Presidentes del Consejo de Ministros durante el Reinado de Isabel II: Manuel Pando Fernández de Pinedo (apenas un mes) y, de nuevo, Ramón María Narváez
Manuel Pando (en la foto)
Manuel Pando Fernández de Pinedo, Marqués de Miraflores. Madrileño nacido en 1782 y muerto en esa ciudad a la edad de 80 años, en 1892. Político liberal moderado, diplomático e historiador.
Refugiado en Cádiz durante la Guerra de la Independencia, escribió el Memorial Miraflores a petición de Fernando VII a su vuelta a España. Colaboró con Riego y se exilió en Paris durante la Década Ominosa. Regresó después de la muerte de Fernando VII. Apoyo a la Reina Gobernadora y a la futura reina Isabel II. Embajador en Londres, obtuvo el reconocimiento de la Regente por las dos grandes potencias europeas, Inglaterra y Francia.
Exiliado en Francia a raíz del Motín de la Granja, regresó en 1838 después de la aprobación de la Constitución de 1837.
Fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros dos veces durante el reinado de Isabel II. La primera vez el 12 de febrero de 1846, su mandato, que fue muy corto, duró un mes hasta su dimisión el 16 de marzo del mismo año.
Hombre conservador, muy ligado a Narváez y con las mismas ideas que éste en cuanto al uso de la mano dura para el control del orden público. Líder de la fracción más ultra del partido moderado.
Contaba con el apoyo del Congreso e intentó aplicar su ideario político a los tres problemas más importantes de la España del Momento: la boda de Isabel II, las relaciones con el Papado y el reconocimiento de la Reina por las llamadas potencias del norte: Rusia, Austria y Prusia.
No era un Presidente del gusto de María Cristina que influyó en su hija, la Reina Isabel, para frustrar todas las propuestas que salían de Gobierno. María Cristina era la transmisora de los intereses de la camarilla de la Reina, asistía regularmente al Consejo de Ministros donde indicaba que decisiones se debían tomar y cuáles no.
Con apoyo obtenido en el Congreso al ganar una moción de confianza, Miraflores se reunió con María Cristina para hablar del candidato a marido de la Reina. La persona propuesta por María Cristina no fue aceptada por el Presidente lo que le llevó a dimitir del 16 de mayo de 1846.
Durante su mandato, el 25 de abril de 1846, estalló la guerra entre Estados Unidos y Méjico. La invasión de Méjico se inició cuando el presidente de Estados Unidos exigió a éste país el reconocimiento de la independencia de la República de Tejas recién convertida, en 1845, en nuevo estado de la Unión. Tejas se había transformado en República independiente en 1836 por el Tratado de Velasco. Sus fronteras fueron más allá de las que habían sido definidas por España para el antiguo distrito de San Antonio de Béjar. El tratado, que aumentaba su extensión hasta el rio Bravo desde el límite original del río Nueces, no había sido reconocido por Méjico.
La guerra terminó con el Tratado de Guadalupe Hidalgo firmado el 2 de febrero de 1848. Con el tratado Méjico perdió más de 2.100.000 km², el 55 % de su territorio de entonces, habitados por unos 107.000 habitantes. Además de Texas incluían Arizona, California, Nevada, Utah, Nuevo México, partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma.
Ramón María Narváez.
El 16 de marzo de 1846, un mes después de su dimisión, Narváez fue nuevamente nombrado por la Reina Presidente del Consejo del Consejo de Ministros.
Su mandato, ésta segunda vez, sería muy corto, duró poco más de quince días hasta el 4 de abril del mismo año cuando presentó su dimisión.
A los dos días de su nombramiento, Narváez publicó un Manifiesto acusador contra la prensa por su papel crítico con la Corona y con el Gobierno publicando mentiras, falsedades y calumnias que pregonaban los escándalos de la Corona y del Gobierno.
El manifiesto iba acompañado de dos decretos: por el primero se suprimirían los periódicos que atacasen a la Reina y a la Familia Real, también se suspendían temporalmente a los periódicos que despreciasen al Gobierno.
El segundo decreto suspendía las Cortes para poder gobernar por decreto sin la presencia e injerencia de las mismas.
Los dos decretos provocaron protestas. Se acusaba a Narváez de ser un dictador que actuaba obviando la Constitución y que, por tanto, sus decisiones eran inconstitucionales.
Los embajadores de las potencias europeas, Francia e Inglaterra, pidieron su destitución. Pero la causa de su dimisión fue un escándalo en la Bolsa denunciado por Juan Manuel González de la Pezuela y Ceballos, Marqués de la Pezuela. Narváez tuvo que exiliarse a Francia.
En aquellos años, entre 1844 y 1846, a raíz de la nueva paz social y la recuperación económica, se produjo el primer boom bursátil en la Bolsa de Madrid. En un año llegaron a negociarse hasta 15.000 millones de reales, un verdadero fortunón para la época. Se disparó la especulación con la introducción de las operaciones a plazo. El Marqués de Salamanca fue el primer rey de la Bolsa de Madrid dando varios pelotazos compinchado con Narváez y con María Cristina, la madre de Isabel II.
Joaquín de la Santa Cinta. Ingeniero aeronáutico, economista e historiador