Presidentes del Consejo de Ministros durante el Reinado de Isabel II: Luis González Bravo
Luis González Bravo y López de Arjona, gaditano, nacido en Cádiz en 1811 y muerto en el exilio en Biarritz (Francia) a los 70 años, en 1871. Periodista e intelectual español, Académico de la Lengua. Político liberal exaltado, líder de la facción extremista y nacionalista del partido progresista, acabo su vida en el exilio después de haberse adherido al carlismo. Capitán de la Milicia tomó parte en los sucesos de 1940 que significaron el fin de la Regencia de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Como abogado asumió la defensa del General Diego de León. Diputado, dos veces Ministro de Gobernación, embajador en Lisboa y Londres, Presidente del Consejo de Ministros durante el reinado de Isabel II en dos ocasiones.
En la primera ocasión fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros el día 5 de diciembre de 1843. Su mandato duró 5 meses hasta el 3 de mayo del año siguiente cuando presentó su dimisión.
Las alianzas entre los partidos progresistas y moderados, rotas con el gobierno de Olózaga, se restablecieron con González Bravo como Presidente de Gobierno. Ésta alianza perduró hasta la caída de González Bravo y la llegada al poder del General Ramón María Narváez.
El apoyo moderado al Presidente del Consejo descansaba en dos puntos: represión de los motines progresistas – esparteristas, incluyendo suprimir la Milicia Nacional, y el retorno de la Ex Regente María Cristina de Borbón- Dos Sicilias.
González Bravo era un personaje radical en su ideología, católico y muy conservador había sido un progresista duro contra la Regente María Cristina, evolucionado a un nacionalismo de derechas revestido de progresismo con La Joven España para acabar en el carlismo, previo paso por la representación de la derecha más dura del partido moderado.
González Bravo era consciente de su debilidad política y militar frente a los otros dos partidos, por lo que propuso crear una alianza con los moderados de Narváez y los progresistas de Olózaga, siendo La Joven España el partido bisagra entre los otros dos. Esto le permitiría seguir en el Gobierno e ir colocando a sus correligionarios en los puestos de la Administración vacantes por el desalojo de los progresistas – esparteristas. Ésta propuesta de alianza no fue aceptada por Narváez.
A finales de diciembre disolvió las Cortes para poder Gobernar por decreto, no contaba con el apoyo de los diputados y así evitaba su control. Convocó elecciones para celebrar en enero. Fueron ganadas por los moderados.
Los moderados estaban pidiendo el regreso de la Ex Regente María Cristina de Borbón Dos – Sicilias a España. González Bravo autorizó su retorno pensando que así se ganaría al partido moderado del que María Cristina era la líder. Erró en su cálculo y el regreso solo significó el refuerzo del partido moderado que dejó de apoyarlo y empezó a formar sus propios gobiernos.
El 28 de febrero María Cristina entró en España por Figueras, reuniéndose en Valencia, pocos días después, con la plana mayor del partido moderado. Permaneció en Valencia un par de meses.
Uno de los propósitos del Gobierno era la disolución de las Milicias Nacionales y la eliminación de todos los altos cargos progresistas de la Administración. La reacción de estos no se hizo esperar volviendo agitar aquello que mejor dominaban, la calle.
Los progresistas decidieron, por una parte, boicotear todo lo que hacían los moderados y el Gobierno y, por otra parte, agitar la calle con una campaña de prensa sobre la influencia del Gobierno en las elecciones de enero. Como resultado se produjeron levantamientos progresistas, en febrero y marzo, en varias provincias.
Contando con el apoyo de los moderados, el Gobierno, en una respuesta muy dura a la agitación, envió el ejército a las calles, detuvo a las principales líderes progresistas: Cortina, Madoz y Caballero que fueron encarcelados durante 6 meses. Joaquín María López tuvo que permanecer escondido para no ser detenido hasta la salida de sus compañeros de prisión. Algunos de los cabecillas de las algaradas fueron fusilados.
A finales de enero, en Alicante se produjo una sublevación progresista, dirigida por el Coronel Pantaleón Boné, que tomó la ciudad. La reacción de del Capitán General de Valencia fue sitiar la ciudad y bombardearla desde el mar. Después de una batalla entre Elda y Petrel, Boné fue derrotado y se refugió en el castillo de Santa Barbará. El castillo, defendido por Juan Martín el Empecinado, se rindió. Fueron fusilados unas doscientas personas entre ellos el propio Boné.
El ataque a los progresistas hizo que estos se pusieran radicalmente enfrente del Gobierno. María Cristina reprocho a González Bravo sus ataques contra ella en1840. Ambos hechos fueron el comienzo del fin de González Bravo.
Se empezó a decir que el Presidente tenía modales de dictador, que no tenía apoyo en las Cortes y que carecía de apoyo popular.
El 28 de marzo de 1844, González Bravo decidió crear la Guardia Civil. A mediados de abril encargó a Francisco Javier Girón y Ezpeleta de las Casa y Enrile, II Duque de Ahumada, el desarrollo del proyecto.
Venía a sustituir a la muy politizada Milicia Nacional y se constituía como una institución profesional y nacional contra el crimen. Ejercería sus funciones en todo el territorio nacional por encima de cualquier otro organismo policial local o regional.
Recogería las funciones de vigilancia y control de la población que ejercía habitualmente el ejército. La Guardia Civil sería un cuerpo militar, no de voluntarios civiles como había sido la Milicia Nacional, pero las funciones militares de defensa, ataque y ocupación de territorios seguían siendo reservadas al ejército.
La Guardia Civil se puso en marcha el 13 de mayo del mismo año, días de pues de la caída del Gobierno que propuso su creación. El Gobierno que le sucedió, con Narváez al frente, le dio el primer impulso y desarrolló su implantación en el país.
Además, González Bravo aumento la plantilla del Ejército hasta los 100.000 hombres; restableció la famosa Ley de Ayuntamiento de 1840, que fue la causa de la caída de la Regente María Cristina, aunque con algunos cambios.
En 1843 el ataque de los marroquíes a las ciudades de Ceuta y Melilla. La muerte de José Valverde, regidor de la ciudad de Ceuta; la ejecución del vicecónsul español en Mazagán (El Yadida), Víctor Darmón, en enero del año 1844 y los ataques y hostilidades contra los españoles en la ciudad de Melilla, provoco que el Gobierno de González Bravo preparara una intervención en Marruecos, al estilo de la que estaba llevando Francia en Argelia. Participaría un ejército de unos 20.000 hombres con el objetivo de ocupar las ciudades de Tánger, Tetuán y Larache. Se presentó un ultimátum ante el sultán Muley Abd el- Rahman y se rompieron las relaciones diplomáticas entre los dos países. No se llegó a la guerra por la rápida intervención mediadora de los ingleses que lograron, ya con Narváez como Presidente del Consejo de Ministros, que el sultán firmara, en Tánger, el 10 de septiembre de 1844, un acuerdo con España donde se fijaban los límites de la ciudad de Ceuta. Poco duro la paz con España, enseguida se empezaron a reproducir los incidentes que dieron lugar a la Guerra de África de 1859.
El Gobierno estaba agotado, González Bravo no había conseguido ser la bisagra que deseaba en una alianza de progresistas y moderados.
La llegada a Madrid de María Cristina de Borbón, el 24 de abril de 1844, significó el final del Gobierno de González Bravo. Era enemiga personal del Presidente por los ataques que éste había realizado contra ella, durante los años de su regencia, desde el periódico “El Guirigay”.
Narváez decidió dejar de apoyarlo y González Bravo presentó su dimisión el 2 de mayo.
Al día siguiente, Isabel II nombró Presidente del Consejo de Ministros al General Ramón María Narváez, líder del partido moderado.
El Gobierno de González Bravo fue un Gobierno de transición entre la Regencia de Espartero y la Década Moderada que se inauguraba con el Gobierno de Narváez.
Joaquín de la Santa Cinta. Ingeniero aeronáutico, economista e historiador