¿Qué podemos esperar de esta alcaldesa pamplinera de Pozuelo? Gracias Paloma Adrados y Esperanza Aguirre por dejarnos a esta joya
Hoy me he levantado con una sonrisa en la boca. Hoy, y ayer y anteayer….Así llevo desde el otro día a las cinco de la tarde después de verme con mi nuevo cliente.
Estoy feliz. “Como una perdiz, mamá”, dice mi peque Luisito. Y yo me río a carcajadas. Y Tobby mueve el rabito en señal de alegría. Y Luis levanta la mirada de su libro, se sube las gafas, sonríe y vuelve a su lectura. Cree que no me doy cuenta. Pero sé que está orgulloso. ¡Lo he conseguido! Y mi socio no se lo podía creer. Nuestra primera gran oportunidad. Y voy a aprovecharla.
Pero, como siempre, hay algo que me ha “fastidiado” el fin de semana. Siempre hay algo que me impulsa a pensar en la Corporación municipal y mucho más. Siempre hay algo que me anima a escribir sobre la peor Alcaldesa que hemos tenido en mi pueblo. Y esta vez, también.
El sábado comimos con mis padres en un restaurante de Humera. Vamos muchos fines de semana. Húmera. Recuerdo cuando era niña. Jugábamos, nos escondíamos, había un centro municipal. Muchos recuerdos de esa época y siempre con ellos, mis padres. Allí. Y estaba yo disfrutando de mis recuerdos, cuando mi padre rompe la magia de mi momento con el siguiente comentario: “¿Sabéis que aquí al lado le han puesto a un parque el nombre de un chico que fue concejal y que murió en un accidente? Sira, ¿tú sabes quién era ese chico, de quién era hijo, dónde vivía? ¿Ha dejado familia? ¿Vivía en Pozuelo? Menuda desgracia. Pobre familia. Me han dicho que estuvieron sus padres. Pobre gente.”
Demasiadas preguntas. Y una respuesta fría. Le dije que se llamaba Álvaro Spottorno. Que no era de Pozuelo, ni él ni su familia. Que vino como Concejal puesto a dedo por Esperanza Aguirre y que era sobrino del Spottorno de la casa del Rey.
Su frase me llegó al alma: “Pues, ¿sabéis? A lo mejor este no era el lugar para este joven. La tragedia de un destino impuesto”.
Se hizo un silencio en la mesa hasta que mi madre decidió romper la tensión con lo que le habían dicho por la mañana sobre el discurso de la Alcaldesa. Las palabras nos hicieron reír y también lamentar qué tipo de representantes tenemos en nuestro pueblo.
Cuando volvimos a casa. En el coche. Le dije a Luis que estaba recibiendo WhatsApp en relación a este tema y que no me gustaba el tono que estaban teniendo. Mi marido, como siempre, me dijo: “no hagas daño con tus comentarios, Sira. Este chico ya ha tenido suficiente”. Y llevaba toda la razón.
Así que. Ya desde mi taller, he decidido escribir sobre quien ha hecho protagonista a un joven que desgraciadamente ya no está con su familia y sus seres queridos. He decidido hablar sobre la tragedia que sufrimos los pozueleros con esta corporación municipal que desconoce la historia de Pozuelo, a las familias de Pozuelo y que creen que el Ayuntamiento es su cortijo y el de sus amigos, familiares y allegados.
Estoy harta que usen el nombre de mi pueblo para hacer caja (sueldos), darse a conocer (puestos públicos) y hacer reconocimientos a amigos (fallecidos o no) por el simple hecho de ser sus amigos.
Lo del parque a nombre de Spottorno es un ejemplo más de lo que el Capi ha denominado, vulgaridad intelectual. De la Alcaldesa y de toda la Corporación. También la oposición.
Una tragedia es lo que le pasó a este chico y, por desgracia, a algún que otro vecino de Pozuelo. Eso, sin duda. Pero, ¿cómo calificar la situación en la que nos ha dejado esta Corporación Local? ¿Somos malas personas quienes criticamos esa decisión? Es un joven fallecido. Es políticamente incorrecto criticar este acuerdo municipal, ¿verdad? ¿Quién se atreverá?
Pues bien. Yo no me callo. Y que conste que mi crítica no es para la familia ni para el joven fallecido. Mi crítica es para esta corporación que no tiene talla política para representarnos. Quislant es la peor Alcaldesa que hemos tenido en toda la historia de nuestro pueblo. Y los concejales que tenemos porque otorgan con su silencio una barbarie que estoy segura ni el mismo Álvaro hubiera deseado.
La Alcaldesa puso el viernes, otra vez, en el punto de mira a Álvaro. Un joven forastero que le “regalaron” el puesto de concejal por ir en una lista del PP en nuestro pueblo. Os aseguro que en este caso no quiero resaltar el hecho de que fuera forastero. Lo importante es saber qué hizo Álvaro por Pozuelo de Alarcón para ser merecedor de tan insigne honor. Poner su nombre a un parque público. Pagado y conservado con el dinero de todos los pozueleros.
Ahí está la pregunta del millón.
Desgraciadamente, después de escuchar a nuestra Alcaldesa, confirmamos que la respuesta es NADA. Lo que Susana Pérez Quislant habló del joven madrileño se resumen en el artículo del Capitán Possuelo. Fue el “niño” de la Alcaldesa que les enseñó como acudir a actos, estar unos minutitos y largarse (hacer un Spottorno) y, sobre todo, les sorprendía su capacidad para engullir cruasanes.
Resumen: era uno de los suyos. Por eso tiene un Parque con su nombre. Por eso le han homenajeado tanto. Es muy duro escribir estas palabras, pero es la cruda realidad.
Ser alcaldesa significa representar a todos y dar el nombre a un sitio público o cualquier otro tipo de honor de alguien representativo de ese pueblo o ciudad. O alguien que, siendo forastero en un territorio, haga algo realmente importante para ese territorio o sus vecinos.
Humanamente, nada tengo en contra de Álvaro Spottorno. Ni con su nombre o apellido. Pero elegir ese nombre sin justificación alguna es un insulto a los vecinos de Pozuelo. Una falta de respeto a todos los cargos públicos que han pasado por el Ayuntamiento. Y un desprecio absoluto a Pozuelo de Alarcón. Mi pueblo. Pero, ¿qué podemos esperar de esta alcaldesa pamplinera?
Gracias Paloma Adrados y Esperanza Aguirre por dejarnos a esta gran joya…
Sira Q.