Los discursos de la alcaldesa Quislant o cómo demostrar constantemente su vulgaridad intelectual y, de paso, avergonzar a los pozueleros. Pobre Spottorno (vídeo)
Desde hace tiempo, ando empeñado en conocer el intelecto político y dialéctico de la alcaldesa de Pozuelo de Alarcón Susana Pérez Quislant. Una manía como otra cualquiera. A la señora Quislant nunca la he visto exponer o debatir, políticamente, salvo con ventaja, ya que no la votamos y creo que conocer su talento político es importante en una ciudad como ésta. Si somos lo que somos, me gusta saber en manos de qué políticos estamos.
Pero ese empeño ha sido una quimera. Nunca lo conseguiré. Nunca bajará de su pedestal para exponer o debatir con la Oposición salvo que lo haga con ventaja como en el Debate sobre el estado del Municipio. Ahí se crece. Hace discursos deslavazados pero pone mucho empeño sobre todo cuando improvisa.
Ante esa imposibilidad, no me ha quedado más remedio que recurrir a otras intervenciones suyas en público. Y en público he descubierto que, si no hubiese sido por el cúmulo de situaciones políticas que se dieron, nunca hubiera pasado del número 11 de una lista electoral y mucho menos haber sido alcaldesa de esta ciudad en cuatro años. Nunca le perdonaré a Paloma Adrados aquella traición. Vete y no vuelvas nunca jamás, Paloma, como cantaban Los Pasos.
Todo empezó el día del aciago Pregón de Bertín Osborne. Aquella tarde, tras oír como la alcaldesa Quislant llamaba a voces a la peña “Las Domingas” desde la balconada, me dije: “Capi, esto promete”. Y vaya si promete. Aquel grito ‘pescatero’, dicho en sentido figurativo y sin ánimo de ofender, no era consecuencia del típico ataque de euforia que le provoca estar junto a una estrella, no. Aquel grito indicaba muchas cosas.
Y vaya si indicaba cosas. Aquello no había sido un ataque transitorio sino una condición, una manera de ser. Ella es así. Ella es del Pueblo. El problema es que cumple lo popular con lo vulgar.
Como no hay muchas intervenciones suyas que se graben, la cosa no me ha sido fácil. Sus participaciones en televisión o radio no tienen valor porque ahí ella es, simplemente, una carrilera y no se aparta de los lugares comunes a los que obliga lo correctamente político del PP. Hablo de sus intervenciones en Pozuelo y no había material suficiente.
La cosa mejoró para mí con sus genialidades post Plenos en los que trataba junto a ‘su equipo’ de explicar la teoría de Perogrullo, aquel que a la mano cerrada llamaba puño.
Pero, ay amigo, un día de diciembre alguien colgó un discurso suyo en Youtube. Fue el día en que la AMEP, buscando lógicamente una subvención de supervivencia, premió a nuestra alcaldesa. Y aquello fue de aurora boreal.
Quislant empezó diciendo, créanme, que no sabía qué premio le habían dado. Fue glorioso. Luego confundió tener empatía con ser ‘gasioseta’. Ella quiere pasar a la historia de Pozuelo como una tía simpática y divertida y, sobre todo, como gente del pueblo llano. Alguien le ha debido decir que sea sencilla y cercana y ella lo ha interpretado a su manera. Y aquello fue el acabose.
Cómo uno tiene amigos hasta en el infierno, le pedí a uno, gran experto en oratoria, que analizase el discurso, sucintamente. Sin profundidades. Me interesaba su construcción, sus transiciones y su contenido. Me contestó un par de días después diciéndome que le enviase el discurso de la alcaldesa de Pozuelo de Alarcón y no el de una vecina haciéndose la simpática.
Pero lo que de verdad me ha llevado a escribir esta columna ha sido el discurso que Susana Pérez Quislant dio en la inauguración del parque “Concejal Álvaro Spottorno” el viernes pasado y en el que demostró su vulgaridad intelectual y avergonzó a los pozueleros delante de los padres del concejal tristemente desaparecido.
Según la alcaldesa de Pozuelo de Alarcón, Álvaro Spottorno merecía tener un parque en Pozuelo porque, verdad Isabel Pita, era “nuestro niño”. Alucinante.
Y porque era “un disfrutón”. Menudo piropo.
Y porque “nos enseñó a hacer un espottorno”, que significa “Ir a un acto, dejarse ver y largarse”. Un cara, vaya.
En ese momento, Quislant se viene arriba y dice: “Aún usamos la expresión hacer un espottorno cuando nos queremos largar, verdad Isabel Pita”. O sea, lo que vengo diciendo desde hace mucho, que no le pegan un palo al agua y tienen una cara de cemento. Armado.
Y merece que se le dedique un parque en Pozuelo porque era muy divertido ver como “Engullía croissants, cuando salíamos a desayunar”. Sin comentarios.
Y no quiero contar más barbaridades que dijo para no avergonzar a los pozueleros y, mucho menos, humillar a esos pobres padres que tuvieron que soportar a este castigo.
Porque esto es un castigo.
¿Qué habremos hecho para merecer esto?
Aquí les dejo una pequeña muestra de esta indigente intelectual que tenemos por alcaldesa. Y bien que lo siento…
El Capitán Possuelo
Un parque con su nombre por engullir croissants y escaquearse ¡Bravo!
Muchas gracias por su participación. Saludos
Capitán,
No sé si en esta ocasión estoy de acuerdo contigo.
Siempre es una pena que una persona fallezca (más aún si es joven) y por supuesto eso en ningún caso justifica que le pongan el nombre de uno a lo que sea.
Pero, una vez decidido y ya en el acto de inauguración, creo que en esta ocasión (el video que enseñas) la alcaldesa intenta poner unas palabras de cariño delante de los padres del fallecido (que difícilmente superarán su pérdida) y cuenta anécdotas, meramente anécdotas.
Soy pozuelero, ni mucho menos soy de la cuerda de la Sra. Perez, pero te aseguro que ese video no me avergüenza.
No me gustaría que tus opiniones y artículos se conviertan en Guayominadas, es decir, criticar al de enfrente solamente por eso, por estar enfrente.
un saludo!
Muchas gracias por su participación. Saludos