Prohibido reencarnarse, salvo que lo autorice el Gobierno chino
(24-08-15) Hace pocas fechas la prensa internacional nos relataba una nueva prohibición del Gobierno chino que, a primera vista parecía que bien podría optar a una más que merecida medalla de oro en una posible Olimpiada donde concursaran todas las sandeces humanas.
Bueno, digámoslo breve y rápidamente: a partir de ahora en el Tíbet -invadido por las tropas chinas desde los años 50- estará prohibido reencarnarse hasta que tal posibilidad no sea autorizada por el Departamento de Asuntos religiosos del Gobierno Chino.
Como es bien sabido, el budismo (que originalmente era una teoría filosófica posteriormente convertida en religión) asegura que la existencia terrenal de nuestro espíritu atraviesa sucesivas fases de perfeccionamiento a través de distintas reencarnaciones en varios cuerpos materiales. Después de la muerte, según por ejemplo el Libro Tibetano de los Muertos, el alma atraviesa un bardo, o período de transición tras del cual toma posesión del cuerpo de un niño. Cuando esa transmisión afecta al Dalai Lama, líder religioso -en este caso, del Tíbet- y considerado como una verdadera deidad en cuerpo y alma, y éste muere, otro personaje llamado el Panchén Lama examina durante un largo período de tiempo a la criatura hasta asegurarse de que es el verdadero Dalai Lama reencarnado.
Cosa que, si los acontecimientos continúan sucediendo según lo anunciado, jamás permitirá que exista un verdadero Dalai Lama en la nación tibetana. Primero porque el actual -un hombre inteligente, sencillo y benévolo- tuvo que huir y exiliarse tras la invasión china, y en segundo lugar porque previsiblemente las autoridades comunistas no van a permitir que ninguno más de sus súbditos se reencarne. ¡Faltaría más! Y menos que ninguno, el Dalai Lama.
Autoritaria maniobra que pretende incidir en un aspecto puramente espiritual y religioso- y que, desde luego podríamos calificar de ridícula -siendo como es el comunismo un credo declaradamente ateo- si no fuera porque fácilmente se adivina la intención política de socavar poco a poco las creencias religiosas de un pueblo eliminando al poderoso liderazgo de una resistencia pacífica que ha conquistado numerosas simpatías en todo el mundo a lo largo de más de medio siglo.
Menos mal que el Coloso tiene los pies de barro. Con frecuencia algunos historiadores han señalado que si a lo largo de los siglos China no ha mostrado especial interés por extender su imperio más allá de sus fronteras y conquistar nuevos territorios no se ha debido a ningún rasgo de modestia o benevolencia. Más bien parece que China siempre ha considerado al resto del mundo como una horda de bárbaros atrasados por los cuales, ni por ninguno de sus bienes o culturas, sentía mayor interés. Pero, amigo, parece que de la estúpida y primitiva civilización occidental algo sí les atrae. Y con ese modelo como objetivo es bastante evidente que no podrá mantenerse mucho tiempo la incongruencia que representa una estructura política comunista que cada día diverge más netamente de la deriva de su sociedad hacia el capitalismo. Más tarde o más temprano reventará por unas costuras, ya hoy día sometidas a una cada vez mayor presión.
Y entonces… ¡cada cual se reencarnará cómo, cuándo y dónde le de la real gana! Y si no, al tiempo.
Abelardo Hernández