Luces y sombras de Pepe Martín Crespo, el alcalde más polémico y olvidado de Pozuelo de Alarcón
El sábado por la mañana me llamó mi padre. Pepe Martín Crespo ha fallecido.
Colgué el teléfono y lamenté que mi padre estuviera triste. Muy triste.
Cuando éramos pequeños vivimos durante muchos años en la Estación. Recuerdo a Pepe pasear junto a su mujer. Recuerdo que mi padre me decía que era el Alcalde. Era el que mandaba en Pozuelo. No se hacía nada en Pozuelo sin su consentimiento.
Recuerdo como muchos vecinos entraron a trabajar en el Ayuntamiento, gracias a Pepe. Mi padre, un día en una discusión acalorada con motivo de Martín Crespo, me dijo que pudo haberse equivocado y mucho; pero ayudó a mucha gente de Pozuelo dándole un puesto de trabajo en el Ayuntamiento. Yo me rebelé ante ese uso del dinero público, aunque fuera por ayudar. Mi padre me hizo callar.
Recuerdo mis años de juventud. Y la rebeldía que sentíamos cuando nos hablaban del Alcalde. Los que vivíamos fuera de las urbanizaciones o de la Avenida de Europa, parecíamos ciudadanos de segunda. Ni una mejora, ni un pensamiento, ni una rehabilitación. Nada. Además no podíamos trasladarnos a ningún sitio de Pozuelo. Ni siquiera a ese gran proyecto deportivo que fue el Valle de las Cañas y que inició Pepe. Tengo una amiga que vivía en La Cabaña. Siempre dependía de sus padres para moverse.
Recuerdo cuando Maite entró en el Ayuntamiento. Recuerdo el pánico que sentía cuando Doña Elvira se dirigía a ella. Allí mandaban tres personas. El Alcalde. Doña Elvira. Y Doña Pepita. (Buena mujer la interventora, dicho sea de paso). Maite recuerda cuando se marchó Don José Luis, cómo el Alcalde le dio el poder absoluto a Doña Elvira. Los Técnicos de la casa recuerdan muy bien esos años.
También recuerdo cómo el Alcalde delegó absolutos poderes a favor de Leopoldo Gómez, Félix Hernández Malo y Juan Gómez. Personas de absoluta confianza de Pepe y que él les cedió su parcela de poder a cada uno.
Recuerdo a aquellos concejales de antaño. Sin delegaciones. Sin trabajo. La mayoría. Pero todos con Pepe cobrando de una u otra manera (sueldos o dietas). Hacíamos chistes en Pozuelo con cada uno de ellos. Las gasolineras, las licencias, aquella dimisión de Luis Ruiz, Yodar. Luego recuerdo aquella inundación y aquél asuntillo de presuntas irregularidades por adjudicaciones de obra pública. Imputaciones. Investigaciones. Aún recuerdo cuánto y cómo se hablaba de Mariano Tello. Recuerdo a la que fue portavoz del PSOE, Esther Alonso, luchar contra todo aquello. Sola. Frente a todos.
Y recuerdo el Plan General de Pozuelo. Algunos funcionarios contaban que se hizo a prisas y carreras en aquel mes de agosto. ¿Por qué?
Recuerdo tantas cosas que me sorprende lo que leo y escucho sobre Pepe Martín Crespo. ¿Estamos hablando de la misma persona? Obviamente la muerte nos hace cambiar a todos, pero debemos ser honestos con los que nos leen. Y tenemos que contar la verdad, o, al menos, nuestra verdadera opinión. “Lo siento, papá”.
Fue alcalde de Pozuelo durante 20 años. Fue un urbanista. Un gran urbanista. Sin duda. Fue partícipe del Pozuelo actual. También las sombras de sospecha tuvieron sus orígenes en su mandato. No podemos olvidarlo.
Había dos temas que le obsesionaban a Pepe. El urbanismo y la seguridad. El urbanismo, el suyo, por supuesto. Y la seguridad, entendida a su manera y con los suyos.
Pepe se olvidó de las personas. Sebastián me decía que nunca fue político. Que cuando metió a su hija en las listas del PP en el año 1999, muchos de los pocos afiliados que quedaban activos en aquella mini-sede, se llevaron las manos a la cabeza. ¿Cómo pudo hacer eso?
Pero ese fue Pepe Martín Crespo. El técnico que fue Alcalde y que Pozuelo lo tenía diseñado en su cabeza. Aquél que llamaba a Félix (Hernandez Malo) a su despacho porque hoy la línea debía ir por aquí y mañana por allá. Y todos a callar. Mientras, Félix, Leopoldo o Juan, tenían barra libre. Y, mientras, ese modelo político se trasladó a los funcionarios con Doña Elvira a la cabeza.
Comentábamos Paqui, Sebastián y yo que menos mal que en aquella época no existía toda la información que hoy manejamos. Ni existían todos los medios que hoy hay para tener información. Menos mal. Porque si así hubiera sido, otro gallo hubiera cantado en Pozuelo.
Mi padre sigue enfadado conmigo. Quiere que cambie de opinión sobre Pepe Martín Crespo. Pero, no puedo.
Respeto todo lo bueno que hizo y respeto su figura, como no podía ser de otra manera. Pero no voy a mentir sobre alguien que hizo que cambiara mi voto (se lo di al PSOE), sobre una persona que miró hacia otro lado, que se despreocupó de las personas y que propició que otras sufrieran en la Casa con su silencio.
No puedo. Lo siento. Ayudó a mucha gente. Es verdad. Como Maite me contó que hizo Leopoldo Gómez. O Félix. Y eso les honra, sin duda. Pero no han sido ejemplo en otras cuestiones.
Hoy podría haber escrito frases hechas, que suenen bien. Falsas y cínicas porque es lo que tocaba. Pero, no puedo. Lo siento.
Pepe nunca fue falso. Nunca mintió a nadie. Y esa fue, sin duda, su gran virtud. Y yo me uno a ella.
Pepe era Pepe. Y decía lo que quería, cómo quería y cuando quería. Si no, que pregunten al PP. Por eso me parece hipócrita la actitud de los peperos pozueleros. Paloma Adrados se cargó de un plumazo a las dos personas que representaban a Pepe en el Ayuntamiento. Félix y Juan. ¿Por qué ahora este paripé?. Ah, sí. Ha muerto. Más sorprendente es lo de esta Alcaldesa impuesta. ¿Cómo llamaba a los funcionarios de la época de Pepe? Ni la una ni la otra tienen remedio. Mi pueblo ha tenido Alcaldes/as y Alcaldes/as. Y ahí está el ejemplo.
Pepe hizo un papel relevante y ninguno deberíamos olvidarlo. Sólo por eso, me quito el sombrero para rendirle mi homenaje a Pepe. Pero desde la verdad, la sinceridad y la honestidad. Las hipocresías para otras.
Murió un vecino de Pozuelo. Un vecino muy querido por muchos. Un gran urbanista. Un Alcalde de mi pueblo. Padre y esposo. Y, espero y deseo, que no volvamos a caer en el error de condenar en vida a un Alcalde, desterrando su pasado, desterrando su siembra. Obviando lo bueno que hizo. Y, a su muerte, lo convirtamos en héroe. Espero y deseo que así se haga.
Pepe se merece un homenaje en su pueblo. Porque lo quiso y lo amó. Porque contribuyó a su diseño. Porque, a su manera, la manera de entonces, Pepe marcó un antes y un después en Pozuelo de Alarcón. No sé si debería ser poniendo su nombre a una calle, una plaza o un edificio. Quizás a un parque, querida Alcaldesa. Esta vez, con razón. Pero, se lo merece.
Pepe no quiso en su vida de ex Alcalde demasiado ruido. Tampoco su familia. A ver cómo lo arreglamos para que los honores se hagan a la medida de la persona fallecida, del respeto que clama la familia y no a la medida de la Alcaldesa actual. A ver cómo lo hacemos.
DEP, Pepe.
Sira Q.
La felicito en lo que escribe. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice.
Fueron 20 años con muchas luces y algunas sombras. Y precisamente no era santo de mi devoción, pero es justo reconocerle que sin recursos económicos y sin asesores políticos -no cómo ahora- fue capaz de desarrollar el Pozuelo de hoy en cuanto a urbanismo y servicios, llegando a doblar su población.
Y por supuesto que hubo sombras, algunas Ud. las nombra -Leopoldo, Tello y algún gasolinero- pero a él no se le puede poner mancha alguna sobre su persona, trabajó por Pozuelo y para Pozuelo.
Y por último hago aquí una reflexión, ¿cuánto ha crecido la población de Pozuelo después de Martín Crespo, cuántos centros comerciales se han construido, cuántos centros de trabajo se han creado, cuántas viviendas se han construido, cuántos polideportivos, cuántos centros de cultura? a fin de cuentas ¿cuántos empleos y servicios se han creado después de él en Pozuelo de Alarcón?
Y alguien podrá decir, claro estuvo 20 años. Si, si, totalmente de acuerdo, pero es que aunque Adrados o Quislant estuvieran 50 serían incapaces de crear ni la décima parte de lo que él hizo, porque en Pozuelo las iniciativas, sean del tipo que sean, están capadas políticamente.
Muchas gracias por su participación. Saludos.