Una niña ha sido intoxicada al jugar con su gato que murió envenenado
Marisol Alonso, residente en una finca de la localidad de Cobeña, ha denunciado este lunes a la Guardia Civil de Algete que estuvo durante cinco días llevando a su hija de siete años a distintos hospitales de Madrid “debido a graves síntomas de intoxicación”. La pequeña, que ha sido dada de alta en el Hospital la Paz después de estar varios días con 40 grados de fiebre y manchas naranjas en la cara, estuvo jugando con su gato “Pepe” la semana pasada sin saber que había sido envenenado. “Tenía vómitos, sangraba por la nariz, tenía mal los niveles de coagulación y estuvo un día entero de suero. Ningún médico sabía lo que le pasaba y los dermatólogos nos dijeron que nunca habían visto unas manchas como esas”, relata Marisol, que aún está esperando el examen toxicológico del hospital.
El felino, que “tenía los ojos naranjas y vomitaba”, murió a las 48 horas de empezar a presentar síntomas de deshidratación por una posible intoxicación. “Tenía el hígado y los riñones completamente destrozados. Es el tercer gato que aparece muerto en nuestra finca en solo cinco días. A uno de ellos le apalearon y le tiraron dentro de nuestra propiedad”. Ya en febrero, sus mastines de 80 kilos presentaban un diagnóstico de intoxicación similar.
Marisol y su marido sospechan que alguno de sus vecinos se podrían haber compinchado para envenenar a sus mascotas echándoles algún raticida en la comida “por la valla o en un comedero” que colocan “en la rampa del garaje donde tienen acceso otros los animales”.
“Somos los únicos a los que le está pasando esto. Es gente muy desequilibrada”, asegura. La mujer cuenta que ya intentaron hablar con la Policía cuando murieron sus perros pero les dijeron que no podían hacer nada porque no era posible demostrar sus suposiciones.
La disputa entre los residentes comenzó ya hace un año, porque en Cobeña existe una ley que obliga a los propietarios a mantener a sus animales en su recinto pasadas las 22 horas. “Acumulo ya tres denuncias porque a las 22.01 horas, mis vecinos (que también tienen animales, como casi todos los que vivimos en esta zona) se dedican a llamar a la Policía para avisar de que tengo alguna mascota fuera, porque aún no nos ha dado tiempo a llegar a casa”.
En la denuncia policial, Marisol argumenta que el pasado 2 de mayo, ella y su hermana escucharon a una de sus vecinas quejarse, desde su finca, “sin saber que estaba detrás de la valla”, de los excrementos de los gatos y decirle a su pareja:”Tenemos que volver a hacer de nuevo el apaño” y, a partir de ese día, empezaron a morir sus gatos. Por el momento, solo ha sobrevivido uno, aunque sigue grave. La denunciante reconoce que los felinos salían a la calle, menos Lucas, uno de los que murió, que “ni siquiera pasaba de la rampa del garaje”.