Pozuelo no es un lugar emblemático para el PP, aquí está lo que no han querido en otro sitio. Un artículo de Isabel Bathory
Habitualmente organizo cenas en casa. Me gusta charlar con amigos ante un buen mantel y un buen plato, y continuar de sobremesa apurando la botella de vino. Lo hago al menos una o dos veces por semana. Y tengo que reconocer que aprendo mucho escuchando a mis invitados, todos ellos gente de mundo y de conversación sosegada e inteligente.
En una de esas cenas comenté medio en broma mi carta a este digital sobre el bochornoso pregón de fiestas que hubo en Pozuelo. Y, sin querer, como surgen siempre las buenas conversaciones, se abrió un pequeño debate sobre este ayuntamiento pozuelero que, para nuestra desgracia, ya solo sale en prensa para hablar de un suceso, de un caso de corrupción o de una iniciativa ridícula y pueblerina.
Uno de mis invitados, por su cargo actual y su trayectoria pasada, sabía de que hablaba, así que le escuché con atención. “Desengáñate- dijo- aquí está lo que no han querido en otro sitio”. Me extrañó, porque yo pensaba que Pozuelo era una plaza magnífica para un pepero: Casi imposible de perder en unas elecciones, cuentas saneadas, funcionarios competentes y vecinos amables y educados que no te esperan a la salida para ajustarte cuentas.
“Sí, eso es verdad- continúo- pero el PP no está viendo Pozuelo como un lugar emblemático donde desarrollar su política, sino como un chollo donde colocar sus apparátchiki sin necesidad de que sepan o no hacer la O con un canuto. Que no saben, por cierto”.
Se quedó pensativo mirando al vacío y por un momento pensé que allí, frente al ventanal, estaba viendo la ciudad que él querría que fuera. Siguió hablando: “Si quisieran, o supieran, Pozuelo sería una ciudad emblemática, no solo de España, sino de Europa por su seguridad, sus zonas verdes, sus deportes y sus eventos culturales. Sin embargo, van al tran, tran. Y cada vez dejan la ciudad un poquito peor”.
Su mujer intentó quitarle hierro al asunto diciendo que nuestra urbanización estaba preciosa y que Pozuelo le encantaba, pero no lo consiguió. “La alcaldesa no conoce el pueblo. Tampoco quien lleva Hacienda, ni Urbanismo, ni quien dirige los servicios de limpieza. A los de Pozuelo ni los escucha. No saben hacer nada. ¿Crees que es normal tener todos los años decenas de millones de superávit? Eso no es una virtud, eso es no presupuestar bien y quitar a los vecinos de más en sus impuestos. ¿Es normal que se siga considerando la gestión ambiental como hace 30 años? ¿No se puede mejorar en las urbanizaciones la recogida de residuos como hacen en las ciudades avanzadas? ¿Es necesario una programación cultural para horteras? ¡Por Dios, que echaron a Miguel del Arco porque la alcaldesa consideró que aquí no gustaría una obra que se llamaba “Juicio a una zorra”! ¡Hace falta ser inculta y ordinaria! Que ella no haya leído un libro en su vida ni sea capaz de ir al teatro sin dormirse no le da derecho a considerar a todos iletrados… En fin, me voy a callar, pero no os merecéis la banda que tenéis aquí.”
Cambiamos de tema pero la charla ya no fue igual. A todos nos había entrado una cierta pena. Nos despedimos y me fui a acostar, pero tardé un tiempo en dormirme pensando en lo que había escuchado. Y concluí que mi amigo llevaba razón. Pozuelo podría ser una de las mejores ciudades de Europa, y no lo es. Va a ser verdad que no nos merecemos la banda que tenemos aquí. Aquella noche dormí bastante mal.
Isabel Bathory