Consideraciones en torno a los últimos alcaldes y alcaldesas de Pozuelo y unos apuntes en torno a la presunción de inocencia que se le debe a Jesús Sepúlveda
El sábado tuvimos cena en casa con mi prima Paqui y Sebastián. Lo preparé todo con mucho cariño. Los niños se fueron a casa de mis padres. Metí una botella de cava en la nevera. Hice un postre delicioso. Decoré la mesa con ilusión. Luis me preguntó que por qué tanta pompa “hoy”. Simplemente le miré y le sonreí.
Cuando me arreglé, mi marido se acercó a mí y me dijo que estaba “preciosa”. Hacía tanto tiempo que no me piropeaba, que me puse colorada. ¡A estas alturas! Pues sí. Estaba contenta. Iba a contarles mi gran contrato. Iba a decirles que mi sueño como diseñadora, había empezado a hacerse realidad. Y quería celebrarlo por todo lo alto. A veces los sueños también se cumplen. Aunque para algunos sus sueños llegan a convertirse en verdaderas pesadillas. Espero que el mío no.
Y entre risas y brindis salió el tema. El Ayuntamiento. No, el PP de Pozuelo. No. Los Alcaldes y Alcaldesas de mi pueblo. Sí. Los forasteros que chupan de nuestros impuestos como un sueño y que, hoy, ese sueño es una verdadera pesadilla. De la honestidad y lo deshonesto. De las mentiras y verdades. Y de las medias verdades que, como dice mi prima, son mucho peor que las grandes mentiras.
Sebastián estaba indignado porque nadie le informó que el funeral de Pepe Martín Crespo fue el viernes. Y así empezó el tema.
La verdad que es muy difícil separar sentimientos. Ya lo he dicho. A mí, Pepe no me gustó nada. Sin embargo he de reconocer que participó en el diseñó de mi pueblo con gusto. Y que tuvo mucha suerte de no verse implicado en ningún sucio asunto o, al menos turbio, de aquellos que todos los pozueleros del Pueblo y la Estación oíamos de entonces.
Sin embargo, mi Alcalde, el que me ilusionó y me hizo volver a votar al PP, Jesús Sepúlveda, está sentado en el banquillo de los acusados. Bueno, realmente, está condenado desde hace nueve años por algo que, sinceramente, aún no sabemos muy bien salvo esas generalidades de Gurtel. Globos, confeti y un jaguar que, al parecer, justificó y que, en todo caso, fue de años anteriores a ser Alcalde.
Sebastián recordaba que aquellos “compañeros del PP” fieles y leales a Sepúlveda y a la defensa de la presunción de inocencia jamás han dicho una sola palabra en defensa de aquel que los colocó en el Ayuntamiento. O los mantuvo. O los protegió. Y que en la imaginación de todos estaba a ese Alcalde corrupto conduciendo su gran jaguar como consecuencia de “pagos” de una trama que se benefició de las arcas públicas.
Sepúlveda será inocente o culpable. Lo decidirán los jueces. Pero esta semana pasada quisieron contraponer la figura honesta de Pepe frente al “condenado” Sepúlveda. ¿Es esto honesto?
“No es oro todo lo que brilla”, sentenció Paqui. Y lleva razón.
Sin embargo si hay algo que es absolutamente indignante es que no hubiera una información institucional desde el Ayuntamiento de Pozuelo sobre el funeral de Martin Crespo. Y lo mismo dijo Sebastián del PP de Pozuelo. Porque al margen de todas las cuitas personales de Pepe con unos o con otros; al margen de quien llevó razón o no; al margen de todo lo malo y lo bueno, Pepe fue Alcalde de Pozuelo durante 20 años y presidente del PP. Solo por eso, todos los afiliados, todos los vecinos y todos los concejales y Alcaldes, deberían haber sido convocados o informados.
¿Qué es ser honesto? Más allá de la definición de este adjetivo, hay que contrastarlo con los hechos. Solo cuando lo contrastamos es cuando sabemos si al predicar la honestidad de alguien es real o simplemente un elemento decorativo que la sociedad permite para evitar condenas personales.
Yo no tengo ninguna duda de la honestidad de todos, siempre que no se demuestre lo contrario. Pero usarla en contra de otros. En comparación a otros. Es lo que me repatea. Que cada uno asuma la realidad.
¿Es honesto callar frente a las mentiras de manera “oportuna”? ¿Es honesto silenciar la realidad en beneficio de “unos pocos”? ¿Son honestos aquellos que acusaron a toda una etapa anterior y ahora lloran una pérdida humana? ¿Es honesto “condenar” sin juico justo? ¿Es honesto vulnerar la presunción de inocencia? ¿Es honesto ocupar un cargo por ser amadrinado por alguien?
Sebastián acertó en la palabra. Respeto. Respeto a las personas. A sus familias. A su memoria. A lo que representaron. Respeto a la verdad. A la realidad. Respeto a lo que todos sabemos de Pozuelo y respeto a nuestra inteligencia. Pero no solo cuando uno muere, también hay que saber respetar en vida.
Si antes de que sea juzgado el señor Sepúlveda, falleciera, ¿cómo se sentirían todos aquellos que le condenaron en vida? Si fuera declarado inocente de aquello que se le acusa siendo Alcalde, ¿cuál sería la reacción de los inquisidores? Os lo digo. Llorarían. Se mostrarían compungidos. Y, aun así, algunos tendrían la cara dura de salir a hablar de la presunción de inocencia. Al estilo Rita Barberá. ¿Tenéis alguna duda? Yo no.
Por eso todos tenemos la obligación de respetar. De respetar y esperar. Y saber valorar lo bueno que cada uno hizo. Esto también es honestidad.
La cena fue muy divertida. Pero, una vez más, fue odiosa la comparación de los Alcaldes que tuvimos con las Alcaldesas que hemos tenido y tenemos. Y, ¿esos concejales y asesores que soñaron con el paraíso pozuelero y hoy lloran su pesadilla?
Pronto sabremos cómo se están afilando los cuchillos en la casa. En la casa y en la Vía de las Dos Castillas.
Sebastián me pide que me calle. Que no lo cuente. Que el miedo será mayor. Pero me niego a aceptar el miedo. Porque, ¿y si en vez de miedo se llama supervivencia? Entonces, el cuento cambia. Y, entonces, todos a la calle.
Sira Q.
Cuando he visto la foto que encabeza su columna pensé que iba a hablar de Paloma “la engreida” y de Susana “la acomplejada”.
Muchas gracias por su participación. Saludos