¡Basta ya de maltrato a los animales!
“Denuncian el sufrimiento y la dramática situación de los animales en la perrera municipal de Getafe”. Con este llamativo título, recientemente el diario ABC nos enfrentaba, una vez más, a la escasa sensibilidad que mostramos los españoles hacia el maltrato y el sufrimiento animal. Según Matilde Cubillo, portavoz de la Federación de Asociaciones Protectoras y de Defensa Animal de la Comunidad de Madrid (Fapam), en la perrera municipal de Getafe (Madrid), los animales padecen un gran sufrimiento y están desatendidos y en condiciones de abandono. “En las celdas hay gatos moribundos e incluso muertos y el veterinario solo acude a las instalaciones un par de veces por semana”.
Lo peor del caso es que éste no es un suceso aislado, sino uno más en la larga serie de crímenes (me resisto a usar el término “perrerías”, porque ellos nunca serían tan crueles) que se cometen hacia todo tipo de animales en nuestro país. Ciertamente, en el nuevo Código Penal algo hemos avanzado respecto al pasado… pero no demasiado. Primero, porque las condenas por abandono o maltrato animal no pueden superar los dos años de cárcel. Segundo, porque si el condenado carece de antecedentes penales lo normal es que ni llegue a ingresar en prisión. Y tercero y último, porque jueces y fiscales forman parte de esta sociedad escasamente concienciada y pasan por alto muchos casos que serían realmente condenables.
Por dichas razones, batimos palmas hasta con las orejas cuando hace poco supimos la resolución de la jueza de lo Penal número 8 de Palma de Mallorca, quien dictó el ingreso en prisión para el dueño de un caballo de carreras condenado a 8 meses de cárcel por matarlo a palos tras un mal resultado en una carrera en Manacor. Pero lo que nos lleva a descubrirnos ante Su Señoría es el hecho de que, habiendo podido suspender la pena por las razones antedichas, dijo que dicha suspensión podría convertirse en un mensaje antipedagógico para la sociedad, más aún cuando el condenado había demostrado “plena indiferencia a lo que es delito y no recientemente, sino desde hace años”, ya que esta condena no era la primera. Así que el fulano vive en chirona desde finales del pasado año. ¡Ole con ole! A ver si allí reflexiona un poco sobre la burrada (no, perdón de nuevo: humanada) que cometió contra un pobre animal indefenso.
Queda mucho camino por recorrer en este tortuoso sendero. Empezando por el sinnúmero de fiestas pueblerinas (afortunadamente en recesión) donde el sufrimiento de un animal constituye el plato fuerte de la primitiva celebración tribal, o el sádico y cruel final de muchos galgos cuando ya no satisfacen a su dueño, y siguiendo por los miles y miles de abandonos de la preciosa mascota regalada al niño por Navidad y abandonada en la selva urbana en cuanto el cachorrito pierde sus gracias y se convierte en un animal adulto.
Innumerables polémicas se han generado en torno a este tema, especialmente en la lamentablemente denominada Fiesta Nacional, contra la que un día lanzaré mis dardos, y que hoy se ha extendido al trato degradante y cruel que sufren antes de su muerte los animales que nos sirven como alimento, e incluso a los laboratorios donde toda clase de animalitos sufren diversidad de experimentos largos y dolorosos con productos que van desde los nuevos medicamentos que salvan vidas hasta los compuestos que únicamente salvan el ego de tant@s pobres estúpid@s cuyo único objetivo en la vida es disimular el paso del tiempo en rostros y cuerpos cuyas mentes son incapaces de asumir la edad que marca su calendario.
Mucha gente se escandaliza cuando compara la atención que se presta al bienestar animal con la tantas veces escasa que concedemos a nuestros propios congéneres. Pero dejando de lado por un momento al sujeto del sufrimiento, ¿no os parece que quien tortura o incluso mata a un ser totalmente indefenso, no sería capaz también de hacerlo con otro ser humano, si su acto no fuera castigado por las leyes? Porque yo creo que sí.
Defensores de los animales: adelante en vuestra permanente lucha. Las batallas a librar aún son muchas y las victorias aún escasas, pero no os quepa duda de que acabaréis ganando esta guerra. Los seres vivos con los que compartimos este planeta son nuestros compañeros en la evolución y se merecen atención, cuidado y respeto. Gracias en nombre de la Civilización.
Abelardo Hernández