Cuidado con las garrapatas. La fiebre Crimea-Congo ha llegado hasta Madrid y es peligrosa. Y no se marchará. Un artículo del Dr. Juan J. Granizo

Hace unos días el Ministerio de Sanidad publicaba un informe sobre la situación en España de la Fiebre Hemorrágica por el virus Crimea-Congo que es consecuencia de la aparición del primer caso autóctono de esta enfermedad en Agosto de 2016: un paciente de Vallecas que falleció y que contagió a una enfermera que le atendía.
La fiebre hemorrágica Crimea-Congo se adquiere por la picadura de una garrapata infectada por el virus. En el caso detectado en Madrid, se cree que la picadura ocurrió en Villarejo, una zona rural de Ávila. Es una enfermedad endémica en Europa oriental, África, Asia y Oriente Medio (Turquía e Irán a la cabeza) y con una alta mortalidad en humanos.
Su nombre se debe a que el primer brote de describió en Crimea en 1944 y el virus se identificó en el Congo en 1953.
Es una enfermedad propia de mamíferos herbívoros salvajes (desde conejos a ciervos) o domésticos para los que resulta banal. Las aves no suelen afectarse, con la excepción del avestruz.
Al morder a un animal enfermo, la garrapata ingiere el virus con su sangre, quedando infectada. Entre las garrapatas el virus se disemina ampliamente por que se transmite por vía sexual (de machos a hembras) y las hembras infectan por vía transovárica a todas sus crías.
Hay más de 200 especies de garrapatas, pero son la garrapatas “duras” (género Hyalomma) las relacionadas con la transmisión del virus. En España, se hallan ampliamente distribuidas (salvo la cornisa cantábrica). De sus tres fases de desarrollo, las dos iniciales (larvas y ninfas) suelen alimentarse en conejos o liebres y la adulta prefiere grandes animales, sobre todo ciervos.
El riesgo en humanos viene determinado por la mordedura por garrapatas infectadas y en menor medida por sangre o tejido de animales infectados, cosa posible en cazadores, matarifes o ganaderos. Excepcionalmente, pasa de persona a persona.
Antes de la aparición de este primer enfermo en 2016, sabíamos, desde 2010, que había garrapatas infectadas en una comarca occidental Cáceres, pero la evidencia de que el primer caso español se infectó en Ávila aconsejó hacer estudios más amplios. Lo que se ha encontrado recientemente es que el noroeste de Cáceres, Norte de Toledo, la Comarca de la Adrada en Ávila y la de San Martín de Valdeiglesias en Madrid tienen garrapatas infectadas capturadas de animales salvajes, no encontrándose ninguna de animales domésticos.
El virus encontrado es de una variedad africana y probablemente llegó a España transportado por garrapatas adheridas a las aves migratorias.
A día de hoy, la probabilidad de infección en humanos en España es baja, pero no puede descartarse la aparición esporádica de nuevos casos.
A largo plazo las condiciones para la proliferación de las garrapatas son óptimas: hay grandes poblaciones de liebres en los que se alimentan las formas inmaduras de garrapatas, los inviernos son cada vez más suaves y con el abandono de zonas rurales crecen hierbas bajas que ofrecen buenas oportunidades de diseminación (recuerden lo que hablaba la semana pasada sobre el riesgo de retirar los herbicidas). Es de esperar que en años venideros, la extensión del virus será cada vez mayor.
Por el momento, es prudente tomar medidas de precaución si salimos al campo: emplear repelentes de garrapatas, utilizar calzado cerrado con calcetines y pantalones largos de color claro, para identificar rápidamente las garrapatas adheridas. Hay que huir de zonas con hierbas altas o abandonadas, andando por el centro de los caminos.
Estas cosas, ya las sabían perfectamente nuestros antepasados.
Juan J. Granizo, Doctor en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública