Maria Sharapova encuentra en Andrés Velencoso su paño de lágrimas
Ella atraviesa el momento más sombrío de su carrera y no acierta a encontrar la calma después de ver su nombre y su excelsa trayectoria deportiva manchados por el dopaje. Él da los primeros pasos en el complejo mundo de la interpretación, tras varias décadas seduciendo a los fotógrafos sobre las pasarelas. Dos realidades profesionales contrapuestas a las que ahora se enfrentan juntos. La tenista Maria Sharapova, de 29 años, y el modelo Andrés Velencoso, de 38, viven una intensa y especial amistad desde hace meses que se consolida día a día.
Aunque se resisten a confirmar su relación y prefieren jugar al despiste, teniendo imágenes sobran sus palabras. Hace unas semanas derrochaban complicidad y gestos de cariño por las calles de París. Sin inmutarse por la posible presencia de fotógrafos, la pareja paseó por las lugares más concurridos de la capital francesa, subieron a lo alto del Sagrado Corazón y descansaron en una típica terraza parisina a orillas del Sena. Las fotos muestran cómo ambos están cogidos de la mano y el modelo pasa su brazo por encima del hombro de la rusa, en una muestra de sintonía que se repitió en varios momentos.
La química entre ellos resulta más que evidente aunque sus sentimientos se encuentran a miles de kilómetros. Velencoso, que acaba de estrenar su segunda película, «Summer Camp», está afincado en Londres mientras que la tenista reside en Los Ángeles, con un futuro incierto dibujado en el horizonte. Ha sido suspendida dos años por la Federación Internacional de Tenis (ITF) tras dar positivo por Meldonium en un control que le fue realizado el pasado 26 de enero, durante la disputa del Abierto de Australia. Adiós al sueño olímpico de Río. Tras conocer el castigo, Sharapova ha presentado una apelación ya que según su versión desconocía la prohibición de esa sustancia que incrementa la resistencia de los deportistas y ayuda en la recuperación tras el ejercicio.
La exnúmero uno del mundo (21 semanas) y poseedora de cinco títulos del Grand Slam ha encontrado en Velencoso el hombro donde llorar los disgustos profesionales, pero también los sentimentales. A pesar de su cuerpo atlético, su dulce mirada y simpatía con la que ha encandilado a las principales marcas, llegando a embolsarse 23 millones de euros por contratos publicitarios, sus relaciones con los hombres nunca han sido tan rentables.
El pasado verano la rusa rompía con el tenista búlgaro Grigor Dimitrov, de 25 años. Salían desde principios de 2013, aunque no lo reconocieron públicamente hasta el mes de mayo. Pasearon su amor por las pistas de medio mundo y se establecieron entre Florida y California. Formaban una de las parejas más potentes del tenis y también, con más morbo. Grigor había mantenido anteriormente un fugaz romance con la sempiterna enemiga de Sharapova en la pistas, Serena Williams.
Este triángulo tenístico resultaba tremendamente atractivo y alimentaba la rivalidad deportiva siempre existente entre ambas. Serena con su imponente solidez corporal, haciendo gala del poder del músculo, contra la belleza delicada y la fuerza del hielo de Sharapova. Al final las dos perdieron el partido. En julio de 2015, Dimitrov emitía un comunicado en el que anunciaba su separación de Maria, deseándole «toda clase de felicidad para el futuro». Parecía una ruptura amigable sin más trasfondo que la desidia mutua y la sed de títulos deportivos, pero acabó adoptando tintes de telenovela. Se publicó que la verdadera razón de la separación había sido el escarceo de Dimitrov con una modelo de Playboy llamada Nikoleta Lozanova.