El Gobierno de Pozuelo es masoca: Mantiene plantado el desdichado Quercus del Parque de las Cárcavas solo para que le zurren la badana y, de paso, a esta ciudad
El Parque de las Cárcavas es el mejor parque de Pozuelo con diferencia. Eso era un vertedero y, sobre un proyecto del desaparecido Leopoldo Gómez, se construyó un fantástico parque. Eran los tiempos del dinero sobrante y los valores menguantes y, lógicamente, el proyecto se fue de madre. Lo contó Yolanda Estada en este periódico hace año y medio.
El Gobierno de entonces se equivocó en casi todo y se lo gastó todo. Y lo reconocen. Pero nadie se llevó un euro y eso que el caso fue llevado ante la justicia en dos ocasiones por el PSOE. Es más, aún hay quien, torticeramente, se empeña en ligarlo a Gurtel cuando no tiene nada que ver una cosa con otra.
Entre los abusos que se cometieron, en Otoño de 2006, se compró un árbol fantástico en Bélgica para este parque. Un Quecus que costó 27.000 euros, aunque el paquete final de plantas que se compraron más su traslado a Pozuelo costase 104.000 euros.
El preciado árbol se aseguró, en aquel entonces, contra todo tipo de problemas. Luego, alguien creyó que era muy caro el seguro y lo suspendió.
Como era natural, el árbol no se adaptó. Era muy complicado que lo hiciera. Y a su mala fama de costoso se unió el morbo y la intención política. Era un escándalo mayúsculo.
El árbol no tiene solución. Y lo sabe todo el mundo. Pero ahí está. Ahí sigue. Como un monumento al despropósito y para que la chiquita pozuelera de El País lo saque cada verano (ya van dos) para rellenar páginas vacías o para que algún político listillo vuelva a ludir a él y lo mezcle todo. No hay más que pasear por el Parque de las Cárcavas para ver el esperpento. Está a huevo. Es un muñeco de feria.
Hace tiempo que los posteriores Gobiernos de Pozuelo (Adrados-García Molina y Quislant-Oria) tendrían que haber tomado la determinación de trasplantarlo a los viveros municipales para intentar salvarlo o, en su caso, sacrificarlo. No se puede aguantar. Pero no lo ha hecho. Da la sensación de que son masocas y les va la marcha. Quieren que les sacudan por su culpa. Como si tuvieran que expiar un pecado original.
Del Otoño de 2006 hasta hoy han pasado casi 10 años pero los Gobierno de Pozuelo no quieren saber nada del árbol y mucho menos del Parque de la Cárcavas. No existen. Viven de espaldas a él. Es un parque maldito. Y el problema es que empieza a deteriorarse.
Fue un error político. Lo fue. Como pudo ser el aeropuerto de Ciudad Real, aunque las comparaciones en pasta invertida sean odiosas. Y los errores políticos se pagan en las urnas. Y el PP de Pozuelo ya pagó sus errores con cinco concejales en las dos últimas elecciones.
Lo que no se entiende es que el Gobierno actual se empeñe en mantener el árbol ahí. Sujeto por vientos al suelo. Moribundo. Sin sentido.
Quiten ese árbol de ahí. Quítenlo ya. Y pongan una fuente o lo que se les ocurra (ya no está García Molina para hacer esperpentos). Miren hacia adelante. Vuelvan la vista a ese parque. No es un parque maldito, como creen en el Ayuntamiento. No le den más oportunidades a periodistas de segunda y, sin embargo, vecinos a hacer política sectaria.
No permitan que el nombre de Pozuelo se siga arrastrando por un error político de hace 10 años.
¿Hasta cuándo consentirás este escarnio, alcaldesa Quislant?
Te lo pregunto porque te gusta presumir de defender a esta ciudad…
Por cierto, ¿has ido alguna vez al Parque de las Cárcavas?
El Capitán Possuelo