Las amenazas de Trump
Hace ya mucho tiempo que cada día entiendo menos cosas del mundo que nos rodea. Hoy mi perplejidad ha sido causada por ese inefable personaje llamado Donald Trump. Como si no tuviera cosas mejores que hacer, incluso antes de recibir el cetro de la Presidencia de EEUU, ya se está dedicando a lo que parece su hobby favorito: Amenazar. Ya hace tiempo cargó contra los inmigrantes mexicanos o musulmanes, y ahora ha pasado a lanzar sus rayos jupiterinos sobre las empresas, particularmente las automovilísticas como Ford, General Motors o Toyota, aunque también ha tenido sus más y sus menos hacia otras como el fabricante de aire acondicionado Carrier o la poderosa Apple.
Su estribillo es siempre el mismo. “O fabricas en EEUU, o cargaré los productos que quieras vender en territorio norteamericano con grandes aranceles que te harán perder el supuesto beneficio que podrías obtener fabricando en países de sueldos más bajos”.
Llevo años y años oyendo a nuestros paisanos clamar desaforadamente pidiendo que se imponga un proteccionismo en España (¡sí, como en tiempos de Franco!), pues el modelo de la globalización es netamente capitalista, y por ende, malvado. “¿Por qué las empresas occidentales se deslocalizan y se marchan a cualquier país emergente? Así lo único que se logra es crear paro en España, y explotar a esos trabajadores del Tercer Mundo con sueldos miserables”.
Bueno, pues esto mismo es lo que pretende combatir Trump en su país, pero se le sigue criticando. No lo entiendo. Cierto que esa globalización ha permitido crear millones de empleos en los países antaño subdesarrollados, casi en la misma cuantía que se destruían aquí. ¿Y no era que ayudáramos al Tercer Mundo lo que se pretendía? Ah, que no a costa nuestra. Entendido.
Hay otra cosa que no comprendo. Llevo años escuchando que los políticos cada vez pintan menos. Que sólo son marionetas manejadas por los verdaderos poderes en la sombra: el feroz y tenebroso capitalismo. Y resulta que el rubio del flequillo, por ahora sólo tuiteando, es capaz de sembrar el pánico en empresas tan sumamente ricas como son las automovilistas. Y aún nos falta ver el contencioso que le enfrentará a la marca de la manzana. Porque si, serán muy poderosas, pero de momento están cediendo ante las advertencias de Trump. ¿En qué quedamos? O sea, ¿quién manda aquí?
Claro que Trump es uno más de los que predican “Haz lo que yo digo y no lo que yo hago” Pues por ejemplo, su hija, Ivanka Trump vende productos Made In China. Y es que la cosa se le va a poner muy cuesta arriba, Mr. Trump. Yo sería incapaz de hacer los cálculos, pero si de verdad Apple acaba fabricando sus iPhone sólo en territorio americano, los costes laborales seguramente multiplicarían el importe del producto por tres o por cuatro, y los mismos ciudadanos estadounidenses se lo pensarían dos veces antes de comprar uno de ellos. Añadamos que ya los chinos han dicho que también pondrían trabas a la entrada en China de estos aparatos y no es difícil imaginar que, así las cosas, el porvenir de Apple sería cuando menos bastante incierto.
Lo cual significa que la autarquía es más bien cosa del pasado. Pero bueno, si hasta los irreductibles británicos después de dar el puñetazo sobre la mesa comunitaria con su Brexit, están ahora tratando de meter la marcha atrás y suavizar los términos de una independencia total respecto a Europa que, en cuanto las mentes expertas la han analizado, se han dado cuenta de que no puede ser y además es imposible. Y mucho menos en el caso de Europa, un continente poblado por estados enanos cuya única posibilidad de supervivencia frente a gigantes como USA, Rusia o China, consiste en unirnos en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte nos separe. ¿Cómo podríamos competir contra una compañía como Boeing sino colaborando las 12 empresas de Francia, Gran Bretaña, Alemania, España e Italia que juntos fabrican y ensamblan maravillas de la ingeniería como el A 380?
Menos mal para él que al parecer Mr. Trump carece del sentido del ridículo. Porque si ya lo hizo desdiciéndose de las declaraciones que hizo durante su campaña electoral, no es nada comparado con las que tendrá que tragarse en el futuro respecto a sus planes económicos. Y ello, -permítanme meter mi cuarto a espadas basado en mi ignorancia en temas financieros-, porque creo que si el poder está hoy en manos de políticos, industriales o banqueros, es porque nosotros se lo autorizamos. Y cuando la gente se haga consciente del poder de los colectivos, el mundo cambiará. ¿Un ejemplo? Los Fondos de Inversión norteamericanos Vanguard, existentes en España desde 2015 (y que, dicho sea de paso son muy rentables, pero su banco nunca se los ofrecerá porque con ellos apenas ganan comisiones). Ellos gestionan los ahorros de 22 millones de inversores en 170 países. Ningún individuo de la lista Forbes tiene tanto dinero.
Feliz 2017. Ojalá no hagamos las mismas tonterías que en el 2016.
Abelardo Hernández