Presidentes del Consejo de Ministros durante el Reinado de Isabel II: Florencio García Goyena y de nuevo el todopoderoso General Narváez
Florencio García Goyena (en la foto)
Florencio García Goyena, navarro de Tafalla, nació en 1783 y murió en 1855. Jurista y político liberal moderado. Se exilió en Francia al final de Trienio Liberal, volviendo a España con la amnistía de 1833. Presidente de Sala del Tribunal Supremo, Ministro de Justicia y Presidente del Consejo de Ministros. A partir de 1846 se incorporó a la Comisión General de Codificación que estaba elaborando el primer Código Civil de España que se promulgó en 1851.
Nombrado Presidente nominal del Consejo de Ministros el 31 de agosto de 1847, se ejercicio empezó el 6 de septiembre cuando logró formar gobierno, su mandato fue muy corto, duró poco más de un mes hasta su cese el 4 de octubre del mismo año.
Político perteneciente al grupo de los puritanos del partido moderado. Intentó una política de reconciliación con los partidos moderado y progresista. Al principio de su mandato amnistió a una gran cantidad de políticos, entre ellos a Espartero a quien se nombró senador del reino.
Su Gobierno era una continuación del gobierno anterior de Pacheco. El hombre fuerte era el Ministro de Hacienda, José de Salamanca, quien contaba con el apoyo del General Serrano.
Las medidas de reconciliación tomadas no contentaron a los moderados ni calmaron a los progresistas, la crispación no disminuyó. Se extendió la opinión de que el Gobierno era un gobierno débil.
El 12 de septiembre se llegó al acuerdo que permitió formar gobierno el repartirse los ministerios entre puritanos y progresistas.
El Gobierno destituyó al embajador de España en Roma y reanudó la venta de bienes eclesiásticos desamortizados lo que volvió a tensar las relaciones con el Vaticano.
Narváez y Serrano conspiraron contra el Gobierno para devolver la presidencia al primero. La Reina cesó a Goyena el 4 de octubre de 1847 y nombró a Narváez.
Ramón María Narváez
Pasados 18 meses de su dimisión, Narváez volvió a la Presidencia del Consejo de Ministros, por tercera vez, el 4 de octubre de 1847. Su mandato duró casi tres años, con la interrupción del Gobierno del Conde de Clonard que duró dos días, hasta su cese el 14 de enero de 1851.
Su Gobierno no tenía ningún político puritano, lo integraban el ala derecha del partido moderado.
El Ejército español necesitaba una reforma, era un ejército plagado de generales y oficiales como consecuencias de las guerras de independencia americanas y de las guerras carlistas. Más de la mitad de los generales estaban en la reserva sin hacer nada. En 1847 Narváez acometió la tarea de hacer las reformas que éste necesitaba.
El ejército estaba organizado en dos armas: caballería e infantería; tres cuerpos facultativos: artillería, ingenieros y Estado Mayor y cuatro cuerpos auxiliares: administrativo, sanitario, clero castrense y cuerpo jurídico militar.
Los cuerpos facultativos estaban formados por personal procedente de clases sociales altas e hijos de militares, solían ser cuerpos muy conservadores. Las clases de tropa procedían de las clases bajas.
Reformó todas las armas y cuerpos del ejército creando unos regimientos permanentes y otros de reserva. Realizó un enorme esfuerzo para modernizarlo técnicamente.
Narváez no puso el mismo espíritu reformista en la Armada. España se estaba deshaciendo de barcos viejos y apenas los reemplazaba. No se construían barcos de hélice ni blindados como se estaba haciendo en Europa. La Armada no tenía la tecnología necesaria, ni se hacían las inversiones precisas para estar llegar al mismo nivel técnico de las potencias europeas. Todo ello en un País que quería mantener los restos de su imperio americano y el imperio asiático, y todo esto si barcos modernos.
El ambiente en España respecto a la Iglesia Católica no era propicio. Ésta había perdido muchas simpatías por la intransigencia del Vaticano. Las llamadas potencias del Norte habían establecido relaciones diplomáticas con España. El Vaticano, que se había quedado solo en su posición de rechazo, quería restablecerlas. En marzo de 1847, el Papa envió un Delegado Apostólico a Madrid, el primer diplomático del Vaticano desde 1834, pero las relaciones con el Vaticano seguían tensas, el Gobierno anterior había reanudado la venta de bienes desamortizados.
Con la llegada de Narváez al poder, las relaciones con la Santa Sede mejoraron. El Papa nombró Nuncio al Delegado Apostólico e hizo que presentase cartas credenciales ante la Reina el 22 de julio del año siguiente. España nombro embajador a Martínez de la Rosa que presentó sus cartas credenciales ante el Papa el 3 de agosto de 1848. Sirva de recordatorio el hecho que durante el primer gobierno de Narváez se firmó, en 1845, el convenio que restablecía las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y España, convenio que nunca fue ratificado por las Cortes Españolas y por tanto nunca fue efectivo el reconocimiento diplomático entre ambas naciones.
A finales de mayo se creó la Junta Mixta para estudiar los puntos conflictivos con el Vaticano entre los que se encontraban la dotación anual a entregar a la Iglesia en concepto de mantenimiento de culto y clero. Ésta entrega había que justificarla ante la opinión pública. Los progresistas lo entendían como el salario de los curas, para los conservadores eran una indemnización por los bienes amortizados.
En 1848 se reanudaron con fuerza las negociaciones del Concordato, recordamos que en el primer gobierno de Narváez el Concordato que, ya se había acordado en 1845, no fue firmado debido a una intensa campaña de prensa en contra de la firma.
En enero de 1848, el Ministro de Comercio, Juan Bravo Murillo, inició el estudio de implantación de los ferrocarriles en España y, como buen miembro del partido moderado, siguió haciendo obras públicas en los años siguientes entre las que se incluían: la construcción de faros en las costas, los planos geológicos de España o el comienzo de lo que hoy es su obra culmen, el Canal de Isabel II.
También en enero se promulgó la Ley de Sociedades por Acciones y pocos meses más tarde, el nuevo Ministro de Hacienda, estableció el sistema decimal en las monedas.
La situación política de España empeoró de forma ostensible a partir de finales de febrero de 1848 con el comienzo de la Revolución de 1848 en Europa. Ésta se inició en Francia siguiendo, a continuación, en el resto de Europa. El movimiento revolucionario fue favorecido por el desarrollo que habían adquirido las comunicaciones telegráficas y ferroviarias. Además de ser una revolución liberal, incorporaba dos tipos nuevos de movimientos: los nacionalistas y los sociales.
Aunque tuvieron un gran éxito inicial, éste fue de poca duración. Fueron severamente reprimidas por los gobiernos. Su espontaneidad y mala organización facilito la reacción conservadora.
Las revoluciones acabaron con la Europa de la Restauración. Al final de las guerras napoleónicas, el Congreso de Viena repuso el principio dinástico, restableció el Antiguo Régimen y las monarquías europeas volvieron a ser unas monarquías absolutas.
Los años de paz que siguieron al Congreso permitieron un periodo de crecimiento económico y de desarrollo del capitalismo industrial. El crecimiento económico no se correspondía con la evolución social que tales cambios desarrollaban como: el resurgimiento de la opinión pública, el nacimiento de las sociedades urbanas e industriales, las clases medias y las profesiones liberales. Todos ellos presionaban, a los gobiernos de las monarquías absolutistas, para obtener mayores grados de libertad social e individual.
Las potencias absolutistas crearon un instrumento internacional de ayuda mutua para evitar situaciones revolucionarias, la Santa Alianza, alianza que había servido en los anteriores estallidos revolucionarios de los años 20 y 30 del siglo pero que estaba mostrando síntomas de resquebrajamiento en los últimos años.
El proceso de politización de las clases bajas, en las áreas más industrializadas, dio lugar al movimiento obrero organizado, con especial importancia en Gran Bretaña donde, el 21 de febrero de 1848, se publicó el Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. No obstante el movimiento revolucionario no fue especialmente potente en Inglaterra debido a la mayor flexibilidad de su sistema político.
En Francia, donde se inició el movimiento revolucionario, los movimientos sociales estuvieron muy influenciados por el socialismo utópico de Saint -Simon, Proudhon, etc.
Los hechos que contribuyeron a desencadenar las revueltas fueron: la plaga de la patata de los años 1945 a 1849, especialmente grave en Irlanda; la crisis del comercio y la industria en Gran Bretaña; la crisis industrial francesa que arruino a los pequeños comerciantes; los desajustes creados por la corrupción y la especulación y el ciclo económico que propició una bajada de los precios que arruinó a artesanos y pequeños agricultores.
En París, los dirigentes populares convocaron una manifestación el día 22 de febrero de 1848, manifestación que fue prohibida por el Gobierno. Los manifestantes levantaron barricadas, le Gobierno ordenó a la Guardia Nacional que las retirara pero ésta se puso abiertamente a favor de las ciudadanía y la insurrección se extendió. La revuelta se generalizó el día 24 y el Rey, Luis Felipe I de Orleans, huyó de París. Inmediatamente se proclamó la Segunda República Francesa. El problema parecía solucionado, pero el 23 junio volvieron las barricadas al cerrar la Asamblea Constituyente los talleres nacionales que habían abierto los revoltosos para poder trabajar. Entre el 23 y 26 de junio los revoltosos plantearon la batalla final. Fueron duramente reprimidos por el ejército, mandado por del General Cavaignac, con un saldo de 10.000 muertos, 4.000 deportados y 15.000 detenidos, en lo que se ha llamado las Jornadas de Junio. La tensión continuó y solo se solucionó con la llegada a la Presidencia de la República de Luis Napoleón Bonaparte, en diciembre del mismo año.
La revolución se extendió por Alemania, Austria, Estados Italianos y España.
Con la llegada de las noticias de lo que estaba pasando en Francia, la primera reacción de Narváez fue solicitar a las Cortes poderes excepcionales que le permitieran suspender los derechos y garantías constitucionales de forma inmediata. El 13 de marzo se promulgó la Ley que concedía al Gobierno los poderes excepcionales.
Cuando se conoció la huida del Rey de Francia, Luis Felipe I, los grupos progresistas, hastiados del gobierno del partido moderado y de la dictadura de Narváez, trataron de invertir la situación por la fuerza.
Narváez llamó a los principales líderes progresistas, Mendizábal y Zugasti, comunicándole que conocía la preparación de una sublevación y que estaba dispuesto a sofocarlas por las armas. Les propuso un pacto, si renunciaban a la fuerza, Narváez les proporcionaría el poder a los progresistas restableciendo las garantías ciudadanas. Éste pacto fue aceptado por los progresistas excepto por su ala más radical de izquierda, los demócratas, que se quedaron solos en la preparación de la revuelta.
El primer intento de revolución se produjo el 26 de marzo de 1848. El Gobierno conocía que el golpe se estaba preparando y tenía tomadas las medidas adecuadas para sofocarlo.
Muchos civiles, apoyados por militares, levantaron barricadas en Madrid en las calles cercanas al Palacio Real y exigieron la destitución de Narváez. Los revoltosos empezaron a fracasar, nada más empezar, por no haber sido capaces de arrastrar a la rebelión a las masas madrileñas, eran muy pocos y fueron derrotados. Había fallado la organización, muchos comprometidos no pudieron hacer acto de presencia en las zonas de combate. El Gobierno, considerándose traicionado al no haberse respetado el pacto al que había llegado con los progresistas, actuó con dureza y rapidez, movilizó al ejército leal y a la policía quienes retiraron las barricadas sofocando la rebelión al día siguiente. En la noche del 26 al 27 se combatió en las calles de Madrid con un saldo de centenares de muertos. Se detuvo a los principales líderes de la oposición, se juzgó a algunos en consejos de guerra, fueron condenaron a muerte que, más tarde, fueron conmutadas por la Reina e indultadas con el indulto general del 31 de marzo.
El 19 marzo de 1848, la Reina firmó una reforma del Código Penal de 1822. Era el primer producto de la Comisión General de Codificación creada en 1843.
La segunda tentativa revolucionaría tuvo lugar dos meses después, el 7 de mayo, cuando el regimiento de España, a las órdenes del Comandante Buceta, se declaró en rebelión y llamó al pueblo a salir a la calle. Era un pronunciamiento militar sin apenas trama civil. Estaban implicadas importantes personalidades como: el General Serrano, el Marqués de Salamanca y el embajador inglés. Se había preparado un golpe simultáneo al de Madrid en Barcelona, Reus, Valencia, Alicante y Sevilla. La revuelta fracasó en todas las ciudades. La represión de la revuelta en Madrid dio lugar a verdaderas batallas en la Plaza Mayor y en otros lugares. El oficial encargado de sofocar la rebelión, José Fulgosio, murió en los combates.
El mismo día 7 de mayo, Narváez disolvió las Cortes y suspendió las garantías constitucionales lo que le permitió gobernar sin ningún tipo de control durante dos años.
Se ejecutaron a 13 o 14 personas, se desterraron unas 1.500 a distintas ciudades y a los territorios de ultramar. La dureza en la represión de la revuelta de Madrid hizo que amainaran los motines de las otras ciudades.
El embajador inglés, Lytton Bulwer, fue expulsado de España por Narváez, la embajada había sido refugio y lugar de reunión de los conspiradores. Esto hizo que las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña se tensaran y quedaran suspendidas.
El fracaso de la rebelión tuvo consecuencias para los progresistas, el partido se dividió en dos: una parte siguió como el partido progresista y la otra parte dio lugar a un nuevo partido: el partido demócrata. Partido que ya había nacido como facción del partido progresista en 1847 de la mano del Marqués de Albaida, pero que empezó a ser un partido distinto a partir del fracaso de la revuelta.
Para los gobiernos de las naciones europeas, Narváez quedó como un líder admirable por su control de la situación. Con las Cortes disueltas, Narváez gobernó como un dictador sin tener en cuenta la Constitución y aplicando los poderes excepcionales de que disponía. Mientras tanto la Bolsa se hundía y, a pesar los múltiples cambios en el Ministro de Hacienda, no se logró encontrar la solución a los problemas económicos del país.
El 28 de Octubre se inauguró el primer ferrocarril español peninsular entre Mataró y Barcelona. El primer ferrocarril español se había inaugurado en Cuba, en 1837, con una línea entre La Habana y Güines.
Las Cortes se reabrieron a mediados de diciembre, y aunque la opinión de los diputados no era unánime, en general estaban contentas con la actuación de Narváez al haber impedido las revueltas que habían sufrido el resto de países de Europa. Los diputados votaran la actuación de Narváez durante la Revolución, dándola por buena.
También en 1848, Portugal sufrió la gripe de la revolución donde, además, surgió un movimiento iberista que, entre otras cosas, postulaba la unión de los dos países.
Entretanto la Segunda Guerra Carlista seguía con su guerra de guerrillas en Cataluña. En junio de 1848, el General carlista Ramón Cabrera, siguiendo las órdenes del pretendiente, se internó en Cataluña donde intentó organizar un ejército carlista sin mucho éxito, ni siquiera logró llegar al Maestrazgo. Tampoco tuvieron éxito en su intento de extender la guerra a otros territorios como Extremadura, Castilla o La Mancha. Por aquel entonces, el General en jefe isabelino, Fernández de Córdova, consiguió convencer a algunos líderes de partidas carlistas de la inutilidad de la guerra, debilitando el bando rebelde. A finales de año, el nuevo General en jefe isabelino, Manuel Gutiérrez de la Concha, siguió reduciendo la resistencia carlista de tal forma que hizo imposible para éstos seguir haciendo la guerra.
La situación de las colonias del Caribe se estaba volviendo muy delicada. La caída del Rey francés, Luis Felipe I, significo el final de las colonias francesas en ésta región. En dicha área quedaban, frente a frente, Inglaterra y Estados Unidos. España temía que sus colonias fueran atacadas por cualquiera de éstas naciones, contando que las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña se acaban de romper y Francia no estaba en condiciones de prestarnos auxilio.
España acababa de nombrar Capitán General de Puerto Rico a Juan González Pezuela, conocido abolicionista, para convencer a Gran Bretaña que se estaban cumpliendo los acuerdos firmados anteriormente sobre la trata de esclavos. Aunque Pezuela persiguió la trata, los resultados aconsejaron cesar en la persecución. La persecución había dado lugar a una insurrección cubana contra España. Los hacendados estaban dispuestos a pedir ayuda a Estados Unidos aunque eso significara la anexión de la isla por éstos. Los terratenientes no podían cumplir las leyes antiesclavistas sino querían arruinarse. Por otro lado, la abolición de la esclavitud, dado el considerable número de esclavos existentes, era muy peligroso considerando la experiencia de lo ocurrido en Haití.
Estados Unidos estaba utilizando para sus propósitos de anexión de Cuba a un militar venezolano, Narciso López Urriola, nacido en Caracas en 1797 y fusilado en La Habana en 1851. Militar que sirvió en el ejército español en las guerras coloniales de la independencia venezolana. Luchador con los cristinos en la Primera Guerra Carlista donde alcanzó el grado de brigadier. Gobernador de Valencia, ascendido a general, gobernador de Madrid y diputado en Cortes por Sevilla. Tomo parte en la revolución de 1840 que origino la dimisión de la Reina Regente María Cristina de Borbón. Volvió a Cuba con Jerónimo Valdés que había sido nombrado Capitán General de la Isla. Fue nombrado gobernador de las Cuatro Villa y contrajo matrimonio con una cubana. A la caída de Valdés, su sucesor, Leopoldo O´Donnell, lo destituyó de sus cargos, desde entonces se alineó con las causas de los terratenientes cubanos para mantener la esclavitud.
Inició un aserie de acciones, apoyado por las grandes fortunas cubanas, contra la metrópolis en la sierra de Manicaragua, en 1848, fracasó y tuvo que huir a Estados Unidos. Ese mismo año fundó el Consejo Cubano en Nueva York desde donde propusieron, al Presidente Americano, la compra de la Isla de Cuba a la Corona Española. En el Consejo fue el creador de la actual bandera y escudo cubano.
Intentó hasta cinco intentos expediciones para liberar Cuba hasta que fue ejecutado por las autoridades coloniales por alta traición mediante Garrote vil en 1851.
La primera expedición partió de Round Island, Misisipí, en julio de 1849, pero no llegó a desembarcar en Cuba porque el Presidente de Estados Unidos cambió de política respecto a la anexión de Cuba.
La situación, poco apoco, se calmó. El nuevo Presidente de la República Francesa, Luis Napoleón, tranquilizó a Francia e inició una nueva política exterior. España reanudo las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña y Estados Unidos no atrevió a anexionarse a Cuba.
En Filipinas, el Gobernador Narciso Clavería Zaldúa lanzó varias expediciones contra los piratas moros de las islas de Balanguingui, destruyendo las fortificaciones, quemando los barcos piratas y capturando prisioneros.
Aprovechando el prestigio internacional conseguido por Narváez con su actuación en los intentos revolucionarios de 1858, se gestionó eficazmente el reconocimiento de la Reina Isabel por las potencias del norte: Austria, Prusia y Rusia.
Aprovechando el mismo impulso, ordenó al General Serrano la ocupación de las Islas Chafarinas, hasta entonces refugio de los piratas rifeños que amenazaban la seguridad de Melilla. Posteriormente, por el tratado de Wad-Ras, Marruecos reconocería la soberanía española sobre el archipiélago.
El año 1848 supuso el cenit político y personal de Narváez, a partir de entonces su actividad política comenzaría a declinar. Narváez había obtenido popularidad al reanudar las relaciones con el Vaticano, después de tantos años de desencuentros, y por la llegada de inversiones extranjeras al negocio del ferrocarril que significaban puestos de trabajo. España bajó las barreras arancelarias y legales para facilitar esas inversiones y empezó a pagar sus deudas lo que facilitó la llegada de capital exterior.
En 1848 tuvo lugar la primera guerra de independencia de Italia entre algunos Estados italianos y Austria. El ejército del Papa Pio IX participó en las primeras acciones exitosas de la guerra hasta que el Papa, temiendo que el Piamonte expandiera sus dominios en caso de victoria, retiró a su ejército en contra de la opinión popular de sus súbditos.
La retirada del ejército de la campaña originó tumultos. El 15 de noviembre de 1848, los revolucionarios tomaron las calles y exigieron al Papa la formación de un gobierno acorde con sus ideas. El Papa no tuvo más remedio que aceptar y quedó prisionero en su propio palacio. El 24 de noviembre, con la ayuda de los embajadores de Baviera, Francia y España consiguió huir y refugiarse en la ciudad de Gaeta, al sur de Roma y en territorio perteneciente al reino de Nápoles.
Las cortes europeas planearon ayudar militarmente al Papa. La huida del Papa le daba la oportunidad, a Narváez, de negociar un buen Concordato con la Santa Sede y atraer a los carlistas en defensa de la causa romana.
El Gobierno español tomó la iniciativa de organizar una conferencia de naciones católicas para restaurar la autoridad terrenal del Papa. La rivalidad entre Francia y Austria dilataba las negociaciones, mientras tanto los revolucionarios declaraban, en febrero de 1849, la República Romana dando fin al poder temporal del papado. Finalmente Austria, España, Francia y Nápoles se reunieron en Gaeta para concretar la intervención militar, pero la conferencia fracasó. Francia intenta una acción individual y sus tropas son derrotadas. En febrero de 1849 se propone una actuación conjunta hispano – napolitana.
A primeros de mayo de 1849 salió de España una expedición de unos 5.000 soldados, al mando del General Fernando Fernández de Córdova, que llegó a Geta el día 27 del mismo mes. Poco después, el Gobierno envió otro contingente de soldados, al mando del General Juan Zavala de la Puente, alcanzándose un total de unos 9.000 soldados expedicionarios. Estuvieron en Italia nueve meses sin llegar a combatir, ya que las acciones contra los revolucionarios las llevaron a cabo tropas francesas y austriacas.
La intervención española mejoró las relaciones exteriores con los países católicos europeos y con la Francia de Luis Napoleón.
La Segunda Guerra Carlista continuaba aunque con un bando carlista muy debilitado. En enero de 1949 el general carlista Ramón Cabrera fue herido y llamó al pretendiente Carlo VI para que éste regresara a España por ser necesaria su presencia en el país. Fue detenido en el lado francés en la frontera impidiéndole su entrada en España. El 26 de abril Cabrera cruzaba la frontera francesa acosado por el ejército isabelino. Poco después también la cruzaban el resto de las partidas carlistas.
A finales de mayo se daba por concluida la Segunda Guerra Carlista o “Guerra dels Matinées”. Pocos días después Narváez anunció una amnistía para los soldados carlistas lo que permitió el regreso de muchos de ellos a España.
El 6 de abril de 1849 es la fecha de la aparición del partido demócrata español como escisión del partido progresista y que había ganado prestigio con las revueltas del año anterior. Su ideología los hacía defensores de los derechos individuales, eran progresistas y constitucionalistas, amparaban las ideas económicas de la desamortización y la liberación del comercio, la instrucción obligatoria y sufragio universal. El partido era un conjunto de grupos distintos entre los que se encontraban republicanos, socialistas y progresistas radicales.
En abril de 1849 se promulgó una nueva Ley de Minas que sustituía a la del año 1825. En la nueva ley todo el subsuelo es propiedad del Estado quien, aparte de reservarse para sí las explotaciones de las minas que considerase oportunas, establecía concesiones mineras a particulares previos el pago de un canon sobre la superficie concedida. Estas concesiones tenían una caducidad determinada y podían ser revocadas si no cumplían las condiciones acordadas.
En julio del mismo año se estableció el sistema métrico decimal en España.
A primeros de Agosto, el Ministro de Hacienda, Alejandro Mon, presentó a Narváez un nuevo arancel que eliminaba algunos privilegios anacrónicos, instaurando un sistema tributario moderno que mejoró el equipamiento industrial y recaudó fondos para la construcción de los ferrocarriles. Obviamente sentó mal a los empresarios catalanes que se agruparon para intentar impedir la abolición de sus privilegios.
La popularidad de que gozaba Narváez no era unánime, los políticos progresistas habían sido reprimidos por lo que, entre ellos, su consideración bajaba mucho. Las camarillas de la Reina, del Rey y de la Reina Madre, María Cristina, mantenían relaciones tirantes con el Presidente del Consejo de Ministros.
El 19 de octubre la Reina envió a Narváez una nota que había recibido de Rey Francisco de Asís en la que consideraba conveniente el cambio de Presidente. Narváez demitió inmediatamente y su dimisión fue aceptada. Ese mismo día fue nombrado su sustituto fue el Conde de Clonard.
Joaquín de la Santa Cinta. Ingeniero aeronáutico, economista e historiador