puso de parte de los sublevados y ambos presidentes, el del Poder Ejecutivo y el del Consejo de Ministros, dimitieron el 31 de diciembre de 1874.
Ese mismo día, Antonio Cánovas del Castillo formó un Ministerio Regencia, con él de Presidente, en espera de la llegada del futuro Rey Alfonso XII desde Gran Bretaña donde se encontraba.
El retorno de la Monarquía borbónica estaba apoyado por las élites económicas, sobre todo por las relacionadas con el mercado colonial cubano entre las que se encontraban los sectores esclavistas. También apoyaban el retorno los sectores más poderosos de la sociedad peninsular: los latifundistas, banqueros, industriales, etc., y muchos de los generales conservadores.
Alfonso XII había nacido en el Palacio del Pardo en 1857, y murió de tuberculosis en el mismo Palacio con 27 años de edad, en 1885. Fue sucedido por su hijo póstumo, nacido después de la muerte de su padre, Alfonso XIII. El 25 de junio de 1870, su madre la Reina Isabel II, había abdicado de sus derechos dinásticos a favor de su hijo Alfonso, quién, desde ese mismo momento, pasaba a ser el Príncipe de Asturias y candidato monárquico a la Corona Española. Llegó a España en enero de 1875 y fue proclamado Rey.
Antonio Cánovas del Castillo
Antonio Cánovas del Castillo, andaluz, nacido en Málaga en 1828 y muerto a la edad de 69 años, asesinado por el anarquista italiano Michele Angiolillo en el balneario de Santa Águeda, municipio de Mondragón (Guipúzcoa), en 1897.
Abogado, político, líder del partido conservador, e historiador, Presidente de la Academia de la Historia, Ministro de Gobernación y de Ultramar. Ocho veces Presidente del Consejo de Ministros nombrado por el Rey Alfonso XII y por la Regente María Cristina de Habsburgo- Lorena, esposa del rey y madre de Alfonso XIII. Una de las personalidades más influyentes en la segunda mitad del siglo XIX. Considerado como uno de los más brillantes políticos conservadores de la historia contemporánea española.
Autor del Manifiesto de Manzanares durante la revolución de 1854, la Vicalvarada, cuando las tropas sublevadas, a las órdenes de los generales O´Donnell, Serrano y Dulce, acabaron con la Década Moderada dando paso al Bienio Progresista durante el reinado de Isabel II.
Después de la revolución de 1868 que puso fin a la Monarquía Borbónica, se responsabilizó de preparar la restauración de la misma en la figura del Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón, futuro Rey Alfonso XII.
Una vez que la Reina Isabel II abdico en su hijo Alfonso, Cánovas obtuvo plenos poderes para dirigir la causa monárquica. Autor del Manifiesto de Sandhurst donde se trazaban las directrices de una futura monarquía parlamentaria, liberal y moderna. Consiguió el apoyo a su causa de todos los católicos desvinculados del carlismo y de los descontentos con la República.
El Pronunciamiento del general Martínez Campos, el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto, proclamando como Rey a Alfonso de Borbón, aunque consiguió el triunfo de su causa, fue un contratiempo para el pensamiento político de Cánovas quien quería que Alfonso llegara a obtener la Corona española por otros caminos distintos a un golpe de Estado militar.
El 31 de diciembre formó un Gobierno llamado Ministerio Regencia, con él como Presidente del Consejo de Ministros, hasta la llegada del futuro Rey Alfonso III quién estaba estudiando en la Academia Militar de Gran Bretaña en Sandhurst.
El día 9 de enero de 1875, el Rey ya se encontraba en Barcelona y el 14 llegaba a Madrid. El mismo día 9, confirmó a Antonio Cánovas como Presidente del Gobierno. Su mandato duró hasta el 12 de septiembre de 1875.
Durante su Gobierno empezó a poner en marcha su modelo político, popularmente conocido como canovismo. Consistía en la implantación de una democracia tradicional, no revolucionaría, que tomaba como modelo el sistema británico y que se sustentada en la monarquía, el bipartidismo y la alternancia en el poder. Para ello se sirvió del caciquismo como medio de disipar tensiones en la alternancia en el poder entre los dos partidos. Los partidos alternantes eran: el partido conservador liderado por Cánovas y el partido liberal de Sagasta. De esta forma se superaba el sistema de partido único que había funcionado durante el reinado de Isabel II. El nuevo sistema proporcionaba mayor estabilidad con la alternancia ficticia entre los dos partidos. El sistema interiorizaba graves problemas de corrupción política.
El sistema canovista marginó a amplios sectores de la sociedad, del mundo político y del social. Los dos partidos alternantes eran agrupaciones de notables sin gran arraigo social, era un sistema que, en la práctica, excluía a las clases populares urbanas, a sectores de la clase trabajadora rural, del naciente proletariado industrial y a las clases medias.
La oposición política se llevó a cabo por las fuerzas políticas ya existentes: el carlismo y el republicanismo, además, fruto de la desatención de las clases populares, surgió el movimiento obrero y, de la política centralista, los partidos nacionalistas.
En la formación de su primer gobierno, Cánovas tuvo que pactar con otras fuerzas políticas entre la que se encontraba la derecha católica. Nombró Ministro de Fomento, y por tanto responsable del sistema educativo, a un representante de la misma, a Manual Orovio Echagüe. Este, que ya había sido Ministro de Fomento en el último gobierno del General Narváez, había tenido serios enfrentamientos con el estamento académico al emitir una circular que prohibía la libertad de cátedra, es decir, prohibía cualquier enseñanza contraria a la fe de la Iglesia católica, a la monarquía o al sistema político vigente. Llegó a expulsar de la cátedra a profesores krausistas como Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. La prohibición la materializó en el llamado Decreto Orovio que había sido uno de los detonantes de la revolución de 1868.
Ministro en el primer gobierno de Cánovas, el 26 de febrero de 1875 volvió a realizar una exposición al Rey, un Real decreto y una circular del Ministerio volviendo a poner en vigor, con ligeras reformas, su decreto de 1868 suspendiendo la libertad de cátedra. Volvió, nuevamente, a enfrentarse al mundo universitario. Separó de la cátedra de Francisco Giner de los Ríos y lo confinó en Cádiz.
A principios de año, Cánovas intentó llegar a un acuerdo con el pretendiente carlista, Carlos VII. Propuso el casamiento del Rey Alfonso XII con Elvira, hija del pretendiente, además de permitir el mantenimiento de los fueros vascos. Carlos VII se negó a negociar.
Ante la negativa a negociar, el ejército del norte lanzó una fuerte ofensiva sobre Álava a la que no podía oponerse las escasas fuerzas carlistas. El resultado de la ofensiva fue la liberación de Vitoria, que llevaba tiempo cercada, y el repliegue carlista hasta la frontera con Guipúzcoa perdiendo casi toda la provincia de Álava. En Navarra las fuerzas gubernamentales amenazaban a Estella, capital y núcleo del carlismo.
En Cataluña, este año fue el último año de lucha. En marzo, el general Martínez Campos ocupó Olot y sometió a sitio a Seo de Urgel. En agosto conquistó esta última plaza lo que hizo que, el 19 de noviembre de 1875, se diera por finalizada la lucha carlista en Cataluña.
Las primeras medidas del Gobierno de Cánovas fueron: conseguir el apoyo de la Iglesia católica que se hallaba distanciada de los políticos por los ataques recibidos durante el Sexenio; suspender los periódicos de la oposición; establecer tribunales especiales para los delitos de imprenta; otorgar a la Iglesia la potestad de juzgar muchos escritos; incorporar al ejército a los mandos que habían sido depurados durante el Sexenio y renovar los cargos de las Diputaciones y los Ayuntamientos. Para evitar pronunciamientos, en adelante, el Rey sería el Jefe Supremo del Ejército.
En Cuba la guerra continuaba. Los contendientes no conseguían imponerse el uno al otro, y si alguno conseguía una pequeña victoria, ésta se veía desvirtuada por la incapacidad de las fuerzas españolas de explotarla o por las desavenencias internas entre los sublevados.
El día 12 de septiembre Cánovas dimitió de la Presidencia del Consejo de Ministros para preparar las elecciones a Cortes Constituyentes que se iban a convocar a primeros del próximo año. En su lugar, el Rey nombró como Presidente del Consejo de Ministros al que hasta entonces era el Ministro de la Guerra, el general Joaquín Jovellar Soler.
Joaquín de la Santa Cinta, Ingeniero aeronáutico, economista e historiador