La dimisión de Esperanza Aguirre y los ‘huérfanos’ del Ayuntamiento: en menos de 24 horas se agotan las velas en las iglesias de Pozuelo de Alarcón
La dimisión de Esperanza Aguirre como presidenta del PP de Madrid ha provocado un revuelo mediático y de redes sociales incomprensible. A fin de cuentas, no era más que la dimisión de la presidencia del PP de Madrid, que no deja de ser más que un partido regional dentro de un gran partido nacional. Algo, por otra parte, sabido de sobra porque la señora Aguirre ya había anunciado que no se presentaría al cargo en el nuevo congreso del partido. No sé a qué se debió tanto revuelo.
Bueno, sí. La arrolladora personalidad de Esperanza, lo imprevisto de la rueda de prensa en que anunció la dimisión y la curiosas asunción de una figura política hasta ahora poco frecuente como es la de no haber vigilado a su gente lo suficiente para que no se produjera corrupción en el partido, lo disparó todo.
A partir de conocerse la dimisión de Aguirre todo se fue por el aire. Incluso, y curiosamente, la vergonzosa y vergonzante autocolocación de medallas sobre la autoría de la dimisión Ciudadanos, Podemos, IU y PSOE cuando el problema lo había provocado la Guardia Civil y la Justicia. Era ridículo. Todos querían apuntarse el tanto de haberla matado cuando había sido ella sola la que se había suicidado porque no había ningún tipo de imputación o como se diga ahora. Y, claro, empezaron las especulaciones. El PP de Madrid es un partido muy poderoso y, lógicamente, hay mucha gente interesada en hacerse con sus riendas. Todo se irá viendo.
Pero, ¿cómo afecta la dimisión de Esperanza Aguirre en Pozuelo de Alarcón, toda vez que el Ayuntamiento de esta ciudad se ha convertido en uno de los cuarteles de invierno del aguirrismo?
Le afecta muchísimo porque, aunque Esperanza Aguirre cada día tenía un peso político menor, sí seguía teniendo un gran predicamento en el partido a causa de su auctoritas. Ella es ella. Y eso pesaba. Pero ella ya no es ella. Ha dimitido y, en cierto modo, aunque lo haya hecho con cierta dignidad, se ha ido por la puerta de atrás y sus correligionarios serán ‘pasados a cuchillo político’, figura literaria que nos indica que perderán cualquier tipo de influencia dentro del partido político. Pasa así desde los tiempos de la antigua Roma.
¿Qué será, entonces, de Susana Pérez Quislant sin el paraguas protector de Esperanza Aguirre? Pronto lo sabremos.
La alcaldesa de Pozuelo ha presumido de ser aguirrista. Esperanza la puso en el cargo aquel día de autos en los que Quislant ‘lloró’ la alcaldía de Pozuelo y Aguirre dijo aquello de “Dejadla que lo sea. Le hace tanta ilusión”.
Y fue alcaldesa de Pozuelo. Y gracias a su aguirrismo fue un miembro importante de FMM. Y gracias a su aguirrismo pertenece a la dirección de la FEMP. Y gracias a su aguirrismo aspira, incluso, a dirigir el PP de Madrid (de eso me cuentan que habló con Cristina Cifuentes hace unas semanas) y, en su defecto, aspira a dirigir el PP de Pozuelo.
Y todo es muy lícito. Susana puede y debe aspirar a todo ya que ella considera que su suerte política le permite. Esa suerte política que marca su camino desde que vino a Pozuelo.
El problema es que ahora todo apunta a que le han retirado la escalera y va a quedarse colgando de la brocha.
Y junto a ella, todos los aguirristas que la rodean en el Ayuntamiento. Que son bastantes, empezando por su jefa de gabinete, unos cuantos concejales, su jefe de prensa y varios altos cargos.
Debe haber más aguirristas en el Ayuntamiento lo que pasa es que ahora mismo no los recuerdo. Y debe haber más porque me dicen que se han acabado las velas en todas las iglesias de Pozuelo. Puede ser casualidad pero todo indica que los aguirristas se han lanzado a ponerle velas a todos los santos a ver si les echan una mano que, por lo que se ve, pintan bastos.
¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy!
Pero de todo ello iremos hablando.
El Capitán Possuelo