Mentir sobre las promesas electorales será delito
Incluso los partidarios que votaron al “Brexit” en el referéndum británico se sienten engañados por sus políticos. En una entrevista televisada a Nigel Farage, el mayor impulsor de la salida del RU de la UE, la periodista le pregunta si puede garantizar la promesa de que gracias al Brexit ingresarán en las arcas de la seguridad social 350 millones de libras a la semana, Farage responde “No, no puedo y tengo que decir que ese ha sido uno de nuestros grandes errores durante la campaña”. Asustada y escandalizada la presentadora insiste: “Un momento: ese fue uno de sus anuncios, es la razón por la que muchas personas votaron por el sí. ¿Me está diciendo que después de que 17 millones de personas votaran por irse, basándose en medidas como esta de la propaganda, han cometido un error?” Casualmente, la mayoría de los votantes por el Brexit han sido mayores de 50 años. Y qué casualidad que la promesa falsa hablara sobre ingresar dinero en la Seguridad Social,
Uno más de los “errores” que les van a costar caros a los contribuyentes británicos. El otro, el que ha atizado la xenofobia de los euroescépticos, es el referente a la inmigración. Pero ni por esas. Según se ha informado, “El eurodiputado conservador Daniel Hannan ha reconocido que si el Reino Unido quiere seguir teniendo acceso al mercado único, sin estar dentro de la UE, deberá seguir permitiendo aún la entrada en el país de los trabajadores europeos, como ocurre actualmente con Noruega”. Europa no se quedará completamente aislada del Imperio Británico.
Poco importa la verborrea de tan inmorales diputados, por otro lado unos cuantos más entre los infinitos políticos de todo el mundo -incluyendo, por supuesto y quizá en un lugar destacado a los nuestros- Todos mienten y todos lo hacen con la repugnante tranquilidad de quienes se sienten impunes frente al incumplimiento de sus promesas electorales. Y aunque éste es un tema que en nuestro país no suscita tan apasionados debates como otros asuntos, deberíamos entender que está en juego la esencia misma de la democracia. Votamos libremente, sí. Pero ¿qué votamos? Mentiras que nunca se cumplirán.
Y ahora viene el palo. Entender por qué mienten los políticos. Cierto que durante esta crisis mundial, los recortes y beneficios no han sido equitativamente repartidos entre ricos y pobres. Cierto que la corrupción ha alcanzado cotas difícilmente imaginables hace años. Pero debemos reconocer que nosotros somos parte no desdeñable de la crisis y en cierta medida, contribuimos a ella. No es casualidad que donde más escándalos económicos se han producido es en el sur de Europa: Grecia, España, Italia, Portugal… Por no hablar de la gloriosa herencia “latina” que les dejamos a los ciudadanos de la América del Sur. Es penoso ver como, incluso cuando alguno de ellos, como Brasil, Venezuela, Argentina o Chile, poco después de empezar a remontar el vuelo en sus economías, la corrupción económica y política tardan escaso tiempo en frenar su desarrollo.
Llevamos años viendo que, mientras unos países no levantan cabeza, otros -léase China, Corea del Sur, Vietnam del Sur, Indonesia, India, Singapur, etc- no cesan de crecer. ¿Recetas milagro? No, sencillamente están trabajando como burros, ahorrando y, lo más importante, formándose en multitud de áreas, singularmente en las nuevas tecnologías.
¿Cómo no mostrar la máxima admiración hacia países como Finlandia, Corea del Sur o Singapur, donde los maestros y profesores son rigurosamente seleccionados y están entre los profesionales más valorados por la sociedad? ¿No parece significativo que ya en el siglo XIX un ciudadano no pudiera casarse en Finlandia si no sabía leer? Pues alcanzar los niveles de esos países no es imposible. Recordemos el atraso de Escandinavia a mediados del siglo XIX. En PIB per cápita estaban por detrás de los países de la periferia europea como Italia o España. Entre 1861 y 1914 el PIB sueco se multiplicó por 4,4 veces y el PIB per cápita por 3,1 veces.
Y todo esto y mucho más es algo que los políticos ni quieren ni pueden decirnos: “Amigos, vosotros tenéis que mejorar, y nosotros mucho más, dando ejemplo para ser dignos de vuestro voto. Y el primer paso será que en nuestras campañas sólo prometeremos aquello que estemos seguros de poder cumplir. Adelante: el futuro empieza hoy”.
Obviamente, no es casualidad haber escrito este sencillo artículo cuando los ingleses aún paladean las consecuencias de la tremenda carga que les han echado encima sus políticos populistas, y están recién estrenados los resultados que arrojan nuestras propias elecciones. Exijámosles. Con mentiras -sus mentiras- no vamos a ninguna parte.
Mentir sobre las promesas electorales aún no es delito. Pero un día lo será. Por favor, contribuyamos a esa exigencia.
Abelardo Hernández
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