En quién confiar para depositar mi voto. Tragedia hispana
Cuando nos encontramos en la cuenta atrás que nos arrastrará a un gobierno que nos guie hacia el… futuro, y tras la amarga experiencia, no por esperada, de comprobar que el diálogo es solo una fuente de conflictos, cuando de gobernar se trata, que nos ha llevado a una nueva cita electoral más turbia que la anterior. Los gobernados tendremos que decidir con quién nos casamos, para mejorar nuestros inmediatos días.
Las noticias que nos llegan a todas horas, sobre nuestra clase política y los partidos que se representan en ella, sin duda, son desalentadoras… en general. Uno puede llegar a pensar, sin temor a equivocarse, si no están, prácticamente, todos en situación alegal y no hay más que recordar lo que ocurre:
Desde el Sur, los ERES, no solo no acaban, sino que añaden nuevos encausados; por el Este los disturbios continuos en la Barcelona que fue, trufados de pagos inconcebibles para cualquier ciudadano que no llega a final de mes, asustan del destino de nuestros impuestos; más abajo no hay arroz suficiente, para tapar, hasta la visita Papal; en el Norte, como siempre, todos son víctimas y equidistancia, aunque solo unos apretaban el gatillo y otros ponían la sangre; mientras por nuestro Madrid de cada día, sigue retumbando el “…sé fuerte” que a todos nos sigue dejando helados; y, en mi Galicia natal ¡cómo no! el dedo naranja, sustituye a la tan cacareada por todos, democracia interna de los partidos, y si no que se lo digan a los chicos de morado con el ex JEMAD.
Como el país se queda pequeño para tanto disparate, nos congratula saber que las colas caribeñas, son fruto del crecimiento económico y de la locuacidad de sus habitantes… es la ventaja, seguramente, de ver mucho más allá, aunque el hambre los condene.
Y nosotros, tendremos que avanzar hacia la mesa e introducir el sobre en la urna, con valentía, con ilusión, con la esperanza de un final feliz que nos lleve a todos por la senda de la recuperación económica, prima-hermana de los puestos de trabajo y del crecimiento.
Ahora que llega el tiempo de la verdad, el único momento en que nos consideran son esos escasos minutos que ocupamos en llegar al Colegio Electoral, buscar nuestra mesa, aproximarnos a la urna con el sobre cerrado, mostrar el DNI y tras decir nuestro nombre, escuchar la palabra rotunda del otro lado de la mesa: VOTA
¡Vaya papeleta que nos han pasado! Posiblemente, también, tengamos nuestra parte de culpa y así nos lo hacen ver los dirigentes que nos han traído hasta esta situación y nos recuerdan todos los día: ¡o yo, o el caos…! Los mismos que tiran de la chequera del estado, los mismos de la “ prima de riesgo”, exactamente, los mismos que no han sido capaces, salvo para tomar vacaciones y cobrar, de ahorrarnos un gasto inútil en esta nueva cita electoral que, o mucho me equivoco o volverá a ser un retorno al pasado, en la búsqueda de un diálogo contra todos.
Un buen amigo me dice siempre que la confianza es el arma que primero muestra el político hacia el contribuyente y que más rápidamente dilapida, porque sus objetivos son causa suficiente, para justificar su abandono. Si no es verdad, sin duda, los define muy bien.
Por una vez procuremos cambiar la tragedia, que nos ha traído hasta aquí, por una nueva aventura en la que seamos partícipes de una historia de crecimiento y de futuro que nos haga pensar a todos que ha merecido la pena arrimarnos al Colegio Electoral el próximo 26 de junio.
Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad, conocemos bien a todos los que nos quieren representar, de intentar discernir la confianza con el camelo; la simulación con la realidad; la oportunidad con el más de lo mismo. Aunque todos, en el fondo, tenemos el mismo derecho a equivocarnos al depositar el voto, como ellos a decirnos que trabajan por nuestro bien. ¡Y yo que pensaba que solo buscan continuar en la poltrona y de ahí que se me parezcan tanto todos!
¡ Ay amigos! Una vez más, a los sufridos mortales que con nuestros impuestos pagamos todas sus deidades, solo nos queda… seguir caminando y si puede ser…, acertar con nuestro voto. Sinceramente, es lo único que tenemos.
A. Nogueiro