Crónica social, política y deportiva de un partido de fútbol del CF Pozuelo que fue el paradigma de la realidad de esta ciudad, con gafe incluido. Anda que si lo del gafe es verdad…
El CF Pozuelo perdió la eliminatoria del Play Off de ascenso a 2ª División B contra el Haro Deportivo. Los riojanos fueron más equipo que los pozueleros y todo fue bonito mientras duró, como diría el presidente Cardoso.
En cualquier caso, la derrota del CF Pozuelo, aunque dolorosa, no fue más que el reflejo de lo que es esta ciudad desde el punto de vista social, político y, por supuesto, deportivo. Sin identidad social como pueblo, con un Gobierno irrespetuoso, políticamente hablando, y sin ninguna aspiración deportiva que le cause problemas. Una desgracia.
Así que vayamos por partes con la crónica del partido, como decía Jack el Destripador.
Lo primero que me llamó la atención fue que la tribuna de la izquierda de espectador, pese a ser un partido importantísimo para Pozuelo, no se llenó de pozueleros. Esa parte de la tribuna fue ocupada por aficionados del Haro Deportivo que no cabían en su espacio reservado. Rara situación en una ciudad de 84.000 vecinos, solo explicable desde el punto de vista de los mil Pozuelos que tantas veces he denunciado y que terminarán ahogándola.
Y es que, nos guste o no, no existe Pozuelo como ciudad. Existen muchos Pozuelos. Y quién asistía al partido era solo uno de ellos. Sólo uno. Pozuelo es sólo un término municipal sin conexión alguna entre sus barrios y el partido fue fiel reflejo del mismo. Una pena. Y el problema es que, en principio, la voluntad política del Gobierno es mantener ese espíritu disgregador. No le crea problemas.
El primer tiempo del partido lo viví, precisamente, en esa zona de la tribuna, observando cómo se comportaba la afición riojana con cierta envidia. Los aficionados del Haro se mostraban como pueblo. Con sentimiento de unidad. Gritones, creyentes, orgullosos de ser lo que son… Querían subir de división y todo lo vivían con pasión desbordante. Los pozueleros cercanos, mientras tanto, comían pipas…
Yo encontré sitio de pie, junto a dos policías antidisturbios, cuya radio, a falta de interés del partido, me iba informando de todo lo que pasaba en Madrid. “Prrrr… Manifestación ciclista… Prrr… ¿Cuántos son? Prrr Unos cincuenta….”
Y mientras, el CF Pozuelo atacaba y el Haro Deportivo se defendía con orden… Parecía que el partido sería de los pozueleros pero sus ataques se iban estrellando una y otra vez contra una ordenada defensa riojana…
“Prrr… Accidente de coche… Prrr… Dos coches implicados… Prrr… Uno de los conductores se ha dado a la fuga…”
El partido era cansino. Feo. Cuando, de pronto, se produjo un revuelo en la presidencia de la tribuna… ‘Ha llegado la alcaldesa de Pozuelo’, le dijo un policía al otro… Quislant había llegado con el concejal de deportes Carlos Ulecia y dos concejales más de los caídos en desgracia: Diego De Aristegui y Paloma Tejero. Ulecia, por obligación, y los otros, por devoción. Devoción a Quislant, supongo.
¿A estas horas? ¿Qué horas son estas de venir? Estábamos en el minuto 32’26”… No es serio… Pero, ay amigo, la comitiva no hizo más que sentarse y zasca, gol del Haro. En el primer ataque de los riojanos, gol. No había pasado minuto y medio desde la llegada de la alcaldesa y allí, junto a mí, alguien dijo ‘Gafe’ en voz alta… Gafe total. Y tenía que haber algo de verdad en ello porque un extraño y suave olor a azufre nos llegó de pronto… Al menos, eso me pareció… Lagarto-lagarto.
“Prrrr… ¿Cuántos ciclistas dijo que van en la manifestación? Prrr Unos cuarenta… Prrr… Antes dijo 50… ¿En qué quedamos? Prrr… Ponga 45, mi sargento…”
Tras el gol, los aficionados riojanos montaron una algarabía del demonio, gritando como descosidos… Los pozueleros, a su vez, seguían comiendo pipas…
La llegada de la alcaldesa y su séquito 32 minutos tardes, aparte de ser una falta de respeto al club que representa a la ciudad y que tanto se jugaba en el partido, volvía a ser un paradigma de Pozuelo. Soberbia en estado puro. “Yo soy la que soy y voy cuando quiero”. La jefa del Gobierno de esta ciudad es así de caprichosa. Y siempre llega tarde. A todo. Incluso, a la política.
Y en seguida llegó el descanso. Y las autoridades pasaron a un antepalco, como en el Bernabéu, para tomar un refrigerio. Junto a los gobernantes estuvieron Miguel Ángel Berzal, Adolfo Moreno y Raúl González de Ciudadanos y Ángel González Bascuñana del PSOE.
El segundo tiempo lo viví desde el otro extremo de la tribuna. Donde estaba la afición pozuelera. Allí donde las novias, mujeres, madres y de más familiares de los futbolistas del CF Pozuelo junto a jugadores de otras categorías y reservas. Quería ver la diferencia. Y estos sí animaban. Pero sus cánticos no se los creían ni ellos. “Échale güevos, Pozuelo, échale güevos. Centra, centra… Arbitro, que malo eres…” El resto de aficionados también comía pipas. Les daba igual lo que estaba pasando. Era Pozuelo en estado puro. Ese Pozuelo en el que todo da igual… Sin sangre en sus venas.
Y mientras tanto, el Haro Deportivo se iba haciendo con el partido. El CF Pozuelo atacaba sin orden pero no llevaba peligro. Y en un contraataque riojano, llegó el segundo gol… Eliminatoria resuelta.
Y frente a la explosión riojana de alegría, entre la pozuelera no hubo llantos. Ni siquiera cabreo.“Si es que no le están poniendo lo que le tienen que poner”. Empezó a llover… El Dios de la lluvia lloraba sobre el Valle. Yo creo que lloraba por Pozuelo..
Me bajé de la tribuna y me fui a un fondo. Quería ver qué ambiente se respiraba desde allí. Ninguno. Allí me encontré con la concejala Marta Espinar y algunos miembros de Ciudadanos que estaban más por obligación que por afición. Gente encantadora, sin embargo.
Paró de llover. Tampoco hacía falta que lloviese más. No merecía la pena. Esta ciudad no tiene remedio…
El Capitán Possuelo