Adiós a las pensiones
La pasada semana nos hemos enterado de que el Gobierno (en funciones) ha sacado de la famosa “hucha” de la Seguridad Social nada menos que 8.700 millones de euros para pagar las pensiones de julio, que incluyen una paga extra para los pensionistas. Si tenemos en cuenta que dicha reserva contiene ahora 25.176 millones, se comprende que el fondo sólo alcanzaría para pagar las pensiones sólo tres meses más. ¿Y de dónde se nutre este famoso fondo? Pues, por ejemplo, en marzo de 2014 se informaba que la rentabilidad en esos tres meses había sido de 525 millones. Suponiendo que rente más o menos lo mismo, es fácil ver que con 2.100 millones no vamos a ninguna parte. La cosa no pinta bien cuando sabemos que al finalizar 2012 había 63.008 millones. Señoras y señores: esto corre que vuela. Se calcula que en 12 meses los gastos van a superar a los ingresos en más 17.350 millones, 750 millones más que al cierre del año pasado.
Los responsables de la SS se han justificado diciendo que “desde que comenzó la crisis en 2007 los pensionistas que se han incorporado al sistema han sido más de 825.000, es decir que ha habido que hacer frente no sólo a una pérdida de cotizantes sino también a un número creciente de pensionistas”.
En fin, todos hemos visto u oído hablar de la Pirámide Poblacional y sus cambios en los últimos tiempos. Parece que el proceso es imparable. La población envejece a marchas forzadas, y no sólo en nuestro país. En España, durante el año pasado murieron 2.753 personas más de las que nacieron y, según el Centro de Estudios Demográficos, la tendencia se mantendrá en los próximos años.
También aquí vamos de cráneo. Las españolas salen a una media de 1,32 hijos por mujer, y cada vez la edad de ser madres se retrasa; actualmente el primer hijo se tiene como promedio a los 30,6 años. Para explicar este cambio respecto a épocas anteriores (¡cuando surgieron aquéllas familias numerosas!) se han esgrimido multitud de razones laborales y socioeconómicas. Pero a esta escasez de nacimientos, por pura aritmética deberíamos añadir los casi 2 millones de abortos que se han producido desde 1985, año en se promulgó la ley. Sin entrar a valorar tal hecho, sí es preciso señalar que si no se hubiera producido este fenómeno, hoy seríamos más de 48 millones de habitantes frente a los 46,5 millones actuales. Es decir, muchos más futuros cotizantes a la SS. Pero al parecer muchos piensan que sean los hijos ajenos quienes les paguen sus futuras (y dudosas) pensiones. En un tiempo se pensó que la llegada de población extranjera contribuiría a paliar tal problema, pero ni aún así. Estos regresan a sus países (seguramente debido a la crisis) y aquí nos quedamos viéndolas venir.
No disponemos aquí de mucho espacio para discutir las soluciones que se han propuesto para enfrentarse a esta amenaza que planea sobre los pensionistas. Se habla del actual sistema de reparto, se habla de capitalización… La derecha dice que la solución está en aumentar el número de cotizantes creando más puestos de trabajo y complementar el sistema con aportaciones del propio currito. Lástima que sean las empresas privadas y no el gobierno quien crea más trabajo. La izquierda habla de crear un nuevo impuesto general, al margen de los ingresos de la SS, idea que no hace muy feliz a los ya sobrecargados contribuyentes.
¿Por qué empeoran así las cuentas del estado del bienestar? Porque las cuotas que pagan empresarios y trabajadores son insuficientes. Pero basar dicha insuficiencia en el envejecimiento de la población y la disminución de cotizantes es una falacia. Hay un hecho que ya he señalado en artículos anteriores: La automatización es un fenómeno que SIEMPRE va a disminuir el número de trabajadores necesarios, y más aún en el futuro: un panorama desagradable pero que la gente necesita conocer. Dicen que se crean más nuevas profesiones de las que se destruyen, pero no hay pruebas de que vaya a seguir sucediendo así. Además, un trabajador escasamente especializado no puede transformarse de la noche a la mañana, por ejemplo, en un experto en Nuevas Tecnologías.
A la porra el cuento de la Pirámide poblacional. Nos estamos basando en unas épocas pasadas en las cuales era absolutamente necesario que hubiera tantos o más trabajadores que pensionistas. Como decía un economista con un ejemplo sencillo, un campesino recolectaba una lechuga y un consumidor se la comía. Pero con la automatización del campo y de muchas empresas, eso ya no es cierto. Según la Wikipedia, “a principios del siglo XX, en Estados Unidos se necesitaba un granjero para alimentar de 2 a 5 personas, mientras que hoy, gracias a la tecnología, los agroquímicos y las variedades actuales, un granjero puede alimentar a 130 personas”.
¿Quién se beneficia más en esta sustitución del hombre por la máquina? Obviamente, los empresarios. Hay miles de estudios que muestran cómo la mecanización aumenta la rentabilidad y los beneficios de la empresa. Son, pues, ellos quienes deben repartir ese aumento de la productividad con los trabajadores que se quedan en la calle. Ésta sería la medida mucho más importante a tomar para asegurar la supervivencia del sistema de pensiones. Además, de no hacerse así se corre el riesgo de meterse en un callejón sin salida. ¿De qué me servirá a mí, empresario, abaratar los costes de mis productos o servicios despidiendo gente e instalando máquinas que me permitan aumentar mi productividad, si en otras empresas del país sucederá lo mismo y sólo quedarán trabajadores en paro que difícilmente podrán adquirir esos productos? Quizá de este modo, algunas empresas dejarán de obtener beneficios medidos en decenas de miles de millones, pero la mayor paz, bienestar y estabilidad social aumentarán. Y eso, la moderación de vuestra ambición desmedida, amigos ultramillonarios, os beneficiará también alejando el riesgo de populismos que, al fin y a la postre, podrían acabar con la fiesta.
Abelardo Hernández