Primera Regencia. Nicolás Ambrosio de Garro y Arizcum
La Primera Regencia, de 10 meses de duración, estuvo presidida por Pedro Quevedo Quintano, obispo de Orense, durante nueve meses y por nuestro conocido Francisco Saavedra durante un mes.
Orense, como era corrientemente conocido, basaba su prestigio en la popularidad que le dio su negativa a asistir a la abdicación de Bayona y en la no colaboración con el Rey José. Abandonó la presidencia el 27 de septiembre siendo su sustituto Francisco Saavedra.
Nicolás Ambrosio de Garro y Arizcum
El sucesor de Saavedra fue Nicolás Ambrosio de Garro y Arizcum, Marqués consorte y viudo de las Hormazas. Fue nombrado Secretario de Estado interino por la Primera Regencia, presidida por Pedro Quevedo y Quintano, Obispo de Orense.
Fue nombrado el 31 de enero de 1810. Al inicio de la Primera Regencia, se mantuvo en su cargo hasta el 6 de febrero de 1812, ya en la Tercera Regencia. Es decir, fue el Secretario de Estado cuando se convocaron las Cortes, cuando iniciaron sus sesiones, el 24 de Septiembre de 1810 en San Fernando, y durante casi todo el período de sesiones, pero fue cesado antes de la proclamación de la Constitución.
Madrileño, nació el 7 de diciembre de 1747, murió en Madrid a los 78 años, el 20 de abril de 1825. Descendiente de una familia de origen navarro. Nombrado para trabajar en la Secretaría de Estado y en el Despacho de Hacienda. Además de Secretario de Estado fue, dos veces, Secretario de Hacienda.
La idea que tenían los componentes del Consejo de la Primera Regencia era restaurar al monarca Fernando VII y no hacer ningún cambio mientras el rey estuviera en Francia. Era una Regencia absolutista en oposición a las Juntas provinciales que eran liberales. La Regencia se negaba a convocar las Cortes, lo mismo que había hecho la Junta Suprema. La justificación era que el país estaba ocupado y no era posible una reunión ordinaria. Era una escusa en su política de ganar tiempo. A principios de febrero, la ciudad quedó cercada por los franceses. Se destruyeron defensas exteriores de forma que a la cuidad solo era posible atacarlas a través de la marisma. Inmediatamente llegaron fuerzas inglesas y portuguesas de refuerzo. El mando de la defensa lo asumió el General Blake.
Los liberales no eran muchos, pero tenían el apoyo de las Juntas Provinciales. La Regencia intentó controlarlas, pero no lo logró.
A partir de enero, empezaron las elecciones por las Juntas Provinciales para la designación de diputados a Cortes. Votaban los mayores de 25 años y la elección era por sufragio universal. Fueron elegidos 308 diputados, pero solo llegaron a reunirse 99 en la inauguración de las Cortes y 184 el día de la proclamación de la Constitución.
Los diputados revolucionarios se llamaron a si mismo Liberales. Pedían la abolición de los privilegios. Llamaban a los conservadores, Serviles. Estos eran los que pretendían mantener las formas y privilegios del pasado absolutismo.
En junio, la Regencia discutió si las Cortes deberían reunirse en una sola cámara, como pedían los liberales, o en dos, por estamentos separados como pretendía Orense. Como los documentos de la Junta Suprema Central estaban en Londres, se los habían llevado los componentes de la misma en su exilio, no se podía saber cuál era la legalidad.
Se consultó al ex-Secretario de Estado Martín de Garay para que informase sobre las condiciones que la Junta Suprema Central había puesto en la convocatoria a Cortes. Éste contestó que se había convocado Cortes estamentales, es decir con dos cámaras, pero que solo se había convocado al estado llano, por lo que creía que se podía celebrar en una sola cámara.
Estando en estos trámites, se conocieron los disturbios independentistas de Caracas en mayo y de Bogotá en julio. La Regencia actuó quitando importancia a lo ocurrido y considerándolo un hecho aislado. Poco después se conocieron los sucesos de septiembre de Buenos Aires, donde el Virrey había sido destituido y se había formado una junta de gobierno soberana. Se siguió considerando los hechos como un reflejo de lo ocurrido en Caracas. El tema de América se estaba dejando de lado ante los problemas de índole más cercana de la península. Las rebeliones americanas estaban a punto de estallar en el peor momento y España no estaba preparada para afrontarlas. La posible solución estaba en las Cortes convocadas donde los diputados americanos eran muy activos, pero por desgracia no serían tenidos en cuenta. Defendieron una especie de Commonwealth americana que reconocía la soberanía española, la misma propuesta que ya habían hecho el Conde de Aranda, Godoy y Carlos IV, pero los diputados españoles contestaron que era imprescindible la unidad de territorios y gobiernos. El asunto estaba planteado desde la independencia de Estados Unidos, pero tampoco se resolvió en esta ocasión.
Durante los meses de junio y julio, continuó la batalla entre los que querían convocar las Cortes y la Regencia que quería retrasarla.
Las discusiones seguían sobre si debería ser de dos cámaras o de cámara única.
En reunión a primeros de agosto, el Consejo de Estado decidió que sería en cámara única. A primeros de septiembre se acordó declarar constituidas las Cortes cuando estuvieran presentes la mitad más uno de los diputados, incluidos los suplentes, y que habría quórum con 143 diputados.
El 24 de septiembre de 1810, se constituyeron las Cortes, con la presencia de 99 diputados, en el Teatro Cómico, en la Isla de San Fernando. En el mes de marzo de 1811, las Cortes se trasladaron a Cádiz, al Oratorio de San Felipe Neri.
La Regencia había dimitido, pero las Cortes no aceptaron la renuncia. Exigieron a los miembros del Consejo de Regencia el juramento de fidelidad a las Cortes. Juraron todos, menos el Obispo de Orense, quien envió un escrito negando la validez del juramento. El problema radicaba en la soberanía, la Regencia se había proclamado soberana en nombre de Fernando VII, pero ahora las Cortes decían que ésta había dejado de ser soberana pasando la soberanía a las Cortes.
La dimisión de Orense hizo que la Primera Regencia la siguiera presidiendo Francisco Saavedra, desde el 17 de septiembre de 1810 hasta su disolución y nombramiento de la Segunda Regencia.
Joaquín de la Santa Cinta, ingeniero aeronáutico, economista e historiador