El Gobierno de Pozuelo, la ciudad más rica de España, organiza las fiestas más cutres, casposas y catetas del mundo y, encima, se vanagloria de ello
(20-07-15) No pensaba hablar de las Fiestas del Carmen del barrio de la Estación de Pozuelo, pero hablaré. No pensaba hacerlo, de verdad. Ya lo he hecho otros años y he visto que sirve de poco. Reconozco que las autoridades tampoco tienen por qué hacerme caso así que no tenía necesidad de escribir de nuevo sobre ellas. Las doy por perdidas. Ni el Gobierno anterior ni el actual y ni siquiera la oposición de ambas legislaturas son capaces de salir de ese concepto de fiestas del siglo pasado que se organizan en esta ciudad. Concepto válido, por cierto, para cualquier pueblo de la España profunda pero no para el Número Uno. Y a mí este tipo de fiestas no me interesan nada.
Si los dirigentes de esta ciudad no son capaces de salir de lo cutre, casposo y cateto, allá ellos. Lo triste es que lo hagan en nombre del Pueblo. Pobre Pueblo…
Y no pensaba hablar de las fiestas del Carmen pese a que he estado en varios actos programados, masoca que es uno, para ver si, de alguna manera, se había evolucionado algo. Nada. A peor. Todo a peor. Cómo habrá sido de cutre que, incluso, algunas luces que adornaban el recinto ferial eran de Navidad. Para llorar. Y eso que la señora alcaldesa presume de que el Gobierno se ha gastado más que nunca en estas fiestas. Supongo que habrá sido en los ingredientes de la paella de las mil raciones.
Pero aún así, no pensaba hablar. Allá el Gobierno con su cutrerío, su olor a panceta, sus palomitas de maíz, su limonada, su Alejo Stivel (vaya castaña pilonga del pleistoceno), sus meriendas, sus bocatas de chorizo, su antipaella popular y su chunda chunda chunda de la Discoteca móvil. Ah, y con su encierro chiqui. “Qué diver, qué guay”. Qué triste. Pero es lo único que sabe ofrecer el Gobierno de la ciudad más rica de España a uno de sus barrios y a mí ya me daba igual.
Pero no me ha quedado más remedio que hacerlo. He vuelto a escribir sobre estas fiestas del Carmen. No me interesan estas fiestas pero es insultante que este Gobierno de la ciudad más rica de España, que organiza para sus vecinos una de las peores fiestas del mundo, se pase el día presumiendo en la redes sociales del éxito de las mismas y de la gran participación ciudadana. ¡Qué poca vergüenza!
No creo que, sumados todos los participantes de todos los actos celebrados durante cuatro días, se haya llegado a las 2.000 personas. Y no subo más de 2.200. El sábado por la noche ni siquiera hubo Discoteca móvil por falta de gente.
Y más ofensivo es aún que llenen de fotos esas redes sociales mostrando su fracaso. Sin pudor. Queriéndonos hacer comulgar con ruedas de molino.
¿Qué hace la alcaldesa de esta gran ciudad entregando bocadillos de chorizo a los vecinos que se acercaban y encima vanagloriándose de ello?
¿Quién le aconsejó que lo hiciese? ¿Quién no tiene pajolera idea de lo que es comunicación?
¿Quién quiso mostrar a Quislant como una alcaldesa de los años cincuenta del siglo pasado entregando bocadillos o platos de paella a su pueblo hambriento?
Yo no quiero una alcaldesa en mi ciudad que proyecta imágenes tan patéticas.
Esta es una ciudad importantísima, pese a esos que se creen herederos de las esencias pozueleras y niegan la mayor. Esencias artificiales, dicho sea de paso, que escasamente tienen 70 años y que se han ido inventando a lo largo de ellos, cuando éste era un pueblo de veraneo de las afueras de Madrid.
Pero esta ciudad, señores, es otra ciudad. Ya no es aquel pueblo de veraneantes. Ahora es la primera ciudad de España en tecnología de la comunicación, en producción de contenidos y en transporte de señal. Esta ciudad es ahora la que tiene más árboles por metro cuadrado de España y podría ser una referencia de Medio Ambiente. En esta ciudad están las instalaciones culturales más importantes de la región. Y cinco universidades más dos. Y pleno empleo. Y mil posibilidades de desarrollo emperarial, social y cultural… Y un nivel de vida asombroso.
Sin embargo, en esta grandísima ciudad, su alcaldesa se retrata dando bocadillos de chorizo a sus vecinos en las fiestas de un barrio como si fuese una marquesona de los años cincuenta del siglo pasado que, una vez al año, se convierte en la gran benefactora de los pobres en una puesta en escena de lo más cutre. En cajas de bollicaos. No. No se puede mostrar tanta caspa.
Esto, señora alcaldesa, ya lo ridiculizaba hace muchos-muchos años el grupo “Desde Santurce a Bilbao Blues Band”, con aquel “A beneficio de los huérfanos y de los pobres de la capital”.
De la antipaella no hablaré. Es otro acto pueblerino y cateto aunque tienen la desfachatez de decir que repartieron un millar. No deben saber contar o los vecinos se las llevaron en tápers.
Escúcheme, señora, acepto que usted sea alcaldesa de esta ciudad porque la vida la puso en el sitio justo en el momento adecuado. Vale. Así es la ley y así hay que acatarla. No seré yo quien me lo salte. Pero se está usted equivocando en su planteamiento político de acercamiento a los pozueleros. Y, lo que es peor, está usted dando una imagen penosa de esta ciudad y eso nos afecta a todos y es intolerable.
Usted debe acercarse a los vecinos de esta ciudad desde el prestigio, no desde lo cutre. Y hablo también a esa oposición que se afanaba en entregar platos de paella como si los vecinos de Pozuelo fuesen etíopes.
Acérquese usted, señora Quislant, a los pozueleros humildes pero para resolverle sus problemas. Para intentar reducir la brecha económica que existe, que es una de las grandes lagunas de esta gran ciudad. Intente acabar con esa brecha social como lo ha intentado, por ejemplo, con ese nuevo IBI que se aprobó el miércoles pasado y tendrá el apoyo de todos los vecinos. Pero me temo lo peor porque ni siquiera su Gobierno le ha dado la importancia que tiene. Como no entiende la medida, la ha vendido mal.
Pero déjese de repartir bocadillos de chorizo. Eso que lo hagan las ONG a quien lo necesite. Pero, siempre-siempre, respetando su dignidad. Desde la discreción.
Si usted busca su popularidad a cambio de un bocadillo de chorizo o de un plato de arroz se equivoca. Usted, señora Quislant, es la alcaldesa de todos los pozueleros. Y lo que la mayoría de los vecinos quiere es que esté usted a la altura de las exigencias de una ciudad como ésta.
Y en estas fiestas no lo ha estado aunque nos lo haya querido vender.
El Capitán Possuelo